Foto: El alcalde, con Cruz Maestre, Rocío Huerta y Thomas Bares, en la pista de competición de la Yeguada Maeza. / O. Villa

Sidra y caballos. El valle de Sariego acoge los centros más avanzados de Asturias en la elaboración de la bebida patria y en la crianza de caballos de competición. No es casualidad que confluyan en el mismo lugar

OCTAVIO VILLA

Dice el alcalde de Sariego que el concejo, hoy, sigue el modelo de los municipios vascos: Un polígono industrial potente, pero que no interfiere con el desarrollo agroganadero. Antes al contrario, no son pocos los trabajadores que compaginan el empleo industrial con proyectos ganaderos. Y Sariego tiene no uno, sino tres grandes proyectos agroganaderos en el final de su vega por el norte. Son el nuevo llagar de Trabanco; la bodega con pumarada (probablemente la más grande de Asturias, y una de las mejor plantadas) de Valverán, y la gran Yeguada Maeza, que ha situado, en cinco años, a Sariego en el circuito internacional de grandes premios de hípica.

El caso de Maeza es particularmente notable. Se trata de una pareja, Cruz Maestre, de origen asturiano, y Thomas Bares, alemán, que decidieron hace ya algo más de una década crear un centro hípico en principio para que su hija, Cristina, tuviera arraigo a la tierra de sus mayores y, a la vez, pudiera disfrutar de su pasión por los caballos y por la hípica. Cuenta Cruz que «lo nuestro fue una sucesión de ‘y sis’. ¿Y si nos dedicamos a la cría? ¿Y si ponemos un hospital veterinario?…». Con el tiempo, Yeguada Maeza se ha situado al nivel de los mejores centros hípicos privados europeos, y hoy da empleo a 30 personas en un concejo de 1.263 habitantes. Entre Maeza, Valverán y Trabanco hacen del norte de Sariego el ejemplo de lo que el campo asturiano, casi todo él, podría ser. Con fe en los proyectos y con buena planificación. Adaptándose a los tiempos y al mercado. Mirando al frente sin complejos.

Pueblo ejemplar en 2006

Esos proyectos llegaron de fuera, pero Sariego tiene algo que le hace diferente. Una particularidad que no se repite en ninguno de los demás concejos de su dimensión poblacional es que su número de habitantes se ha mantenido muy estable en los dos últimos siglos. Su mayor cifra fue en 1940, con 1.744 vecinos, y la menor, en 1842, con 1.031, cuando el concejo se denominaba Sariega, en femenino. Y está documentado que en el siglo XIII rondaba las 1.500 almas. En 996, el Rey Bermudo II donó las tierras y los hombres de Sariego a las monjas de San Pelayo. En 1.201, Alfonso IX lo donó al Monasterio de Valdediós. Y en 1413, los sareganos, quizá ya muy hartos, asaltaron el coto de ese cenobio. Genio y figura.


Foto: Los alcaldes de la comarca, en la zona de andadores para los caballos / O. Villa

Parte del mérito lo tiene la ubicación, otra parte se puede atribuir a la bonanza de su vega, pero no hay que olvidar la fuerza de su masa social y la interrelación de los vecinos. Fue, la comunidad vecinal de Sariego, Pueblo Ejemplar de Asturias en 2006. En ese momento Sariego contaba nada menos que 17 asociaciones, muy centradas en dar a conocer la riqueza cultural del concejo, con más de cien paneras y hórreos catalogados y con tradiciones que se mantienen, como la celebración de la misa en bable de la Cueva de San Pedrín, la esfoyaza, la sestaferia y la siega, el exitoso concurso de pintura al aire libre, las dramatizaciones de la historia de Sariego que organizan los vecinos y la inmemorial ofrenda anual del Pueblo de Sariego al Monasterio de San Pelayo.