TANIA HERNÁNDEZ. COACH EMOCIONAL – ORIAL (SIERO) – 206 HABITANTES
Sentimientos. Después de haber vivido en varias grandes ciudades, Tania Hernández decidió que su vida estaba en el campo y se trasladó a Hevia, donde ayuda a sus pacientes a entender sus emociones
LUCÍA LÓPEZ PÉREZ
Por una crisis personal. Así aterrizó Tania Hernández en Orial, un pueblo perfectamente encajado en la parroquia de Hevia, en el concejo de Siero. «Siempre he querido vivir en el campo», cuenta. Y así lo hizo hace ya veinticinco años. «Primero estuve viviendo en Soto de Ribera y después ya me vine para aquí», recuerda. Sin embargo, su vida no siempre ha estado ligada al mundo rural.
Nacida en México, Hernández vino a España cuando tan solo tenía un año, donde sus padres se asentaron inicialmente en Madrid. Posteriormente la familia se trasladó a Oviedo y con los años Tania viajó por el mundo, llegando incluso a vivir durante una temporada en Alemania. «Al principio trabajaba en un taller de carpintería, pero con la crisis aquello cerró, lo que desembocó en una crisis personal que me hizo trabajar en mí y me llevó a cambiar algunas cosas». Un desarrollo personal que llevó a Tania a introducirse en el mundo del ‘coaching’ emocional, empresarial y de equipos, aunque es la primera variante la que más emplea con sus pacientes, a los que pasa consulta en su propia casa o de forma online. Para ella el medio rural es el lugar perfecto para llevar a cabo prácticas de meditación y ‘mindfulness’, ya que la tranquilidad y el silencio facilitan la «conexión» con la naturaleza, especialmente a la hora de manejar el estrés, algo que Hernández ha percibido que ha aumentado, especialmente en los más jóvenes.
Pero la vida en el campo, aunque para Tania tiene «todas las ventajas» y muy pocos ‘peros’, no llega a ser perfecta. Entre los inconvenientes, Hernández destaca principalmente uno: el transporte, ya que «si no tienes coche o moto no puedes moverte y aunque pase el autobús, lo hace con muy poca frecuencia». Una situación que, a veces, la lleva a plantearse volver a la ciudad: «A veces lo pienso porque al vivir en un pueblo no es tan fácil, por ejemplo, bajar al supermercado de debajo de tu casa si te falta algo para cocinar», cuenta. Sin embargo, cuando se imagina viviendo de nuevo en un piso en el centro de alguna ciudad se le borra el deseo de abandonar el campo. «Me quedo aquí porque es mucho mejor, estás más tranquilo».
Y es que la ciudad, aunque aparentemente parezca tener muchas ventajas, no es el mejor lugar para luchar contra la despoblación, por eso Tania reivindica la importancia de las «buenas conexiones» en el campo. «Potenciar la red de fibra sería de gran ayuda, ahora que mucha gente teletrabaja. Además de mejorar el transporte, especialmente para las personas mayores que cuando cumplen una edad se van a la ciudad porque tienen más comodidades», señala. No obstante, pese a que cada vez haya un goteo mayor de jóvenes en el mundo rural, Tania percibe que sigue habiendo cierto «estigma» a la hora de irse a vivir al campo. «Siempre ha habido esa idea de que los padres quieren que sus hijos prosperen y se vayan a la ciudad o emigren fuera, pero creo que hay una cierta parte de gente que ya ha vivido esa experiencia y decide volver, pese a esa idea de que es algo pobre o antiguo», admite y se muestra segura ante la idea de que «si hubiese más facilidades, mucha más gente vendría a vivir al campo». Por el momento Tania seguirá conectada con sus vecinos y sus pacientes, esperando que, tal vez algún día, la población de Orial crezca como los árboles de su jardín.