PELUQUERÍA AMBULANTE – GAMONES  (VALDÉS) – 105 HABITANTES
Susana García López se quedó sin trabajo y comenzó a ofrecer servicios de peluquería y estética a domicilio recorriendo el Occidente

ROSANA SUÁREZ

Consciente de las dificultades que muchas personas tienen para desplazarse en la zona rural, bien por su avanzada edad o por la falta de transporte, Susana García se lanzó a la aventura hace ocho años: «Emprender en un pueblo no es difícil, solo hay que tener ganas, mucha paciencia y ser responsable». ¿Cuál fue su idea? Ofrecer servicios de peluquería y estética a domicilio.
Trabajaba en una peluquería en la localidad valdesana de Trevías cuando se quedó sin empleo: «La solución era buscarme la vida». Lejos de abandonar la zona rural, su objetivo era claro: afincarse y desarrollar su actividad empresarial. García explica que «ya por aquel entonces había personas que demandaban que fuese a sus casas a cortales el pelo». Poco a poco, y gracias al boca a boca, se dio a conocer y le fue surgiendo más trabajo.

Comenzó desplazándose por su Valdés natal, donde actualmente reside, pero pronto le surgieron eventos en otras localidades de los concejos vecinos. «Iba por los hoteles. Se juntaban varias invitadas de boda y las peinaba», relata. Lleva desde agosto de 2013 recorriendo la geografía del Occidente de Asturias. Con su coche, con el que transporta todo tipo de herramientas de peluquería y material de estética, recorre actualmente los concejos de Valdés, Cudillero, Navia, Salas y Tineo. «Solo necesito agua, luz y una silla. El resto lo pongo yo», indica. En su vehículo no falta de nada: maletines de ruedas para el material, toallas, lavacabezas, maquillaje, productos de pedicura y manicura…

Con la pandemia pensó que las cosas cambiarían. Estaba ante un año en el que no habría bodas, comuniones ni bautizos y eso, previsiblemente, reduciría el trabajo. Se equivocó. «La crisis sanitaria me trajo muchísima más clientela, sobre todo gente mayor que vive sola. Con la pandemia muchos no querían salir de casa por miedo», afirma. Para preservar la salud de los clientes que reciben el servicio en su domicilio García ha extremado las medidas de seguridad e higiene, de tal forma que no se corran riesgos innecesarios en cada servicio prestado.

García cuenta con una clientela fija, personas con las que llega a crear un vínculo afectivo: «Son como familia, algunos aprovechan para pedirme que les lleve algún recado». La cita previa es obligada por una cuestión de logística: «Al trabajar por los pueblos, tengo que contar con el desplazamiento, por lo que intento concertar las citas por zonas». Presta sus servicios todos los días de la semana, excepto el domingo.

Cuando comenzó sus estudios no pensó que trabajaría por su cuenta de casa en casa. Ahora dice que no se plantea otra forma de vida. «No cambiaría esto por volver a trabajar en una peluquería, ni aunque fuese mía. Mi trabajo es muy gratificante y, además, los gastos son menores a los que podría tener en un local donde tendría que cumplir también con unos horarios».

García trabaja principalmente con personas mayores, con movilidad reducida, dependientes o con algún tipo de discapacidad. «Hay casos en los que atiendo a todos los miembros de la familia, empezando por el abuelo y acabando por los niños», subraya.