CECILIA PÉREZ. ALCALDESA DE EL FRANCO – 3.770 HABITANTES
«Hay que contar con los inmigrantes, darnos una forma regulada de traer personas con condiciones laborales dignas y conocimientos»
OCTAVIO VILLA
La socialista Cecilia Pérez (Barres, Castropol, 1963) es alcaldesa de forma ininterrumpida desde 2003, y con su inteligencia y el don de gentes habitual del noroccidente asturiano, es también la presidenta de la Federación Asturiana de Concejos. Es voz reivindicativa y hasta incómoda para el Gobierno regional cuando ha de serlo, buena negociadora y diplomática siempre, y eso le ha granjeado un apoyo rayano en la unanimidad del resto de alcaldes. Nacida en la frontera con Galicia –de niña «cruzaba con la barca a comprar en Ribadeo»–, reivindica de palabra y obra la asturianidad no ya sólo de El Franco, sino de la comarca noroccidental, que hoy suma al tirón de la industria láctea y papelera de Navia, una buena comunicación transversal con la autovía del Cantábrico y la mejorable red de Cercanías, una ganadería de leche cada vez más autosuficiente, profesionalizada y de mayores dimensiones, y un creciente sector turístico, aún lejos de la masificación, pero que empieza a ser relevante.
–De mes en mes las ganaderías de leche de la zona tienen mejor aspecto, pese a ser menos.
–Sí, se redujo el número de ganaderías de leche, pero no el número de animales, con ganaderías cada vez más profesionalizadas. La rasa costera es impresionante y está muy protegida. Eso es bueno y malo, porque nuestra costa está envidiable, pero a los propietarios les limita el uso.
–Dice que la protección ambiental tiene su parte negativa.
–Me preocupan mucho el lobo y el jabalí. Son uno de los grandes problemas. El Principado está haciendo todo lo posible y estamos alineados con los ganaderos, pero tenemos un problema. Porque la franja de terreno del lobo llega muy cerca de la costa, y hay ganaderías en todo el concejo, también en las zonas altas, junto a los bosques.
–El Franco tiene un bello puerto pesquero en Viavélez. Pero el sector no tiene la pujanza de antes…
–Mantenemos bastantes embarcaciones. Hay pescadores, mariscadores, percebeiros. Es complicado el relevo generacional, como en agroganadería. No sólo de servicios se puede vivir. Y hay algo que me preocupa especialmente.
–Dígame qué es.
–La transformación de los productos. El valor añadido va en la transformación y aquí nos lo perdemos. Producimos y vendemos mucha materia prima, pero como no transformamos esa materia prima en el municipio, nos perdemos ese valor añadido. No tenemos queseros, y sólo un chacinero, San Lorenzo, en Lebredo, de Elio Fernández, el dueño del restaurante Ferpel, de Ortigueira.
–¿No se puede dar un empujón desde los ayuntamientos?
–¡Hombre! Tenemos el grupo de desarrollo Navia-Porcía, que apoyó un montón de iniciativas. Pero la transformación no ha tenido peticiones. Los municipios debemos hacer lo que sabemos hacer. Tal vez falta conocimiento e iniciativa empresarial.
–Y no la hay.
–No surgió, quizá porque no hay tradición. En Abredo sí hay esa tradición quesera. Aquí se tuvo fácil para aprovechar la leche.
–Sí, la Central compra toda la producción.
–Exacto. ¿Y quién hace queso? Quien se ve obligado.
–Hablaba de relevo generacional. ¿La solución está en la llegada de inmigrantes?
–El occidente sabe bien lo que es ser emigrante por hambre. Tenemos que contar con los emigrantes; hay determinadas actividades que los locales rechazamos y la historia, desgraciadamente, se repite. Debemos tener una forma regulada de traer personas, para que vengan con unas condiciones laborales dignas, con contrato, con conocimientos dignos que compensen a la empresa. Y que contribuyan a recuperar población, lo que no es incompatible con mantener la savia joven de nuestros territorios. Con formación para los autóctonos y para los inmigrantes.
La energía eólica
–En eólica terrestre aún hay poco desarrollo en El Franco.
–Tenemos tres eólicos en el Alto La Vara, compartidos con Coaña, que nos dejan unos recursos muy interesantes y que pese al impacto visual no tienen rechazo. Estamos tramitando otros en La Braña. Son zonas áridas y altas, en los que es difícil que compita con otros aprovechamientos. Tenemos que contribuir al cambio de paradigma hacia las energías sostenibles.
–¿Y la eólica marina? Los pescadores están en armas contra los parques eólicos flotantes.
–Sí, es otro cantar. Hemos de tener muy claro cómo nos afectaría a la pesca de bajura. Determinadas empresas de la zona, que representan muchos puestos de trabajo, tienen un efecto perjudicial para el mar. Si la eólica marina va a afectar a los caladeros, que son de los mejores, hay que tener en cuenta que son muy limitados. Creo que antes de decidirnos por la eólica marina hay que darse cuenta de que no podemos matar a unos para que vivan todos. Y en ambas, la marina y la terrestre, parte del beneficio tiene que revertir en el territorio. Hoy los terrestres nos revierte un 3% de su producción anual; y debería existir una fórmula para que el territorio se beneficie a través de inversiones.
