LOLI NAILS – VILLA DE COLUNGA (COLUNGA) – 1.167 HABITANTES
Colunguesa de Madrid. Loli Bernal abrió las puertas de su negocio de manicuras hace poco más de un año y ofrece también servicio a domicilio para los que no pueden desplazarse

MARÍA JARDÓN

Después de toda una vida trabajando como dependienta, la imposibilidad de trabajar de pie por salud le llevó a buscar su propio camino con 52 años y Loli Bernal no se lo pensó y decidió montar su propio negocio en Colunga, localidad en la que reside. «A esa edad y con la limitación que tenía sabía que tenía que buscarme la vida sola», señala. Lo más complicado de los comienzos para ella fue formarse desde cero, y a su edad, «se hace todo más difícil». No sólo porque estaba acostumbrada a realizar el mismo trabajo durante más de treinta años, sino porque «es algo que desde fuera parece más fácil y cuando te metes te das cuenta de que es todo un mundo. Además, va muy deprisa y hay muchísima gente joven que te da mil vueltas, es complicado», resume. Sin duda, es una profesión en la que «hace falta mucha dedicación para ser buena y yo estoy en el proceso», reconoce con ganas, porque si hay algo que no le falta a esta madrileña afincada en Colunga desde hace diecisiete años, son ganas.

Loli Nails abrió sus puertas el 4 de julio de 2023, aunque meses antes había empezado a realizar servicios a domicilio. «Es algo a lo que le doy mucha importancia porque estamos en una zona con población muy envejecida y me apetecía llegar a las personas que no tienen tan fácil acercarse hasta aquí», explica. Hasta la fecha, se desplaza para atender a clientas que están en Caravia o Libardón, por ejemplo, pero «voy hasta donde me llamen», aclara.

Entre los servicios que ofrece está la manicura tradicional, las uñas de gel, las uñas acrílicas, la manicura semipermanente o la belleza de pie, entre otras. Loli agradece la «fantástica» acogida que tuvo desde el primer momento y no duda en afirmar que «tengo las mejores clientas del mundo. Me puse aquí y en menos de tres días tenía la semana entera llena». Lo achaca en parte a abrir en verano –«funcionó muy bien», dice– y reconoce que esos primeros meses le daba miedo el invierno porque baja mucho el número de vecinos en Colunga.Sin embargo consiguió sacarlo adelante, «a pesar de no haber hecho nada de publicidad y no tener soltura con las redes sociales», algo que todavía tiene que aprender a manejar: «Tengo que aprender todo», recalca.

Colunga es una localidad en la que se nota mucho la subida de clientes durante las vacaciones estivales y «sería fantástico tener en invierno la mitad de clientes que tengo en verano».

Loli Nails aporta «vida y servicio» a Colunga. Un servicio al que muchas personas nunca se habían planteado acudir y «luego lo cogen con mucho cariño, porque aquí lo que más se da es cariño», aclara. Este tipo de trabajo, además, es muy agradable para las personas y va más allá de verse mejor. «Les gusta y necesitan, de vez en cuando, hacer un parón y estar un ratito de charla», señala Loli, dejando claro lo que disfruta de su trabajo.

Para ella, que viene de Madrid, «esto es vivir en el paraíso» y desea que «muchísima más gente venga a vivir al medio rural porque el cambio es para mejor». Sin embargo, en Colunga «hace falta que haya vivienda para poder vivir todo el año», algo que considera un problema importante porque, si no, «no podremos sacar adelante los negocios. Estamos en un lugar que necesita familias con niños, personas que vengan a trabajar y tengan donde alquilar todo el año»,

reflexiona. «No quiero pensar cómo estará de aquí a cinco años si no se soluciona el tema de la vivienda», advierte. Loli se siente feliz por poder trabajar en el entorno rural, donde tienes la posibilidad de conocer más a las personas, «quiero tener trabajo hasta los setenta años porque no me mueve de aquí nadie», concluye.