ULTRAMARINOS RESTREPO. GRANDAS DE SALIME – 765 HABITANTES
Bar tienda. Con una decoración espectacular en torno a la naturaleza, este negocio sirve de punto de encuentro para vecinos, turistas y peregrinos del Camino de Santiago

MARÍA JARDÓN

En Grandas de Salime, en pleno Camino de Santiago, se encuentra un local que sorprende a peregrinos, turistas y vecinos. Se trata de Ultramarinos Restrepo, que abrió sus puertas hace algo más de un año. Natalia Martínez y Rubén Prieto pusieron en marcha este acogedor negocio por la unión de dos necesidades, «la del propio pueblo de un bar tienda que tuviera flexibilidad horaria y, por otro lado, el objetivo de dos personas de buscar una forma digna y hermosa de vivir en el pueblo», señala Natalia. Ella, gijonesa de nacimiento, pasaba en Pesoz sus vacaciones de la infancia y, tras una temporada bastante desligada de la zona, hace doce años decidió volver a las raíces familiares. Y, sin dudarlo, se fue a vivir a Francos.

La decoración es uno de los aspectos que más llama la atención del local al atravesar su puerta. «Teníamos claro que fuera un espacio diferente, con mucho diseño, con mucha naturaleza», recuerda. Y ellos mismos se encargaron de llevarla a cabo. «Rubén es un diseñador bárbaro y yo parece que también», ríe Natalia. «Necesitábamos tener el arte alrededor. Este local nos daba esa posibilidad y nosotros dos juntos también nos la dimos, es un espacio super creativo», añade. De hecho, a las personas que pasan por allí les choca encontrar un lugar de esas características en pleno Grandas de Salime. «Nos dicen constantemente que este sitio era idóneo para Madrid, Barcelona o Londres, pero nosotros sabemos que esto sólo podría ser aquí», afirma la propietaria.

Ultramarinos Restrepo es un bar tienda al uso, en el que puedes comprar en la charcutería mientras te tomas algo. De momento no cuentan con mucha variedad, pero sí tienen lo indispensable y hacen una clara apuesta por los productos de kilómetro cero: «Todos los productores que hay en la zona están en el Restrepo y los que no están, es porque todavía no sabemos que existen», deja claro.

A día de hoy cuenta con cinco trabajadores y reciben, además de a los vecinos del pueblo, a muchos peregrinos que hacen el Camino de Santiago que pasan por allí. Además, este año han comenzado a notar «que la gente viene a vernos, les han hablado de nosotros y quieren conocernos», afirma Natalia, quien especifica que principalmente son «de toda la zona occidental de la costa, pero este público es más los fines de semana».

A corto plazo acaban de adquirir un pequeño hotel que había en el pueblo y tienen la idea de cambiarle el nombre por Restrepo e ir creando una marca. Una marca que transmita «esta idea de vivir muy bien, muy a gusto, currando en un lugar del mundo hermoso», apunta.

Además de contribuir generando puestos de trabajo al concejo, Ultramarinos Restrepo aporta «belleza y placeres a tope. En la comida, en la bebida, en el entorno, en el cuidado», enumera Natalia: «Es como una ventana al mundo para que vea que hay opciones para emprender, vivir y vivir bien, durante todo el año en el entorno rural». Porque desde su punto de vista, es importante que desaparezca la creencia de que nadie quiere vivir en el pueblo. «Hay que ponerlo siempre en el mismo nivel que la ciudad. Tienes las mismas alternativas de construir tu lugar. Vete, conoce y luego quédate donde quieras, pero este lugar es igual de bueno que cualquier otro», recalca.

Finalmente, Natalia quiere lanzar un mensaje sobre la necesidad de descentralizar la cultura. «Las compañías teatrales que están de gira van a las ciudades, pero debe de dejar de centralizarse porque nosotros también queremos alimentarnos de todo eso», reivindica.