TANIA DÍAZ. INGENIERA INFORMÁTICA. HÔRIZON – MALLECÍN (SALAS) – 55 HABITANTES
Innovación. Desde su despacho en la casa donde vivieron sus abuelos asesora en estrategia operacional a empresas de Asturias y toda España. El trato personal y de confianza y la calidad de vida compensan con creces el ubicarse en una aldea
PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA
Desde la casa donde vive y trabaja Tania Díaz se divisa al fondo la factoría de Danone en Salas. Ingeniera informática, como su pareja Daniel Martínez, ni ella ni su empresa tienen pensado deslocalizarse de aquí. Ambos iniciaron en Oviedo un proyecto de emprendimiento enfocado al desarrollo web y el marketing tecnológico que ha evolucionado hacia el asesoramiento en estrategia empresarial. No responden al perfil del nómada digital: llevan en el pueblo seis años y la vivienda en cuyo bajo tiene Tania su oficina es la antigua casa de los abuelos. «Profesionalmente, aunque no tengas la visibilidad de una ciudad, compensa. Valoramos mucho la calidad de vida y la forma de vivirla, porque con nuestro conocimiento vas a cualquier gran capital, Madrid o Barcelona y económicamente vas a estar mucho mejor remunerado, pero pierdes las raíces de donde estás, el trato personal, la confianza, valores que pueden ser más importantes que el dinero», asegura.
Algunos de esos valores que la empresaria halló en Mallecín pueden ser herramientas muy útiles en su negocio: «El servicio que damos es un tipo de asesoría personal más cercana, tratan con nosotros directamente para que les gestionemos soluciones. Determinados directivos valoran ese trato directo con la persona, la relación de confianza. A mí me gusta trabajar así y de momento está funcionando muy bien. En cuanto a estar en un medio rural, puede haber quien piense que por ello es una empresa que no está al día, no es el caso de la mayoría de nuestros clientes, a muchos les gusta venir aquí, es otro ambiente, se despejan». Con su marca Hôrizon sigue creando software, uno de los más exitosos el de seguimiento de boyas de mar para Salvamento Marítimo de Asturias y que está en proceso de incluirse en el proyecto europeo Copérnico, pero el nicho de mercado donde navega con viento más favorable es en el de la estrategia operacional: «Los empresarios con los que trabajo tienen su departamento de informática y de organización interna, pero buscan otra perspectiva desde fuera de la empresa. Una de nuestras ventajas es que abarcamos muchas disciplinas y sectores distintos, eso te facilita una visión global para dar una opinión con más fundamento que si te especializas solo en algo concreto», explica.
«Cuando nos vinimos aquí había amigos que nos decían: ‘Os vais al culo del mundo’. Y estamos a media hora de Oviedo y a otro tanto del aeropuerto, lo mismo que tardas de Oviedo a Gijón», apunta Tania para rubricar que las buenas comunicaciones fueron un factor determinante a la hora de instalarse en la aldea. También la acogida local: «Tanto de los vecinos como del Ayuntamiento. Hemos tratado con muchos y este es un ejemplo. Ha sido el único respaldo institucional que hemos tenido para levantar la empresa, fuera de ahí cero, solo pegas», desvela. En cuanto al apoyo al emprendimiento rural cree que «deberían incentivar de alguna manera a la gente que viene aquí. Tienes los mismos impuestos que en la ciudad pero los servicios no: a un hospital, a ciertos trámites, tienes que desplazarte. Alguna ventaja deberías tener. Se subvenciona a grandes empresas que tienen pérdidas y no se ayuda a las que somos rentables, para afianzarlas y que creen riqueza aquí», argumenta. Y opina que «agricultura y ganadería son básicas para mantener el mundo rural, pero hay que incorporar otras empresas con nuevas tecnologías que lo revitalicen en gente y riqueza».