RAFAEL SOLÍS – EL TAYUELU, CERECEDA (PILOÑA) – 239 HABITANTES
De casa. Ganadero por tradición familiar, hace cuatro años dio un giro a su explotación de leche para elaborar postres naturales que distribuye en venta directa. Su empresa da hoy empleo a cuatro trabajadores
PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA
Rafael Solís (Cereceda, Piloña, 1970) decidió hace cuatro años dar un giro a su explotación familiar de leche para diversificarla elaborando postres caseros y distribuirlos directamente en el mercado. «Empecé porque ‘mecer’ (ordeñar) pa la industria ya no era rentable ni iba a serlo en un futuro. Se me ocurrió cambiar porque no había otra alternativa: o vender el ganao, desfacese de tou y dir a ganar un sueldu por ahí, o tirar pa adelante con lo que ya tenía y poder seguir viviendo en el pueblu. Sabía que si no era capaz de vivir con 20 vaques tampoco iba a poder con 40, porque si el coste de producción ye más altu que el valor de lo que haces, los números no salen. Me arriesgué, era un tema desconocido en Asturias, no había nada, fui a ver explotaciones parecidas en Santander y Zamora para saber qué maquinaria necesitaba y cómo hacerlo. De momento funciona y no solo salvé mi trabajo, sino que pude crear otros tres empleos», explica orgulloso de haber dado aquel paso.
Hoy este ganadero de Cereceda trabaja mano a mano con un sobrino para transformar los algo más de 100.000 litros que extrae de una veintena de reses en productos como arroz con leche, yogures, mantequilla, tartas de queso y otros dulces. Solís distribuye personalmente la leche fresca y otros dos repartidores el resto de envasados. Su mercado se reparte entre negocios de hostelería, tiendas y particulares de Piloña, Cangas de Onís, Parres, Oviedo, Gijón y Avilés. «En verano hay un pico importante de ventas por el turismo en la zona, así que para poder cubrir toda la demanda recojo leche de otras explotaciones, y el año pasado compré la empresa L’Aldea para usar su logística de instalaciones y llevar el reparto de leche que ellos hacían. También vendemos por internet para toda España», detalla.
La ubicación de la pequeña empresa en un núcleo rural alejado de los grandes nudos de comunicación afirma su responsable que no es un obstáculo insalvable para dar salida a sus productos: «Hombre, si tuviese la autovía más cerca sería mejor, pero yo esto no lo cambio. Siempre tuve claro que quería quedarme aquí y trabayando pa mí, no fuera y pa otros», se sincera. Tampoco alberga dudas de que es posible mantener la vitalidad de los pueblos con negocios asentados en el propio entorno: «Aquí hay formes de vida y de futuro, pero hay que movese y si tienes una idea llevala a cabu. Vale más arriesgar que lamentase luego toda la vida de no habelo hecho. Y en les crisis tirar siempre adelante. Con la pandemia tuve que cerrar, tirar de ‘Ertes’ y pedir un ICO, pero salimos. Ahora voy a meter una máquina de envasado automático. Se la encargué a un fabricante de Sariego, porque creo que hay que apostar por la gente de cercanía», argumenta.
Solís cree en el concepto de economía circular y de proximidad como motor de las empresas rurales: «En Asturias tenemos que mirar un poco más hacia dentro y menos pa fuera, consumir lo nuestro y si queremos tirar pa arriba comprar productos de cuanto más cerca mejor». Se queja de las trabas burocráticas que a veces marca la administración para negocios como el suyo: «Habría que facilitar sobre todo el papeleo, conozco a mucha gente que querían montar algo y acaben desanimándose. Pero tampoco sirve de nada lamentase, si tienes una idea hay que llevala adelante», opina.