LOS PILARES DE CARREÑO – EL VALLE (CARREÑO) – 245 HABITANTES
Rutas para todos José Manuel Muñiz ha puesto en marcha ‘Los pilares de Carreño’, una opción de recorridos cicloturistas inclusivos que aúnan cultura, gastronomía y literatura

MARÍA JARDÓN

Tras más de 20 años trabajando de director comercial de una importante compañía y viajando por toda Europa, la vida y una serie de problemas de salud hicieron que José Manuel Muñiz tuviera que reconvertirse. Lo hizo poniendo en marcha su propio negocio: ‘Los pilares de Carreño’, un proyecto nacido de «la pasión por esta zona donde crecí, la cultura y el deporte».

La idea fue creciendo poco a poco y de pensarla como una opción para hacer un recorrido en bicicleta con su mujer, acabó convirtiéndose en unas rutas accesibles para todo el mundo y que conjugan cultura, gastronomía, literatura e historia. Es un proyecto que desde el primer momento tuvo muy buena acogida: «en cuanto le comenté mi propuesta a la alcaldesa le encantó y me motivó a seguir adelante», recuerda Muñiz, un apoyo que también recibió desde la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (COCEMFE). Investigó para conseguir bicicletas y triciclos especiales que dieran la posibilidad de recorrer el circuito a todo el mundo. «Busqué a un ingeniero en Arrasate que fabricaba una bicicleta inversa para personas con problemas de movilidad o equilibrio. También miré en Holanda, Japón o Alemania, empecé a armar una flota de vehículos muy especiales. Personalizándolos para que hiciesen juego y que fuesen integradores. No quería que fueran específicamente de discapacitados», explica.

Actualmente cuenta con 22 velocípedos de tipos diferentes. «Son todos eléctricos, con frenos de disco y amortiguador». Entre ellas, un tándem preparado para «llevar a personas con discapacidad severa, traído de Holanda, tiene marcha atrás, calapiés especiales y arneses», apunta. También dispone de tres velocípedos con carro perfectos para viajar con niños, personas mayores o, incluso, con mascotas; triciclos y triciclos inversos que ofrecen una mayor estabilidad, ideales para usuarios que no se sienten seguros sobre vehículos de dos ruedas; y por supuesto, bicicletas normales.

Lo que más le costó fue fusionar las rutas cicloturistas con la cultura, la historia, la literatura y la gastronomía de la zona para que lo englobara todo y que fueran inclusivas. Sin embargo, destaca que «todo vino rodado, cuando tenía la idea de una bicicleta en la cabeza, aparecía. Diseñé una ruta que cubriera 24 puntos de interés de la zona», señala Muñiz, un recorrido de unos 15 kilómetros que incluye un picnic y es muy accesible para toda la familia. «Más adelante me di cuenta que había gente que no iba a llegar hasta ahí y preparé otras opciones más cortas y accesibles, para que participe todo el mundo», recalca. Entre las rutas clarinianas que ofrece se puede ver la casa en la que el novelista pasó varios veranos, descubrir varias de sus citas y disfrutar de un picnic compuesto por sándwiches, pastas y bebida.

Su proyecto arrancó en septiembre y confía en que tenga un impacto positivo en la economía del concejo. «Va a aportar un conocimiento de la zona que no existía; generar puestos de trabajo, incluso para personas con alguna discapacidad y potenciará el turismo rural, es un negocio que se puede replicar en otras zonas de Asturias», afirma. «Encontrar una ruta que reúna historia, cultura y patrimonio como es el caso, es muy difícil. Por ello creo que el turismo de Asturias puede revertir a esta zona», concluye.