LA TIENDINA – OVIÑANA (CUDILLERO) – 553 HABITANTES
Noelia Seoane lleva diez años al frente de ‘La Tiendina’, un local especializado en quesos y productos asturianos, que destaca, además, por la atención personalizada a sus clientes
MARÍA JARDÓN
Nacida en Gijón, Noelia Seoane se siente farriega de adopción, y es que lleva más de 30 años residiendo en Oviñana. Allí se dedicó a la ganadería, pero la tuvieron que vender. Entonces estuvo realizando varios trabajos hasta que en 2014 vio que las dos hermanas que regentaban la tienda local la pusieron en alquiler, y ella y una socia se animaron a cogerla. Ahora, diez años después, continúa al frente del negocio y, desde hace un año, lo hace en solitario.
Recuerda aquellos momentos como «una apuesta a futuro porque estábamos viviendo una pre-crisis importante», y destaca que lo más complicado del comienzo «fue manejar la máquina de charcutería», dice riendo. «La coordinación que hace falta» explica, es algo que le costó bastante. «Empezamos poco a poco y nos fue bien», resalta.
Tras la puerta de este pequeño establecimiento a pie de carretera, el cliente puede encontrar de todo. Desde las legumbres de toda la vida o alguna más especial, hasta casadielles o sobaos, e incluso productos de higiene personal. «Trabajo mucho el producto asturiano, local y de cercanía, lo que es garantía de calidad y de acierto seguro», afirma Seoane, que también destaca que «el mundo del queso me encanta».
Desde que está sola al frente de la tienda cuenta con el apoyo de una empleada, Maribel Riesgo, y entre las dos hacen turnos, ya que «abrimos todos los días del año, excepto el 1 de enero». Eso sí, en verano es necesario contratar a una persona más, los fines de semana, para poder descansar al menos el domingo, «porque si no es muy duro». Desde junio hasta noviembre, si viene buen tiempo, suele haber muchos turistas y en la tienda lo notan. «El queso, la faba y los embutidos atraen mucho, sobre todo vienen muchos madrileños», analiza.
Además de ofrecer un servicio en el concejo, ‘La Tiendina’ aporta «calidad, atención y confianza» especifica, y añade que «la gente viene porque sabe que los productos que hay aquí son buenos». Pero no solo eso, es otro tipo de relación a la que se puede ofrecer en una ciudad, el cliente recibe un trato exclusivo y personalizado: «Te dedicas a él cuando lo atiendes. Si solicitan tu ayuda te entregas, les dices hasta recetas de cocina o solucionas temas de manchas, haces cosas que en un supermercado no harías», señala Seoane.
Para ella, vivir en el medio rural es calidad de vida, pues «este negocio me ha permitido conocer y llegar a gente que en otro sitio no hubiera conseguido, me aporta vida», afirma. «He crecido mucho como persona porque conoces gente y llegas a sitios que en una ciudad no hubiera llegado», continúa.
Pero para que más personas pudieran emprender en este entorno serían necesarias «más ayudas a emprendedores y a autónomos porque los impuestos son lo que nos mata», lamenta. Y es que fuera de la temporada alta hay meses que se hacen complicados: «En diciembre y enero juegas un poco con las navidades, pero de marzo a mayo son meses nefastos».
Lo que sí ha notado es que desde la pandemia ha habido un pequeño aumento poblacional, «hubo una vuelta muy grande al campo, aunque es verdad que ahora la gente ya se está volviendo otra vez a su ciudad», reflexiona. Y destaca que «se está vendiendo muchísimo terreno, vienen madrileños en avión, compran una finca y se vuelven a Madrid». Pero además de veraneantes, son muchos los que están viniendo a vivir con niños, y a este respecto aconseja que deben tener en cuenta que «en verano esto es fabuloso, pero el invierno es largo, a las 6 de la tarde ya es de noche».