JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ NOCEDA – BARBERO . LUARCA (VALDÉS) – 4.718 HABITANTES
Coraje. Con catorce años cortaba el pelo a domicilio y con veinte abrió su propia barbería. La pasión de José Luis Rodríguez por la cultura urbana llega a cada rincón de su local, en torno al que se crea comunidad
ÁNGELA RODRÍGUEZ
Hay una esquina en Luarca donde dejas de escuchar el río, y por un segundo solo suena música hip hop. Sale de un pequeño local, tras la plaza del Ayuntamiento, donde José Luis Rodríguez creó, hace algo más de dos años, Dob Lep Barber Shop, un espacio que ya se ha convertido en una referencia cultural underground para los jóvenes de la villa. Grafitis en las paredes, pegatinas, skates y hasta una mesa de billar, la barbería es el rincón ideal para los amantes del hip hop y la cultura urbana, como su propietario. Rodríguez es de los que saben de dónde vienen y, sobre todo, a dónde quieren llegar, y es que, con tan solo veintidós años, ha conseguido crear un espacio único en el occidente asturiano.
«Mi padre vino a España de Paraguay cuando yo tenía cinco años, y mi madre vino después. Yo llegué con casi trece años, con mi hermano». Tras vivir medio año en Navia, el concejo vecino, Rodríguez se afincó en Luarca, donde vive desde hace ocho años. «Estudié el Grado Medio de Peluquería y Cosmética capilar en Avilés, pero ya cortaba el pelo desde que tenía catorce años. A los chavales, a mis padres, y también iba por las casas», apunta Rodríguez. Una etapa difícil, pero que ahora recuerda desde el sofá de su propio negocio. «Al principio, pensé abrir la barbería en una ciudad, pero aquí la gente ya me conocía. Aunque algunos me decían que este tipo de proyecto no iba a funcionar en un sitio así, yo seguí adelante. Y de momento me va bien, estoy contento y voy a seguir con ello», afirma Rodríguez. Sin duda, ha sabido adaptarse y hacerse un hueco en la villa, con el apoyo, «fundamental», de su familia, pareja y amigos. «Me costó al principio, siempre cuesta. Yo era muy tímido y me costó socializar. Abrir el negocio me ayudó también a mí. La gente se sienta, habla y te ves más suelto. Aunque, al principio, la gente no se suele fiar, porque solo ven un chaval joven».
Rodríguez, que no suelta las tijeras ni para la foto, cuenta que el oficio le llamó la atención desde pequeño, sobre todo al ver a «un par de primos en Paraguay que se dedicaban a ello». Como una declaración de intenciones, la estética de la barbería refleja a su joven dueño. Los colores vivos desbordan las paredes y se fusionan con el mobiliario más clásico del oficio. «Yo lo que quiero es unificar el estilo de la barbería urbana y el hip hop. Es lo que me gusta y tengo varios proyectos en mente», comenta con entusiasmo Rodríguez, que también escribe sus propias barras.
«Tengo todo tipo de clientes. Es cierto que la gente mayor ve el local y le echa para atrás, porque piensa que vendrá aquí y le haré el corte que yo llevo o que va a salir con una raya en la cabeza, pero no es así», comenta risueño. «Yo hago lo que me pidan, pero es verdad que me especializo más en ese tipo de cortes, como degradados y diseños». Eso sí: confiesa que prefiere trabajar con la máquina. «Sobre todo, con la trimmer, que es con la que hago mis virguerías», señala.
«Siempre me pongo algún objetivo y, si no funciona, intento otras cosas». Los mejores frutos siempre brotan de las raíces más fuertes, y Rodríguez las tiene. «La barbería se llama Dob Lep, que significa ‘doble p’, por la inicial de mi país, Paraguay, y mi ciudad natal, Pedro Juan Caballero», relata con orgullo. Bien podría ser también la P de propósito, de personalidad o de pasión.