JOSÉ Y CARLOS ARGÜELLES. HERMANOS ARGÜELLES – BRECEÑA (VILLAVICIOSA) – 66 HABITANTES
Sastres de la madera. Nacidos en Breceña, José y Carlos Argüelles decidieron quedarse en su lugar natal y tomar el relevo en el negocio familiar, continuando así con la tradición tonelera asturiana
LUCÍA LÓPEZ PÉREZ
José y Carlos Argüelles son los únicos maestros toneleros que quedan en España. Pertenecen a la cuarta generación de toda una estirpe de artesanos que desde hace décadas llevan trabajando el oficio de la madera y el tonelaje. «En España hay cinco toneleros, pero nosotros somos los únicos maestros que quedan», cuenta José Argüelles, que empezó con trece años en el oficio de la mano de su padre y que, tras estudiar música, decidió que quería continuar con la tradición familiar. Que a día de hoy estos hermanos sean los únicos maestros toneleros de España se debe a que solo ellos trabajan de forma artesanal, pudiendo darle cualquier forma, textura y color a los toneles y barriles que crean. «Buscamos la calidad, no ahorrar tiempo», afirman.
Sin embargo, tantos años de labor han ido dejando mella en ellos, haciéndolos testigos de la pérdida de un oficio sin relevo generacional y que, según dicen, solo encuentra trabas por parte de la Administración. «Este taller pertenecía en un primer momento a sidra Escanciador y como esta había dos tonelerías más en esta zona. Cada bodega tenía su tonelería», cuenta José. Pero la industralización hizo que las bodegas pasasen a perder interés por la madera en favor del acero inoxidable, lo que llevó a los toneles a la decadencia y al cierre de muchos talleres. «Ahora está habiendo un repunte nuevamente de la madera», cuenta José, aunque su éxito se ha mantenido desde sus inicios, puesto que «las texturas que te da la madera no las da otro material».
Sin embargo, aunque la vida en el campo supone para ellos una gran ventaja, pues les facilita tener su materia prima, la madera, al alcance de la mano, son conscientes de que «a la zona rural no paran de ponerle trabas y problemas», especialmente si el negocio no está industrializado. «Si quiero crecer, no puedo, porque tenemos muchas trabas a nivel burocrático. No sé si los políticos gestionan sin saber o si van en otra dirección», se lamenta José Argüelles.
Ante las dificultades para crecer, no resulta extraño que muchos abandonen la zona rural: «Si queremos aumentar la nave, no podemos porque el máximo edificable son 300 metros cuadrados y ya damos a una vivienda. Tendríamos que irnos a otro sitio».
Para ellos, «el campo es un bien muy necesario en la sociedad» y por ello «no puede gestionarse como una industria». Entre las soluciones que encuentran para evitar la despoblación es que la Administración tome medidas para facilitar que la gente pueda vivir en el campo. «Si la forma de vida del campo la queremos comparar con la de la ciudad, el campo muere solo. Cuando el campo muere la ciudad muere detrás, porque si no hay nadie produciendo, nadie va a comer».
Junto a esto, ambos se lamentan de la falta de relevo generacional que existe en su oficio ya que «falta material y mano de obra». Para ellos lo fundamental sería dejar los títulos académicos atrás, cambiar mentalidades, y formar a la gente en la idea de que «un oficio puede ser tan importante como una carrera». Para ello también sería ideal dar facilidades a la gente para que pueda formarse y «no alentarla a que se marche». No obstante, José Argüelles reconoce que esta mentalidad es «generacional» y sostiene que debería volverse a ella: «Hay que recuperar la enseñanza de padre a hijo».