SONIA TOYOS. BAR INDI CALEYA – GÜERRES (COLUNGA) – 102 HABITANTES
Neochigre. Criada en Alemania y viajera por medio mundo, la gijonesa Sonia Toyos volvió a sus raíces para abrir un singular restaurante-tienda. Lleva cinco años tras el mostrador de un negocio que es también lugar de encuentro con la cultura y los valores en los que cree

PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA

Sonia Toyos, gijonesa criada y formada en Alemania, resume su biografía antes de volver a la tierrina en 2011 como una sucesión de viajes por medio mundo vinculada a su actividad profesional para diversas empresas transnacionales, el diseño industrial o la enseñanza de su segunda lengua, el alemán. Saturada de esa vorágine, dio un giro a su vida para instalarse en Mallorca y desde un entorno rural crear Indigalia, un proyecto basado en la permacultura (actividades productivas inspiradas en los patrones y características del ecosistema natural). Las raíces tiraban y dio el salto a casa para cultivar en una finca de Valdesoto (Siero) productos hortofrutícolas, además de yerbas medicinales y aromáticas. Hace cinco años abría la puerta del Bar Indi Caleya en Güerres (Colunga), un establecimiento en el que ha reinventado el concepto de chigre-tienda y que aúna en su interior un restaurante con carta vegetariana, cocina tradicional asturiana con productos de cercanía y despacho de productos de alimentación, cosmética natural o artesanía. Es también un espacio de encuentro con la cultura y de impartición de talleres sobre cultivos, diseño, reciclaje o restauración de antigüedades.

«Llegué aquí por volver a mis orígenes. Mi familia es de la zona, de cría pasaba los veranos en La Isla. Un día, dando un paseo, apareció esto, era el chigre del pueblo. Dejamos el nombre que tenía: Caleya, y aportamos el Indi, de Indigalia, porque es una extensión del proyecto original. En el restaurante empecé con platos tradicionales asturianos, usando productos locales, de temporada, la mayoría ecológicos, metía cocina vegetariana por mi preferencia y gustó, la gente comenzó a pedirlo. Ahora es lo que más atrae. También hacemos platos veganos, me adapto a lo que me van pidiendo. En temporada abrimos a diario, ahora solo los fines de semana. Somos el único negocio que hay en Güerres y estamos un poco fuera del entorno más turístico, pero viene gente de todas partes», explica, bajo unos versos de Leonard Cohen y al lado de la biblioteca que llena un rincón del local. Una vitrina muestra objetos de artesanía, en las paredes cuelgan pinturas y hablan grafitis de clientes; sobre el mostrador hay nueces de San Juan de Duz, camisetas hechas a mano, cosméticos naturales o paquetes de azúcar y café.

Toyos afirma que su bar, más que un trabajo, «es una filosofía de vida. Si montas un negocio, debes tener muy claro que sea lo que te gusta, algo que siempre quisiste hacer y así sabrás transmitirlo a los demás, prosperar y ser feliz, que es de lo que se trata. Tienes que disfrutar y creo que hoy la gente va en ese sentido», expresa. Igual de claro advertía que su lugar no estaba en el centro de una ciudad: «Tenía que ser en un sitio como este, incluso si estuviese más despoblado, lejos de tanto asfalto». Para arrancar, la ayudó el ‘ticket’ de autónomos para el medio rural, un cable que cree debería complementarse con «facilitar las cosas, eliminar la cantidad de trabas burocráticas y papeleos, que es bestial. A veces hasta que puedes abrir un negocio en el medio rural puede pasar un año. Eso acaba desanimando a muchos». Otra receta que aporta para paliar la despoblación sería «que los ayuntamientos crearan bancos de tierras o recalificaran terrenos que hoy son ‘matu’ para cultivos y vivienda de quienes se instalen en ellos. Hay que flexibilizar normas para que no esté todo abandonado».