MULTIAVENTURA VIDOSA (SAN IGNACIO, PONGA) – 36 HABITANTES
Gabriel Iglesias se lanzó hace cinco años al vacío. No el del puenting ni el de las tirolinas que gestiona, sino al de una fortísima inversión para hacer de su hotel montañero un atractivo excepcional para los adictos a la paz y a la adrenalina de las montañas

OCTAVIO VILLA 

El hotel de Puente Vidosa era buen negocio desde hace un siglo. De una parada de postas que regentaba su familia lo construyó, en piedra caliza, el abuelo de Gabriel Iglesias, su actual gerente. Su padre lo amplió con más habitaciones de hotel y Gabriel, insospechadamente graduado social e ingeniero informático, le añadió un edificio de apartamentos hace dos décadas… y un parque de aventura hace un lustro.

Las ideas, claras: «No quería que los clientes, que vienen buscando tanto tranquilidad y descanso como emociones, tuvieran que mover el coche en sus estancias de tres o cuatro días. Así que en lugar de limitarse a seguir con la oferta hotelera y hostelera de toda la vida, Gabriel afrontó una fortísima inversión para dotar de jacuzzi a varias de las habitaciones, instalar una sauna, un gimnasio y una piscina cubiertos, con un espléndido solarium en pleno desfiladero de Los Beyos. Y por crear un parque de aventura con un cariz claramente profesional: Vías ferratas desde K1 a K7 (pocos escaladores pueden con ese nivel, «aunque muchos vienen a intentarlo». Tirolinas de hasta 500 metros de recorrido y hasta a 300 metros de altura. Una se puede recorrer en una bicicleta adaptada. Puentes tibetanos no aptos para quienes sufrimos de vértigo. O no, aptos para desafiar nuestros límites y vencer nuestros miedos con una seguridad absoluta. Dos de los puentes, habilitados para hacer ‘puenting’.

El visitante encuentra así en pleno puerto de El Pontón, a apenas cinco kilómetros del límite con León, un lugar para quedarse, divertirse y olvidarse del mundo unos cuantos días a precios aquilatados.

Lo de olvidarse del mundo tiene una segunda lectura. Para el cliente, buena si lo que quiere es desconectar del todo. Para el profesional, algo más dura: «No tenemos cobertura de internet, más allá de un cable de diez kilómetros que viene desde Santillán (Amieva), lo que reduce sus prestaciones a un cuarto de giga. Así no se puede. De vez en cuando nos hemos quedado sin cobertura de móvil durante varios días seguidos», se queja Gabriel. Ha sido concejal y teniente de alcalde, lo tiene claro: Es necesario repoblar Ponga y Amieva, pero «si queremos repoblar estas zonas hace falta internet digna. Y ya».

No lo dice solo por su hotel y su parque de aventuras. También, con criterio amplio, «porque hay mucha gente que está queriendo venirse a zonas como Ponga o Amieva a vivir, a causa del confinamiento por la pandemia. Muchos preguntan por casas para comprarlas y rehabilitarlas, pero también muchos se echan atrás cuando se enteran de cómo estamos de cobertura de internet y móvil, porque sin unas condiciones de conectividad dignas, ningún profesional podrá teletrabajar desde aquí». Lo comenta con amplio conocimiento de causa. Su propio hermano, un profesional que vive en Oviedo, se planteó irse a San Ignacio a causa del confinamiento, «pero no pudo ser. No hay forma de que pueda trabajar desde aquí».

Mientras lo dice, dos jóvenes visitantes recién llegados se impresionan, desde la terraza del hotel, con la perspectiva de la gran cascada que domina el paisaje. Con el puente tibetano de más altura, al que se accede tras una respetable caminata. Con Javier, un entusiasta madrileño que, tras bajar todas las tirolinas por tercer día consecutivo, hoy se va a atrever con el ‘puenting’. Portugueses, franceses, vascos, madrileños y gallegos llenan el hotel y el parque de aventura en un miércoles de finales de septiembre, «y en marzo ya comienzan los grupos de estudiantes». El turismo puede desestacionalizarse. También en Asturias.