Foto: El quesero de Gamonéu Sergio Suero, con trillizas nacidas el lunes
Vaca, cabra y oveja. Animales hasta totémicos, hoy son la base de una de las dos patas económicas de Cangas de Onís. La otra es el turismo que atraen Covadonga y los Picos
OCTAVIO VILLA
Es tan atractivo Cangas de Onís que hasta de los cielos bajan a verlo, como hizo un notable meteorito el 6 de diciembre de 1866, creando entre los cangueses de entonces cierto temor reverencial. Hoy el meteorito se puede ver en el Museo de Geología de la Universidad de Oviedo.
Cangas es Covadonga y Covadonga es Cangas, y ambas son la puerta de los Picos de Europa. El corazón simbólico de Asturias, la cuna de la cuasimítica Hispania romano-goda cristiana renaciente.
Hoy, la historia del Rey Pelayo y su batalla del Monte Auseva con el apoyo de la Virgen de Covadonga es uno de los más potentes mitos fundacionales de una nación europea, siempre basado en una verdad histórica, pero adornado y readecuado innumerables veces, hasta que a los hechos históricos no los reconocerían ni sus protagonistas.
Eso lleva cada año a Covadonga un millón y medio de visitantes, lo que representa una media de más de 4.100 personas al día. Dos tercios de la población de Cangas. Cada día. Y de Semana Santa a octubre se concentran la mayoría de esas visitas, con días en los que esa media se multiplica.
Vienen a Covadonga y a los Picos, pero luego se encuentran con el Monasterio de San Pedro de Villanueva, fundado en el mismo siglo VIII en el que Pelayo se las veía con Munuza y Al Qama, y que hoy es un Parador que trabaja a fondo por difundir la cultura y la gastronomía de los Picos. Se sorprenden con el Dolmen de Cangas, ubicado hoy bajo una capilla en plena capital y junto al río Güeña. Suben al cielo en Següencu o en Narciandi. O en mil sitios más.
Como si esto no bastase, Cangas es mucho más. Siempre ha sido ganadería. Antaño, más de leche que de carne, hoy a la inversa, pero gracias al tirón de uno de los quesos más especiales de Europa, el Gamonéu, y al tesón de algunos heroicos ganaderos que lo elaboran con la leche de su propio ganado, subsiste no sólo como un argumento económico de primer nivel para el concejo. También como un atractivo turístico.
El Gamonéu se elabora con la leche de los la Santísima Trinidad de la ganadería de leche asturiana: Vaca, cabra y oveja. La proporción de leche de vaca es menor que la del Cabrales, y hay algunos detalles de la elaboración que les distinguen mucho, siendo básicamente el mismo queso. Un queso azul de montañas verdes y grises, un queso de pastores, de aprovechamiento e ingenio, de afortunada serendipia en las cuevas donde en principio se metían por conservación y en las que el penicilium hizo su magia. Y de un paisaje que quita el aliento. Por eso, la ganadería no sólo ha de subsistir por sí misma. También, porque es la mejor forma de conservar los Picos de Europa y, con ellos, Cangas de Onís, como ese jardín del Edén al que acuden turistas, peregrinos y hasta meteoritos.
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