Foto: Luis Menéndez, entre viñas, con el palacio y la bodega al fondo. / O. Villa
La deidad oriental. En la falda sur del Sueve, Cofiño alberga una iglesia del siglo XIX que se construyó donde hubo una prerrománica del IX, levantada sobre los restos de un templo dedicado a Mitra
OCTAVIO VILLA
Kiwis y guayabas en Pravia, aguacates en la ribera del Navia y hasta olivos en Ibias. Pero ¿vides en Parres? Pues sí. En la falda sur del Sueve está desde hace unos años el viñedo más norteño de España y más oriental de Asturias. El campo asturiano está cambiando por varios motivos. Poco a poco, los escasos agricultores de la región apuestan, por una parte, por profesionalizar sus cultivos en maquinaria y tamaño y, por otra, por explorar nuevas vías, de más valor añadido. Por la carretera que desde Arriondas sube a Cuadroveña apenas hacen falta unos centenares de metros para tener la impresión de que en lugar de rodar, se despega, se vuela sobre una magnífica maqueta de verdes, ríos y picos. Abstraído por el inesperado espectáculo mientras se remonta la falda sur del Sueve, es fácil despistarse del desvío hacia Huexe. No pasa nada, volver unos metros tras apercibirse del error sólo añade belleza al trayecto.
Y entonces se llega al Palacio de Nevares, una construcción del siglo XVI que Tomás Álvarez, un empresario mexicano de raíces asturianas adquirió hace unos años, aconsejado por Luis Aurelio Menéndez, un economista cuya pasión desde niño «siempre fue tener un hotel y un viñedo». El palacio es una construcción de la nobleza rural, ejecutada en cuatro partes (tres en el edificio principal, y una casa accesoria) que «cuando llegamos estaba absolutamente tomada por la maleza. Llegamos a descubrir un muro de piedra y las escaleras a lo que ahora es el jardín a base de desbrozar».
El proyecto está muy bien diseñado. Es la falda sur del Sueve, con buena insolación, suelos feraces y agua más que suficiente (de hecho, para las vides han tenido que drenar para evitar el exceso de agua). Son seis hectáreas de viñas en Nevares y una en Cofiño, todas ellas en laderas sur, de uvas Mencía, para los tintos, y, para su especialidad, los blancos, uvas Albarín, Riesling, y Gewürztraminer, para una limitada producción muy seleccionada de unos 20.000 litros al año, que se venden «en los restaurantes del Pueblo Astur de Cofiño, la Hostería de Torazo y el Hotel Los Lagos de Cangas», todas ellas del mismo grupo que el Palacio de Nevares, que pronto será un selecto hotel de apenas ocho o nueve habitaciones.
A un paseo, en Cofiño, una imponente iglesia del siglo XIX se levanta en el mismo lugar donde hubo otra, prerrománica, mil años más antigua. Y ésta, a su vez, se levantó en el mismo lugar en el que en época romana había un templo dedicado a Mitra, una deidad oriental traída a Hispania por Roma.
En la villa tal vez le sorprenda ver que la Casa de Cultura está dedicada a Benito Pérez Galdós, quien tuvo su única hija con una parraguesa, Lorenza Cobián, «joven, muy bella y de familia de posibles, tanto, que veraneaba en Santander en pleno siglo XIX», cuenta María José, responsable de la biblioteca local. La historia tiene tintes románticos, trágicos en el desenlace, cuando Lorenza perdió la vida en Madrid siguiendo al escritor y periodista, que nunca quiso casarse.
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