LLUCÍA MIRAVALLES. DISEÑADORA. RINGO RANGO – GRASES (VILLAVICIOSA) – 99 HABITANTES
Moda con raíces. Cursó Marina Civil, pero su norte estaba en tierra. Empezó confeccionando indumentaria tradicional para reinventarse como diseñadora de su propia línea de ropa inspirada en ese mundo. Desde la aldea en que vive, vende sus creaciones conectada al mundo

PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA

Ringo rango es estilo, empuje, no solo en asturiano. Ese fue el nombre que la joven diseñadora maliaya Llucía Miravalles eligió para su primer taller de indumentaria tradicional y con el que se ha reinventado para crear su propia línea de ropa basada en ese universo.

Natural de Tazones, vivió y estudió Marina Civil en Gijón para seguir los pasos de su padre. Ahora desde Grases, la aldea donde reside con su hija de cinco años, diseña y confecciona colecciones limitadas de prendas que comercializa por internet y está a punto de abrir en el centro de Villaviciosa una tienda presencial para dar una mayor visibilidad a su trabajo.

«Cuando nació la neña, tenía claro que para vivir quería pueblu y casa. Aquí estoy encantada, no lo cambio por un piso ni loca. De hecho, no creo que vuelva a vivir en uno nunca más», afirma, y subraya: «Me parece importante enseñarle a la gente que puedes vivir en una aldea y dedicarte a muchas más cosas que la ganadería o la agricultura. El medio rural no pone límites a la actividad que quieras desarrollar».

«Hice Marina por la familia, pero siempre quise trabajar en esto. De pequeña mis amigas jugaban con las ‘barbies’ y yo facía-yos ropa, era lo que me prestaba», explica Miravalles.

«Cuando acabé la carrera estaba en un grupo de baile, tocaba la pandereta y me puse a hacer trajes tradicionales. Estuve seis años, di el giro porque quería pasar más tiempo con la neña y, con las horas que echaba en el taller, imposible».

Un curso de búsqueda de empleo en la Casa de Encuentros de la villa la animó a lanzarse con su proyecto. «Hay gente que hace algo similar pero enfocado al vestuario de espectáculos y lo mío es ropa de calle, para poner en el día a día. No es nada nuevo. Si lees las biografías de los grandes modistos, Balenciaga se inspiraba en la indumentaria, sobre todo en los volúmenes. Lo novedoso tal vez sea la manera de presentarlo. Y estamos viviendo una vuelta a los orígenes, es algo cíclico: a finales del XIX, con el auge de las ciudades, se puso de moda que la gente se vistiese de ‘asturianos’. Ahora sucede algo similar, son otros tiempos y otras formas de hacer las cosas, hay internet», argumenta.

En sus prendas utiliza preferentemente materiales sostenibles o reciclados –«con retales de fajas que tenía hago mochilas o riñoneras»– y para sus envíos usa el servicio de Correos: «El cartero viene a diario y es superrápido. Además, llega a todos los pueblos».

El suyo es excepción en la Asturias de la despoblación: «Todas las casas están habitadas y en el bus escolar se juntan ocho neños. Los servicios cerca y una buena conexión son fundamentales».

No se considera neorrural: «Criéme en un pueblu, aunque los últimos años en verano había mucha gente. Aquí tengo tranquilidad, la neña puede salir fuera a jugar, hay calidad de vida», apunta.

De su generación cree que «son muy valientes y está bien la gente que marcha fuera, pero se habla poco de los que nos quedamos y peleamos por ello».

Para eso –defiende–, «tejer redes es crucial y echarnos todos una mano para revitalizar los pueblos. Aquí se puede hacer cualquier cosa, solo hay que echa-y ganes y creer en ello».