PIERRE BOUTONNET Y MARIE DUQUESNAY. CASA FOLGUERAS. VILLANUEVA (SANTO ADRIANO) – 105 HABITANTES
Agropolitanos. Llegaron hace siete años a Asturias atraídos por su paisaje y abrieron un alojamiento de turismo rural desde el que desarrollan sus proyectos: ella dirigiendo una empresa de servicios informáticos con sede en París y él una agencia de viajes especializada en naturaleza
PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA
A medio camino entre Villanueva y las antiguas minas de hierro de Castañedo encontraron Pierre Boutonnet y Marie Duquesnay el sitio donde levantar la casa para que creciesen sus hijos y la base desde la que trabajar en sus respectivas profesiones. Ambos provienen de entornos campesinos: él, hijo de veterinario rural, lleva un cuarto de siglo como guía naturalista con su propia agencia de viajes de ámbito internacional; ella, nacida en una familia de ganaderos, dirige su propia empresa de servicios informáticos radicada en París –la ciudad en la que residió catorce años– teletrabajando.
Casa Folgueras, el alojamiento rural que abrieron al poco de establecerse en esta antigua casería de Santo Adriano, da sentido a su interés por divulgar el patrimonio natural y cultural asturiano –especialmente, entre clientes francófonos– y es una actividad clave de la economía familiar, complementada parcialmente con los productos que cultivan para autoconsumo. Su proyecto vital se acerca mucho al concepto de agropolitano que los expertos defienden para la supervivencia del medio rural.
«En estos valles hace años se decía que no había futuro, con una población envejecida, la gente se iba a trabajar a la ciudad. Creo que eso está cambiando, vivimos en un mundo complicado y la búsqueda de una calidad de vida nos favorece. Yo tengo mucha confianza en el futuro y en los proyectos que pueden aportar los jóvenes. Hace falta poner energía y que los políticos se den cuenta de que hay que cambiar algunas cositas: en la ganadería apostar por la calidad, los productos ecológicos, circuitos cortos de economía para equilibrar los precios y que revierta en el comercio local, turismo sostenible. Cuando me pregunta la gente qué podemos hacer para progresar, les digo casi se manera provocante: ‘Nada, solo hay que conservar, en Asturias tenemos de todo’», expone Pierre.
Marie pone de ejemplo iniciativas como las del Ecomuseo La Ponte de Villanueva: «Ellos defienden que no debemos olvidar el pasado y que debemos potenciarlo. La pedagogía es importante, yo lo veo en la Senda del Oso: sería interesante explicarle a la gente su contexto, el origen en la línea de tren, el patrimonio etnográfico, los nombres y uso de las plantas, etcétera. Podría crearse empleo en la propia población local que tiene esos conocimientos y serviría para darles orgullo, revalorizando lo que hay», opina.
Desde Folgueras, Boutonnet organiza la logística de los paquetes de turismo de naturaleza de su agencia por todo el mundo, principalmente en África y Sudamérica, a la vez que acoge de marzo a junio y de agosto a noviembre grupos reducidos en la casa rural para llevarlos a entornos como Somiedo, Picos de Europa o los propios valles del Oso.
Duquesnay atiende el establecimiento durante sus salidas, mientras coordina el equipo de doce trabajadores de su empresa en Francia.
Sin una buena conexión digital, nada de eso sería posible, admiten ambos: «Hemos tenido suerte de encontrar un servicio como el de Sextaferia, una cooperativa que lleva la banda ancha a lugares sin acceso del medio rural. Trabajamos con la misma calidad que podríamos tener en Oviedo o en París», apunta Marie.
Sus dos hijos: Martín y Lila, de 18 y 16 años, se criaron aquí. «Son bilingües y seguramente necesitarán salir para vivir sus propias experiencias. Luego decidirán. Nuestro futuro lo vemos aquí en Folgueras, sin ninguna duda», aseguran.