MAGO DE PALO – VILLANUEVA DE OSCOS – 261 HABITANTES
Arte con naturaleza. Belén Mallo elabora en su taller piezas y todo tipo de animales con conchas, palos, huesos de aceituna o pieles de fruta y verdura
MARÍA JARDÓN
De sus manos salen obras como ‘Don Quijote de la Mancha’, ‘El Principito’ o dos delicados enamorados, todos hechos con palos, huesos de fruta o conchas. Lo único imprescindible para esta artesana es que el material proceda de la naturaleza. Belén Mallo nació en Avilés, donde trabajaba como diseñadora gráfica en una empresa. Cuando quebró «no quería volver ni a la ciudad, ni a la publicidad», afirma, y de los largos paseos por la playa «pensando cuál iba a ser mi futuro», nació su pasión. «Comencé a recoger conchas y piedras y empecé a hacer ajedreces con cosas naturales», explica. Y así fue tomando forma su proyecto, Mago de Palo.
Su amor por el campo la llevó más adelante hasta Villanueva de Oscos, cuando estaba embarazada de su tercer hijo. «Buscábamos una casa lejos de la ciudad y el, por aquel entonces, alcalde de aquí nos echó una mano para que pudiéramos asentarnos. Éramos una familia de cinco miembros y en los pueblos eso interesa para ayudar a repoblar», explica Mallo. Desde allí realiza ahora todas sus creaciones, en la actualidad con la ayuda de uno de sus hijo: «Es muy bueno y con su propio estilo». A corto plazo pretende convertir el pajar de su casa en una tienda-taller donde poder recibir a los clientes y trabajar en sus diseños. «No será un taller al uso, es algo que no existe, es una exclusividad mía», señala.
Lleva más de 30 años realizando estas figuras que vende a través de su web, aunque ella prefiere el cara a cara porque «internet es otro trabajo y más que nada vendo a las personas que ya me han comprado, saben cómo trabajo y me encargan otras piezas». Lo que sí suele hacer es acudir a mercados, «aunque hay que mirar y economizar esfuerzos. Por ejemplo, llevo yendo 26 años a la Feria de Navidad de Oviedo». Mallo tiene claro que «no me voy a hacer rica con este trabajo, pero sobrevivo y vivo de lo que quiero».
La estrella de su trabajo es un personaje al que bautizaron como ‘Ocioso’, que «es un bichito que está hecho con un hueso de aceituna», cuenta. «Mi pareja le puso ese nombre porque siempre lo hacíamos descansando, tirado, nunca hacía ninguna labor pero luego empezamos a hacerlo trabajar», ríe. Y la verdad es que entre sus creaciones podemos descubrir al ‘Ocioso’ pianista con una concha de mejillón, el pescador, el flautista e, incluso, el gaitero. «Sin duda es el que más me gusta hacer», añade.
Todos los materiales que utiliza los extrae de la naturaleza. «Prefiero usar las cosas cuando han llegado a un grado de degradación que no va a ir a más, desde la piel de cebolla hasta excrementos de caballo, que cuando seca no huele. También del mar recoger palos, conchas, piedras o raíces», enumera.
A pesar de ser de ciudad, Mallo adora la naturaleza y necesita vivir en el campo, «estoy bien aquí, como estaría en Teverga o Somiedo, pero en Villanueva tengo el mar muy próximo y es una zona sin masificaciones», resalta. Lo único que critica es la competencia que hay entre los tres Oscos: «Hay tres bancos, tres centros de salud… Hay que ponerse de acuerdo y hacer unas buenas instalaciones. Tener una buena piscina en vez de tres malas o un buen colegio en vez de tres».
Opina que la vivienda es un problema para vivir en el medio rural porque no hay muchas casas y «hay gente que tiene una casa aquí, se va a vivir a la ciudad y la deja cerrada para que se caiga, no la alquila ni la vende», lamenta. Por ello considera necesario un cambio de mentalidad: «La gente no se da cuenta que va a morir y no se va a llevar nada. Si todos aportamos un poco y hubiese más solidaridad, todos viviríamos mejor».