MARÍA JESÚS GALÁN – CUE (LLANES) – 265 HABITANTES
Alta costura desde el pueblo. Cada pieza que sale del taller de Trajes Josefina Fernández tiene detrás horas de trabajo completamente artesanal y años de investigación y experiencia transmitida de madre a hija

LUCÍA RAMOS

Mucho más que moda, los trajes tradicionales de aldeana llanisca y de porruano son una auténtica seña de identidad en el oriente asturiano. Una tradición viva que tanto quienes los confeccionan como quienes los visten cuidan con mimo por toda la carga cultural y emocionan que conllevan. Esto es algo que María Jesús Galán aprendió desde bien pequeña de su madre, Josefina Fernández y que ahora que heredó su taller en la localidad llanisca de Cue sigue a rajatabla. Buena muestra de ello son los finos bordados y los delicados brocados que lucen los cientos de trajes que la rodean mientras trabaja sin parar. Eso sí, el encanto de los trajes de llanisca y porruano «se puede sacar al día a día, no limitarlo a la jornada festiva y al cantu del ramu», asevera Gánal, mientras muestra algunas de sus últimas creaciones: camisas de porruano para el día a día, bolsos y mochilas que combinan las telas de los trajes con cintas de terciopelo, camisetas con corales bordados y, lo último, una sudadera con el tradicional símbolo de los trajes de porruano estampado.

Fue cuando María Jesús y sus hermanos eran pequeños cuando su madre comenzó a confeccionarles trajes para las fiestas. «Tenían mucho éxito y alguna gente le empezó a hacer encargos que ella recibía en su salita de costura, pero poco a poco la cosa fue creciendo y terminó creando un taller en el garaje de casa, que es donde seguimos, aunque ya barajamos la posibilidad de buscar algo más amplio», relata Galán. E indica cómo ella misma, también amante del folclore llanisco, decidió seguir los pasos de su madre cuando terminó de estudiar. «No me arrepiento para nada de haberme quedado en el pueblo, aquí tengo todo lo que necesito, además de tranquilidad y libertad», asevera. Y recalca, eso sí, la importancia de poder contar con buenas conexiones, tanto por carretera como de internet, para que los negocios rurales puedan seguir creciendo.

«Haciendo trajes de aldeana y de porruano conservamos la cultura y el patrimonio de Llanes y, además es un trabajo muy agradecido, ver tus creaciones en una persona es una sensación difícil de explicar», reconoce. El suyo, además de un trabajo puramente artesanal –confeccionar un solo traje puede llevar seis meses–, tiene una faceta de investigación. «Siempre estás buscando libros y fotografías antiguas para ver cómo eran los trajes de antaño y seguir conservando ciertos patrones, aunque haya algo de margen para lo nuevo», indica.

En ello estaba cuando estalló la pandemia, dejándoles a ella y a sus compañeros completamente parados por la falta de fiestas. «Estuvimos año y medio completamente parados, sin ningún ingreso e incluso hubo quien no aguantó y tuvo que cerrar», explica. En ese contexto, y gracias al impulso de amigos y familiares, María Jesús dio rienda suelta a algo que llevaba en su mente mucho tiempo. «Todos utilizamos alguna vez prendas del traje, como la camisa de porruano, fuera de la fiesta, no inventé nada», indica. Así nació su segunda marca, Valamé –por las primeras estrofas de ‘El Pericote’–, que además de para seguir teniendo algunos ingresos en plena pandemia, ayudó a la artesana a mantenerse activa. Hizo incluso cursos para manejar las redes sociales, a través de las cuales muestra ahora su trabajo y sus creaciones. «Se pueden hacer cosas originales e innovadoras desde el pueblo», apostilla.