RODRIGO LLERA. AGRICULTOR. LA FABARIEGA. VIOBES (NAVA) – 96 HABITANTES
La perla azul. Enfocó hace ocho años su futuro al cultivo de arándanos. La comercialización en el mercado mayorista y la elaboración de mermeladas artesanales han dado viabilidad a su apuesta por el campo

PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA

La Fabariega es una ladera inclinada de Viobes, rodeada de bosque y a lo lejos una panorámica que incluye el Sueve, los Picos de Europa y Peñamayor. Aquí cultiva Rodrigo Llera dos hectáreas con cinco variedades de arándano azul. Es el fruto estrella de este joven agricultor maliayo que diversifica su producción en otra parcela con fresas en Quintes, el lugar donde reside junto a su compañera en el proyecto, Lorena Morís. «El 90 por ciento de la cosecha lo comercializo en fresco a una empresa mayorista y con el 10 por ciento restante –los frutos que no alcanzan el estándar de mercado– elaboro mermelada. También la hacemos de fresa y de sidra. La vía de salida de nuestras mermeladas es el pequeño comercio y las ferias agroalimentarias», explica, abriéndose paso entre un rebaño de cabras enanas: «Llegan donde la maquinaria no entra». Es la única cuadrilla de peones con la que cuenta en su día a día. «En temporada de recogida, trabajamos cuatro o cinco personas».

Con raíces familiares en Peñamellera Alta, el medio rural ha sido un referente para este emprendedor criado en Villaviciosa que cursó Gestión de Recursos Naturales y Paisajísticos en el instituto de Luces. «Me gusta el campo y pensé en orientarme hacia el ámbito forestal. Finalmente, me decidí por el cultivo de arándanos. Cuando empecé, parecía el momento, había muchas expectativas. No me arrepiento y, de hecho, tenemos planes ahora para ampliar la planta envasadora en Quintes y también el terreno con el objetivo de poder llegar a más público», desvela. Sin embargo, subraya que, «en lo que respecta al arándano, ahora mismo está en un momento un poco complicado, como todo el sector primario. Los costes de producción han aumentado mucho, los precios de venta, históricamente, no han ido acompañando esas subidas de costes, pero bueno: hay que ir año a año con cautela y ver que da de sí, ir luchando en momentos difíciles porque seguro que más adelante pueden venir tiempos mejores».

A pesar de las dificultades del sector, en su opinión, «el campo sí ofrece oportunidades porque tienes muchas posibilidades de producir, sea carne, leche, productos hortícolas o frutales, pero siempre tienes que hacerlo con cabeza, informándote muy bien, con asesoramiento técnico, y no lanzarte a la ventura, porque los márgenes son tan ajustados que es muy difícil acertar, muy fácil fallar y son inversiones altas a largo plazo, que pueden ser un lastre», argumenta. Con la misma claridad expresa su convicción de que «para hacer más atractivo el sector se necesita que haya una mayor rentabilidad. Las cadenas de distribución son largas, el precio que paga el consumidor respecto al que nos dan a nosotros suele ser cinco veces de diferencia. Eso hace que a quien lo consume le parezca caro y el productor no vea el margen que debía llegarle. Equilibrar eso resulta difícil porque tendría que implicar a muchos actores».

El futuro del medio rural lo ve ligado a que «tiene que seguir habiendo ganadería y agricultura, pero no creo que todos los que estamos aquí podamos vivir del sector primario. Hay que buscar otras alternativas, y no solo turismo rural. Tiene que diversificarse la actividad y ofrecer mejores servicios a la población que trabaje en ese medio».

El suyo, en particular, le gustaría seguir cultivándolo en La Fabariega.