WOODIC – EL VALLE (CANDAMO) – 117 HABITANTES
Natalia Suárez dejó Barcelona y un trabajo estable para empezar de cero, en Candamo, con un «espacio cerámico rural» en el que ofrece venta online y promociona el oficio artesano

MARÍA JARDÓN

Tras 23 años viviendo y trabajando en Barcelona en el sector de la publicidad, esta lavianesa y su pareja, un mallorquín, decidieron romper con todo y empezar de cero en El Valle, en Candamo. A Natalia Suárez le ofrecieron una jornada intensiva y, el tiempo libre, la animó a «retornar a hacer cosas con las manos, porque hice Bellas Artes y me apunté en la escuela de la Llotja de Sant Andreu, donde acabé haciendo la carrera de cerámica», cuenta. En ese proceso en el que «reconecté, desestresé y conseguí quedarme embarazada», fue donde comenzó a gestarse Woodic, un taller de cerámica en el que principalmente trabaja con madera (Wood) y cerámica (ceramics), por eso lleva ese nombre. De hecho, nació como proyecto de fin de carrera.

La maternidad hizo que esta pareja se replanteará el estilo de crianza que querían llevar a cabo y si Barcelona era el sitio adecuado para hacerlo. En Asturias tenían la casa comprada, «la había comprado hace 15 años para tener un lugar cerca del aeropuerto al que venir de fin de semana», explica, «así que Mauri quisó que vinieramos aquí. Fue una apuesta, para mi con ciertos prejuicios que se me han ido cayendo, y para él con la mente totalmente objetiva. Eso me ayudó a descubrir Asturias con su mirada y estoy encantada», señala.

Una de las mayores dificultades al comienzo fue la conectividad, «trabajábamos como diseñadores gráficos y alguna vez tuvimos que estar en el coche con el wifi de la biblioteca porque el de casa no tiraba, y en más de una ocasión me hizo pensar que esto no era viable», recuerda. Pero, «una vez tienes conectividad y vivienda, que para mi son los dos escollos del mundo rural, puedes hacer lo que quieras». Y es que, este entorno tiene muchas ventajas a nivel creativo, «te alejas del ruido de la ciudad».

Hace seis años que se instalaron en Candamo y no puede más que agradecer el buen recibimiento que ha tenido por parte de los vecinos, «a la gente del pueblo le gusta que estemos aquí, al menos me siento muy bien tratada», afirma. A mayores, al venir con su familia aporta esperanza a un entorno en el que hasta ahora no había muchos niños. Por otro lado, destaca que también ofrece «un punto cultural y una oferta dentro del mundo rural que no sea solo venir a plantar o vivir de los animales».

Opina que aunque la agricultura y la ganadería están bien hay otras opciones a valorar. «Pienso que el futuro de la Asturias rural pasa por pensar en el turismo cultural, porque si empezamos a plantearnos que el turismo cultural es viable en este entorno, aparecerán nuevos modelos de negocio pensando en la gente que viene, ya sea de forma pasajera, transitoria o para quedarse. Lo importante es que la gente venga», señala.

Hoy en día esta emprendedora, que ha creado un ‘espacio cerámico rural’ en el que, además de venta online se pueden realizar talleres, no se plantea volver a la urbe. «Es una etapa que ya está y si tuviera que volver sería porque no me ha ido bien. De hecho, quiero afianzarme más aquí», adelanta. De cara a futuro espera ampliar y poder contratar incluso a una persona, «para que el trabajo de taller sea más liviano, porque es bastante. Me gustaría poder hacer un espacio más grande para almacenar y tener afluencia de público de una manera más formal, porque ahora es más de tú a tú. Y querría poder generar espacios donde la gente pueda venir al pueblo», concluye.