SILVESTRE ALONSO – CERVEZA CALEYA – PAJOMAL (LANGREO) – 70 HABITANTES
Del cine a la cervecería. Silvestre Alonso regresó a Asturias tras la crisis de 2008 para fundar una fábrica de cerveza artesana, pese a las trabas que se encontró desde la Administración

LUCÍA LÓPEZ PÉREZ

La historia de Silvestre Alonso con la cerveza comienza como una buena película, con una crisis. Él conoce bien ambos mundos, pues antes de dedicarse al arte de hacer cerveza, Silvestre apostó por el cine. Lo hizo en Ponferrada, donde forjó lazos con «un grupo de tres amigos» con el que después continuó su vida profesional trabajando para una productora que los mantuvo viajando por toda España durante seis años, hasta asentarse en Madrid y después en Mallorca. Pero la crisis de 2008 llegó y les llevó a hacer un cambio de 180 grados en su vida y en la forma de entenderla. Este cambio en «nuestra filosofía de vida» trajo a Silvestre de vuelta a Asturias con la idea de «montar algo por nuestra cuenta», con tanta suerte que «un amigo de la escuela de cine había empezado a trabajar con un inglés en una fábrica de cerveza de Cantabria y ellos nos enseñaron a hacerla».

Allí, Silvestre aprendió lo básico para lanzarse junto con otros dos socios, Gonzaga y César ‘Pinchu’, a crear su propia cerveza artesana, la primera en Asturias por aquella época. Lo hicieron en Sobrescobio, con ayuda de los fondos Leader, donde se forjaron los inicios de Cerveza Caleya, en los que «nadie controlaba casi nada de cerveza artesana en España», ya que las fábricas de este tipo de bebida que había en el país apenas llegaban a la veintena. Unos inicios complejos también a nivel regional, pues si en España ya era complicado oír hablar de cerveza artesana, en Asturias «era como predicar en el desierto». Un desconocimiento al que además se añadieron las dificultades de entrar en un mercado globalizado que no estaba demasiado acostumbrado a «cervezas muy potentes de sabor».

No obstante, pese a las dificultades consiguieron, tras muchos años de esfuerzo, consolidarse como «la décima marca más vendida en España y creo que la primera en Asturias». Un aumento de la producción y la fama que les llevó a trasladarse desde Sobrescobio a Pajomal, en Langreo, para mejorar los accesos al transporte, ya que «en la zona en la que estábamos en Sobrescobio era imposible que llegase una furgoneta». Junto a esto, los «problemas de comunicación» con el Ayuntamiento, también contribuyeron al traslado de la fábrica a Langreo. «Queríamos crecer y nos vinimos para aquí», asegura Silvestre, que se muestra satisfecho con la decisión ya que «estoy mucho más cerca de casa». Su orgullo no es para menos, pues pese a que al comienzo de su traslado recibieron «ayudas de la Unión Europea», Silvestre asegura que «no somos de los que queremos tirar todo el día de subvenciones, queremos ser nosotros los que autofinanciemos el proyecto».

Pero el orgullo de Silvestre va incluso más allá de su propia empresa, ya que «la industria española cervecera industrial es la más potente que hay en Europa, aquí no hay ningún grupo grande que nos haya comprado». Sin embargo, esto también trae consigo algunas dificultades especialmente para las marcas pequeñas ya que «vender tu cerveza en bares en los que están otras marcas muy consolidadas es casi imposible». Aunque siempre hay bares «con conciencia ecológica» en los que se pueden encontrar nuevos sabores.

Pese a haberse consolidado como una marca muy fuerte en Asturias, Silvestre es consciente de las dificultades burocráticas que existen para iniciarse en este mundo: «Si la burocracia fuese más rápida, este sector de la cerveza artesana crecería mucho más», concluye.