–¿En comarcas con municipios de tamaño pequeño y medio, no tendría sentido comarcalizar o mancomunar algunos servicios y reducir costes básicos?
–Yo no estoy de acuerdo. Soy partidaria de las colaboraciones entre municipios, pero no podemos desvirtuar el territorio, por el sentido de pertenencia de la población y por la proximidad al ciudadano. Si hiciésemos un único ayuntamiento de Tapia a Navia y Boal, por ejemplo, sería muy complejo de gestionar, con muchísimas necesidades y escasos recursos. La gestión municipal es complicada, en Pesoz, en El Franco y en Valdés, porque todos tenemos los mismos problemas en mayor o menor medida.
–El Parque Histórico del Navia es un caso de agrupación. No parece que funcione todo lo bien que debería.
–No respondió a las expectativas que se habían creado. Justamente en los sectores en los que más se trabajó son los más reticentes al proyecto. Eso sí, entre nosotros nos permitió trabajar en conjunto y aprendimos a trabajar así entre ayuntamientos y a poner por encima el interés general.
–¿Falló la idea, pues?
–La idea era que todo el territorio se sitiese unido a una única marca y que abarcase diversas áreas. Como proyecto está bien difundido: los primeros pobladores, los señores de las casas-palacio y las historias del mar. Trabajamos en desarrollar la parte de la naturaleza, que es también un gran potencial. Hay un plan de sostenibilidad, con tres millones de euros, para mejorar y ampliar nuestros recursos turísticos, que son de calidad. Hay un área de desarrollo importante, que es atraer a la gente al territorio, algo que con el proyecto no se logró. La figura de Parque Histórico sufrió una cierta campaña de acoso y derribo, y cierto odio; tal vez porque ejerzo de vicepresidenta.
–Valdés se llevó el polo de la innovación, con polémica con Navia. ¿Cómo lo vivió El Franco?
–Fue un claro error político. Fue un acuerdo previo a las elecciones con el Ayuntamiento de Navia que luego se encargó de dinamitar el PP. Y luego, un cambio de gobierno en Navia, con un planteamiento legítimo, por su puesto, pero que lo perdió. Fue una negativa a permitirle al anterior alcalde de Navia poner una bandera, tener un logro, cuando fue algo por lo que luchó con el apoyo empresarial. En todo caso, a El Franco no le supone un gran cambio que sea en Navia o en Valdés.
Identidad y asturianidad
–No hay desde el noroccidente una buena conexión con el suroccidente, por no hablar de una salida digna hacia León.
–No, no la hay. Esa falta de conexión es lo que determina las características del territorio. El noroccidente no tiene nada que ver con el suroccidente. Ni con Valdés y hacia allá…
–¡Eso ya es una maldad!
–¡No, no! (risas). Eso fueron las comunicaciones y su efecto. De Navia a San Tirso y Grandas somos un territorio concreto. El suroccidente, el centro y el oriente son diferentes por eso.
–Y ¿qué caracteriza al noroccidente?
–Un tipo de agroganadería que fue de supervivencia y pequeños oficios. La pesca, el marisqueo, y las empresas que vinieron a salvarnos la vida, como Ence, Reny, los astilleros. Están en Navia, pero mucha gente ha venido a vivir a El Franco. Y lo que nos chupa Ribadeo, que es lo que me quema.
–Eso quema a muchos…
–Es la Galicia más próxima que tenemos. Tiene un potencial comercial al que todos hemos contribuido. Y la parte cultural e idiomática es terrible, porque nosotros siempre nos sentimos asturianos, por encima de todo, y Galicia siempre intentó…
–…hacer del noroccidente su quinta provincia.
–¡Sí! Y en esa lucha hemos estado solos; ni los propios de casa nos ayudaban. Aún hay muchos asturianos que hoy dicen que somos gallegos. Eso es duro. Y lo hemos pasado mal por el rechazo a nuestra lengua materna, cuando se nos imponía el castellano, y también por la pelea con Galicia. ¡No somos gallegos, somos asturianos! Mi lucha por eso no es de cuando entré en política, es de siempre. En Illano hubo un movimiento galleguista que llegó a recibir subvenciones del Principado, lo que era tanto como dar de comer al enemigo. Y eso hiere.
SU LUGAR ESPECIAL
La laguna romana del pico Cuadramón
Cecilia Pérez es una caminante impenitente. Hasta cinco veces ha completado el Camino de Santiago, por sus diferentes trazados, en compañía de buenas amigas. Cuando las caminatas son menos ambiciosas, uno de sus destinos predilectos es subir al pico (o monte) Cuadramón, la segunda cumbre de El Franco, desde donde las vistas son un regalo. Y con sorpresa: allí hay una pequeña laguna que en su día fue un reservorio que la explotación aurífera romana de Andía usaba para acumular el agua necesaria para esa minería. La canalización romana no se ha hallado aún, pero la pequeña laguna es un lugar especial por ubicación e historia. o. villa