Lo que nos une. El amor por la ganadería y por el territorio lleva a los araneses y los somedanos a convertir un encuentro técnico en el embrión de un hermanamiento

OCTAVIO VILLA

Valle de Lago es una rara avis en una Asturias rural en la que el despoblamiento y el envejecimiento son la moneda común a una inmensa mayoría de las poblaciones. Lo contaba y lo repetía Samuel González Coto, presidente de la Asociación de Vecinos de este pueblo somedano, el pasado miércoles, mientras se subía a pie de los 1.200 metros de altitud de Valle de Lago a los aproximadamente 1.400 en que se encuentra el vallado virtual. Samuel presumía con todo derecho de que «Valle de Lago tiene muchos ganaderos jóvenes y emprendedores, un camping que ha ganado premios nacionales y que entre otras cosas ha recuperado varios teitos como apartamentos, y aquí se vive muy bien».

El día era soleado y cálido, y los ganaderos del valle somedano y del de Arán subían animosos a ver el funcionamiento del vallado virtual, guiados por Borja Riesgo y su tía Blanca, comentando cuestiones de manejo del ganado y del monte que, en ocasiones, pondrían los pelos como escarpias a los ecologistas urbanos, pero que, en boca de personas que aman el territorio y el ganado como la parte de sus familias que realmente es, cobran todo el sentido.

Oírles hablar de lobo y del oso, por ejemplo, es aprender a cada paso. No odian a estos depredadores, simplemente desean alejarles de su ganado. Así, cuando se planteó en la jornada la posibilidad de emplear los collares gps también con los depredadores, para alejarles de las zonas de pasto, uno de los políticos araneses presentes cuestionó su utilidad, sobre todo si implicase «que los ganaderos, al ser advertidos de la presencia de un oso o un lobo, fuesen a mover su propio ganado». «¡Yo sí lo haría!», respondió como un resorte José Antonio Moga.

Con todo, fue un ligero roce que no empañó la jornada. De camino de bajada, tras comprobar que las cabras con collar gps obedecen a las órdenes que se les emiten a través de la aplicación móvil con una precisión y una inmediatez absoluta, y que más allá de lo que eso implica para alejarlas de los depredadores también facilita una buena gestión de los pastos y la posibilidad de acometer desbroces que con el ganado vacuno no son posibles, somedanos y araneses iban trabando amistad sobre la base de lo que ambos comparten. Eso fue especialmente visible en el local social de Valle de Lago, donde los somedanos tenían preparado un generosísimo tentempié para sus visitantes, a los que no querían dejar ir sin la promesa de futuras experiencias de ida y vuelta entre ambas comunidades, como germen de un posible hermanamiento del que varios hablaban de forma distendida. Algunos de los ganaderos de Valle de Lago, incluso, participaron posteriormente en Pola de Somiedo en una comida de hermandad en la que fue más que patente que el idioma de quienes viven día a día con el ganado es el mismo en ambos territorios. Al despedirse, tras una foto conjunta en la plaza de la capilla, varios vecinos de ambos valles expresaron que «Valle de Lago y el Valle de Arán son hermanos». La frase le llegó al alcalde somedano, Belarmino Fernández, que la acogió con agrado y con una visión aún más amplia.

Los araneses están en un proceso de recuperación de la ganadería en el que los pocos profesionales del sector que quedaban en su valle han asumido que más allá del valor económico directo de sus producciones, la propia influencia de la presencia del ganado está devolviendo a su territorio esa conformación racional que durante siglos fue perfilando la ganadería. Ese paisaje en mosaico de pastizales y manchas boscosas que define un escenario natural no sólo bello, sino saludable.

Los somedanos, por su parte, tomaron si cabe más consciencia de que su valle es un lugar privilegiado de Asturias, que atrae cada día más a los turistas tanto por la estructura geológica post-glaciar del valle y el lago de su circo como la presencia cada día más abundante del oso y la belleza de sus hayedos y las breves aventuras de los recorridos a caballo. Esa potencia ha de desarrollarse sin descuidar, como ocurrió en el Arán en su momento, el papel de la ganadería.