CASA RURAL LA COCHERA (SOMAO, PRAVIA) – 280 HABITANTES
Pablo Fernández-Castañón es el tataranieto del indiano original de Somao, José Menéndez Viña, al que siguieron familiares y vecinos a Cuba. A la vuelta, hicieron del pueblo la maravilla arquitectónica que es ahora, en la que Pablo gestiona la única casa rural indiana
OCTAVIO VILLA
Somao es el pueblo de las bocas abiertas. Las de los visitantes. Se llegue por donde se llegue (por la autopista, por la carretera de Villafría o por la de La Fallona), encontrarse con casas de indianos como la de la Torre, El Marciel, La Casona (con el imponente panteón de Gabriel Álvarez) o El Noceo, entre otras muchas, genera en el turista una impresión indeleble de asombro. También una cierta decepción, cuando se entera de que las casas las puede ver solo desde fuera, salvo una: La Cochera de Somao, la antigua casa del servicio de El Noceo, la casa familiar del indiano original, José Menéndez Viña.
Y, al entrar en los 7.300 metros cuadrados de la finca de La Cochera, hoy una casa rural que se alquila entera (hasta catorce plazas por un precio más que reducido), la sensación de sorpresa llega de nuevo. La casa es hoy un auténtico museo, tanto el edificio principal como la antigua cuadra, que cuenta con dos alturas diáfanas completamente llenas de obras de arte selectas, elementos etnográficos de la zona, carteles originales de cine de películas clásicas y un sinfín de muy escogidas curiosidades, fruto en su mayor parte del refinado gusto de José Antonio Fernández-Castañón Carrasco, quien fuera el primer director del Museo de Bellas Artes de Asturias y que es el padre del actual gerente, Pablo Fernández-Castañón.
Hoy el antiguo hogar del servicio de la casa de El Noceo lleva dos décadas transformada en casa rural. No es, en puridad, una casa indiana, pero forma parte del conjunto original y comparte con él su sabor arquitectónico, reforzado por la decisión de la familia Fernández-Castañón de añadirle, a finales del siglo pasado, un impresionante corredor sobre soportes de hierro fundido que hoy es el orgullo de la casa.
Pablo es filólogo y durante un tiempo vivió «de hacer traducciones, pero se pagan muy mal si lo que pretendes es hacer algo fundamentado y bien estudiado». La decisión familiar de abrir la casa al turismo le permite compatibilizar ambas ocupaciones a voluntad, mientras su hermana, Olaya, elabora también en la casa familiar su cerámica de autor, muy apreciada por los visitantes.
A ambos y a su madre, la exdiputada de IU Paloma Uría, se les nota el orgullo por la casa, por el pueblo de Somao, por la familia en el sentido más amplio y por el pequeño museo que ‘Totó’ Fernández-Castañón ha creado, abierto a la visita de cualquier persona en todo momento.
«Somao es un museo al aire libre», dice Pablo con admiración «más por el paisanaje que por lo bello que es el pueblo. Somao podría haber sido ‘Pueblo más bonito de Asturias‘, pero es que el Premio al Pueblo Ejemplar le va incluso mejor: Es una gran comunidad humana, hay una unidad vecinal muy fuerte, nos ayudamos mucho unos a otros, y aquí no hay ni rencillas ni problemas de lindes, como en otros sitios. Se trabaja en conjunto por la recuperación del pueblo, de sus fuentes, tenemos un centro social potente, en el que se hacen exposiciones y actos, y nos apoyamos, desde el taller mecánico a la quesería La Peñona, que hace unos quesos excelentes; desde la ganadería de José Antonio al bar tienda El Indiano». No es solo una forma de hablar. La unión que destaca Pablo se percibe en Somao a poco que se pasee por el pueblo y se hable con unos y otros vecinos.
«Con la carretera nueva –la autovía–, estamos a media hora de Gijón y Oviedo y a cuatro horas y media de Madrid», precisa Pablo, pero ello no es óbice para que el despoblamiento y la falta de actividad ganadera y campesina se note en la relativa mala conservación de los caminos rurales y las rutas. La perfección, a un paso.