TOMÁS PÉREZ IGLESIAS. LLAR DEL XALDU. VILLAMAYOR (PILOÑA) – 687 HABITANTES
Echar raíces. Hace seis años que Tomás volvió a su pueblo natal tras «haberlo visto todo». Ahora, con su ‘food truck’ de productos de kilómetro cero, aboga por crear redes de artesanos asturianos
LUCÍA LÓPEZ PÉREZ
A Tomás Pérez le brillan los ojos cada vez que recuerda cómo nació ‘Llar el xaldu’, su camioneta gastronómica con la que cada fin de semana la cascada piloñesa del Chorrón se inunda del aroma de sus «tortoburguers, hamburguesas que en vez de pan llevan tortos de maíz» o de sus «crepés con mermelada casera». Un proyecto que comenzó hace tres años y que surgió alejado de «una idea súper definida», sino más bien de la pasión de Tomás por contribuir de alguna forma a su pueblo.
Aunque no era la primera vez que desarrollaba un proyecto turístico en Villamayor, puesto que «ya había tenido una empresa de turismo activo, hacíamos rutas a caballo por la zona», sí que este era el más ambicioso hasta entonces, ya que «por varios motivos» tuvieron que cerrar el anterior. Fue entonces cuando tomó la decisión de trabajar en una empresa dedicada al montaje de rocódromos, que lo mantuvo viajando por toda España y el mundo durante años y viviendo fuera de su «pequeño paraíso» –como denomina a su pueblo–. Pero cuando «ya vi todo lo que tenía que tenía que ver» tomó la decisión de regresar a Villamayor con su mujer porque para él «no hay felicidad fuera de aquí».
Un regreso que al principio no fue el esperado ya que «no sabíamos muy bien qué íbamos a hacer y habíamos dejado atrás una vida prácticamente hecha». Pero el vértigo de la incertidumbre pronto se disipó cuando Tomás y su mujer comenzaron la «lluvia de ideas locas» para crear ‘Llar el xaldu’. Unas ideas que se materializaron en una camioneta y un remolque con cocina en el que aprovechan «los recursos de la zona para venderlos a otro recurso que es el turismo». De esta manera, Tomás decidió que «era más importante vender los productos locales que producirlos, ya que hay mucha gente haciéndolo» y así comenzó a colaborar con trabajadores del sector primario de su zona. Una cooperación entre pequeños productores, industrias y comerciantes necesaria para poder «sacar adelante un proyecto en la zona rural». De hecho, para Tomás todo el mundo debería «refugiarse en lo que más calidad tiene». Se refiere así a la ganadería local, pues para él al igual que hay pequeñas empresas desarrollando sus proyectos, «también hay un montón de ganaderos que necesitan sacar adelante su producto».
Él defiende que «no hay nada más ‘gourmet’» que la carne de los animales que viven «en absoluta libertad» y que es esta libertad la que «no valoramos y es algo que hay que proteger». Por ello, insta a la Administración a «que valoren la ganadería extensiva y a los ganaderos, porque es la única forma de mantener la zona rural viva». A esto, Tomás suma la falta de servicios que sufre la zona rural, especialmente en educación y sanidad. Él lo sabe bien, ya que cuando comenzó a estudiar turismo tuvo que marcharse a Oviedo.
Tal vez por eso, a Tomás no le tiembla el pulso al reivindicar que «hay que fomentar que alguien que se vaya a estudiar fuera tenga oportunidades laborales para volver al pueblo», una afirmación que, a pesar de que «suena a tópico», para él es algo fundamental, y añade que «cada vez que cierran un consultorio, un colegio o nos quitan derechos en el monte, lo que nos dan a entender es que no quieren que vivamos aquí». Por eso para él, pese a no tener clara una solución, dado que «no es algo que esté en mi mano», es tan importante la creación de una red rural en la que todos puedan apoyarse.