JOSÉ IGNACIO MOLINA. ASTURIAS TIERRA Y MAR – CARESES (SIERO) – 72 HABITANTES
Continuidad. Ligado al mundo de los quesos desde joven, José Ignacio Molina tomó la decisión, hace nueve años, de abrir su propia empresa de exportación de productos asturianos y seguir con el trabajo que inició su padre
LUCÍA LÓPEZ PÉREZ
José Ignacio Molina siempre conoció a su padre al frente del almacén de coloniales que regentaba y con el que se recorría toda Asturias distribuyendo toda clase de productos. Ahí es donde podría situarse el origen su pasión por los productos asturianos, especialmente por los quesos, uno de los artículos estrella en el negocio que fundó hace nueve años junto a su esposa. «Mi padre tenía un antiguo almacén de coloniales y se dedicaba a distribuir por los pueblos. Vendía en los antiguos bares-tienda y con él descubrí el Cabrales, de ahí me vino el amor por esta profesión», dice.
Sin embargo, además de pasión, es necesaria formación, por lo que con las enseñanzas de su padre, José Ignacio comenzó a trabajar desde muy joven como comercial en una empresa, lo que le dio las tablas necesarias para desenvolverse con soltura en el sector de la distribución de productos asturianos. Así pues, cuando la empresa familiar cerró, Molina tuvo el ánimo necesario para crear ‘Asturias Tierra y Mar’ y dar una suerte de continuidad al sendero que su padre, casi de manera inconsciente, había empezado a recorrer. Primero abrieron el negocio en el polígono industrial de El Berrón, pero el ruido de los talleres y la constante afluencia de coches y camiones les llevó, hace dos años, a alejarse del ruido y la contaminación del polígono en el que fundaron el negocio y trasladarse a Careses, en busca de una mayor tranquilidad, algo con lo que «estamos encatados».
Pero no todo son ventajas, pues «hasta hace un año no teníamos fibra óptica y la cobertura no funciona tampoco muy bien. A veces falla, aunque hasta hace poco ni siquiera teníamos», lo que dificultaba mucho la tramitación de pedidos, especialmente a través de su página web. Junto a esto, José Ignacio asegura que «cada vez hay menos leche» debido a la subida de los precios del pienso y el cierre de las ganaderías. Una situación que también repercute en su negocio, pues la falta de lácteos implica la escasez de quesos, uno de los productos que más manufacturan, especialmente dentro de España –«fuera hay mucho producto y de muy buena calidad», asegura–.
Molina es consciente de la situación que el medio rural asturiano padece, principalmente ante la despoblación y la falta de ayudas. Asegura que «es importante que los negocios se instalen en el campo, pero sin los ganaderos y sin la gente que se dedica verdaderamente a él, el medio rural desaparecería» y añade que «el paisaje lo crean los campesinos». Molina asegura que no es incompatible que los negocios y los productores agrarios convivan, pero afirma que no puede permitirse que «la base» del campo desaparezca, porque si el sector productor, «que son quienes crean y cuidan el paisaje», lo hace, el resto de la cadena se viene abajo. Entre las soluciones para solventar el abandono en la que se encuentra el campo, José Ignacio propone que haya más apoyo, especialmente por parte de la Administración, al campesino y al agricultor, «algo que no se está haciendo». De igual forma, asegura que el Principado debe cumplir más con lo que promete, pues «todo son buenas palabras, pero al final no se está resolviendo el problema real de la gente del campo». No obstante, aunque le gustaría que la situación mejorase, ve «muy difícil» que lo haga porque «las administraciones no están respondiendo a las demandas». Para él la solución radica en «escuchar a la gente del campo».