LA TASCA DE ROSA – SOTO DE LUIÑA (CUDILLERO) – 399 HABITANTES
Pasión por la hostelería. Es lo que transmite Rosa Iglesias al hablar de su acogedor local, La tasca de Rosa. Un pequeño bar que abrió en 2023 a pie del Camino de Santiago, en Soto de Luiña

MARÍA JARDÓN

Rosa Iglesias siempre soñó con tener «un bar chiquitín que pudiera llevar sola» y con esta pequeña y acogedora tasca, ubicada en Soto de Luiña en pleno Camino de Santiago, lo ha hecho realidad. Por sus venas corre sangre de emprendedora y concretamente, de hostelera, un sector al que ha estado ligada desde que dio sus primeros pasos en el mundo laboral. En 2009 se hizo autónoma y junto a su marido, se puso al frente del camping de San Pedro de la Ribera. «Me encanta ser camarera, es de vocación, llevo toda la vida en ello y no me cansa», afirma.

La tasca de Rosa es un pequeño local al que ya había echado el ojo. «Lo llevaba un matrimonio mayor y les pregunté que si algún día tenían pensado dejarlo me avisaran, que tenía mucho encanto y quería algo así en el pueblo», recuerda. Por ello, cuando lo pusieron a la venta no lo dudó. «Me puse en contacto con ellos y llegamos a un acuerdo», cuenta sin borrar la sonrisa que siempre acompaña esta joven chigrera. Ella y su marido se encargaron de realizar toda la reforma necesaria y en marzo de 2023 abrió sus puertas. Lo hizo en un buen momento, porque de marzo a octubre hay mucho peregrino y la tasca se encuentra a pie del Camino. «Es el primer bar en 15 kilómetros desde la etapa anterior», puntualiza. «Me encantan los peregrinos, cuentan muchas experiencias», añade, a la vez que destaca que «muchas mujeres lo hacen solas. Este verano vino una que tenía cinco hijos y los dejó con su padre para hacer el camino», explica. «Me dio envidia sana, poder estar 20 días sola por el mundo, sin la carga que solemos tener las mujeres», añade.

El verano es buena época y «un porcentaje alto de los negocios de la zona vivimos del peregrino». El invierno es muy flojo, «solo está la gente de aquí, pero obviamente si quieres que el pueblo funcione no puedes cerrar el bar, hay que darle un poco de vida», opina y hace hincapié en ello: «El bar es el punto de unión de la gente del pueblo, si los bares se cierran no tienen donde juntarse».

Iglesias cree que «no todo el mundo se atreve a emprender en el pueblo porque hay muchas dificultades durante unos meses y prefieren un año estable», por ello es básico «administrar el dinero del verano porque sabes que el invierno es mucho más duro». Es una época en la que se dedican horas, pero no se factura lo mismo. Sin embargo, la chigrera cree que es importante «ser agradecido cuando lo tienes y después hay que dar este servicio al pueblo, no solamente pensar en ganar dinero».

En la tasca sirve desayunos, tostadas, pinchos de tortilla –«la de pimientos es la más demandada», dice– mantecado y hamburguesas que prepara incluso para llevar. Durante 15 días intentó ofrecer un menú del peregrino, pero «de momento no tengo capacidad para dar de comer aquí, la cocina es pequeña». Aunque su cabeza «no para de cavilar» y no descarta ampliarla un poco para «poder dar de comer a los peregrinos». Además, los fines de semana ofrece música en directo, lo que atrae a vecinos y gente de los alrededores. Reconoce que «aunque no dé todo lo que me gustaría, estoy muy tranquila, duermo todas las noches».

A sus 39 años y con tres hijos, Iglesias esta encantada en el pueblo. «Sales a la calle y es naturaleza pura, paz y armonía. En verano tenemos ambiente que nos encanta, pero también la tranquilidad del invierno», concluye.