MARILÓ RAMOS. CHYMAKA ARTS – NIÉVARES (VILLAVICIOSA) – 52 HABITANTES
Tejiendo el tiempo. La sevillana Mariló Ramos retomó hace cinco años las enseñanzas de su abuela cuando se fue a vivir a Niévares, donde creó su taller en el que trabaja la lana de forma natural y artesanal

LUCÍA LÓPEZ PÉREZ

Doce años lleva Mariló Ramos integrada plenamente en Asturias, desde que decidió irse de su Sevilla natal y venir a la región para trabajar en un centro de menores, gracias a su profesión de educadora social. Debido precisamente a esta labor, Ramos aterrizó primero en Gijón, donde estuvo viviendo durante siete años. Sin embargo, siempre supo que su vida estaba ligada al campo, pues ya en Dos Hermanas, donde nació, y en Aguadulce, el pueblo de su infancia, había cultivado este deseo desde pequeña. Por eso fue inevitable no ver el nacimiento de su hija como una señal para abandonar la vida en la ciudad con el fin de «salir del ruido y de la vida frenética» y mudarse a la zona rural, en busca de una tranquilidad imposible de encontrar en otro sitio.

Así fue como hace cinco años Ramos encontró Niévares. O mejor dicho el pueblo la encontró a ella, porque su zona –en la que apenas viven una veintena de personas– se convirtió en el lugar ideal para que Mariló volviese a retomar las enseñanzas en al arte de tejer que su abuela le había inculcado en su infancia y compartirlas con sus vecinos: «Este oficio me permite seguir con la labor de educadora porque puedo enseñar lo que hago y cómo es el proceso». Debido a que hasta hace un año contaba con un rebaño de ovejas, Ramos eligió la lana como el tejido vertebrador de sus creaciones, encontrando una forma de poner en práctica lo aprendido y buscar una opción para crecer personalmente en el campo. «Es una forma de encontrarte a ti misma y de conocerte», comenta. Aunque para ella también fue una forma de conocer a sus vecinos, pues tras dejar a un lado el rebaño porque «las ovejas comenzaron a comerse la corteza de los manzanos», algunos de ellos le proveen la lana. Otros incluso fueron los responsables de despertarle la curiosidad en el oficio como Inés Heredia, una vecina que «crea piezas con fieltro» y de la que Ramos aprendió lo necesario.

Sin embargo, la tranquilidad, el conocimiento y la autosuficiencia que provoca vivir en el medio rural son ventajas que para Ramos están ensombrecidas por la soledad. «Cada vez hay menos personas para relacionarte aquí y la mayoría son mayores. Si quieres hacerlo tienes que coger el coche e irte a Villaviciosa, por ejemplo, lo que ya supone un gasto». De igual forma, Mariló Ramos asegura que la escuela rural también es un incentivo para evitar el despoblamiento: «Sería primordial que no cerrasen las escuelas de cada pueblo o al menos que te dejasen escoger con libertad cómo quieres educar a tus hijos y darte la opción de estar con ellos en un mismo espacio». Ramos es consciente de que cada vez son más las familias alrededor de su zona que se van a la ciudad ya que las posibilidades de relacionarse, especialmente entre los niños, son cada vez más limitadas.

Además de una mejora de las comunicaciones y de los espacios rurales comunes, esta artesana propone a los propietarios que alquilen sus casas como lo hicieron con ella, sin miedo a que los inquilinos las puedan destrozar y olvidándose de la estacionalización. «Le diría a la gente que alquile las viviendas que tienen cerradas y que se están cayendo. Si hay gente que no quiere vender y prefiere tener su casa así, también se cierran las posibilidades de mejora». Pese a las dificultades, Ramos ha logrado tejer toda una nueva forma de vida sostenible, tranquila y artesanal en el campo.