JOSÉ ANTONIO BARRIENTOS GONZÁLEZ. ALCALDE DE BOAL – 1.380 HABITANTES
«En verano se licitará la obra del nuevo centro de salud, en torno a un millón y medio de euros, en una casa de tres plantas que una familia boalesa ha donado»
OCTAVIO VILLA
Boal. Fue ganadero de vacuno de leche en su natal Villar de Serandinas (1962) durante nueve años, aunque aquel Boal estaba más cercano del que generó emigración que del actual, en el que la presencia aún hoy de cuatro entidades bancarias con oficina en la capital habla de un resurgir económico incipiente pero prometedor. José Antonio Barrientos vio pronto que en la ganadería tradicional, con cuadras de ocho o diez vacas, no había futuro. Y tanto por sí mismo como por intentar echar una mano a su concejo, decidió meterse en la política más dura y más agradecida, la municipal. Hoy, con un mandato de cuatro años de interín del popular Ramón García Motto de 1995 a 1999, este alcalde socialista es uno de los más veteranos de Asturias. De 1993 a 1995 y de 1999 hasta que el cuerpo aguante o las urnas dicten otra cosa.
–En todo este tiempo, Boal ha cambiado mucho, ¿no?
–Ha cambiado muchísimo. Pero hay algo que permanece: Los ganaderos son la base económica y la vida del concejo, además de algo de agricultura en las zonas bajas, que son fértiles y calientes por la conformación del valle (el Navia ha formado en Boal una vega profunda y con buenos terrenos de aluvión) y el sector forestal. Tenemos muchas ganaderías de carne, que tenemos que mimar y cuidar, porque también mantienen el concejo limpio y practicable para el turismo. De los bosques sale mucha madera y tenemos tres talleres de carpintería.
–Ciertamente ha perdido mucha población, pero llama la atención que en la villa hay cuatro entidades bancarias con oficina abierta. No es habitual.
–La población de 1991 era mucho más grande, y en Boal sufrimos el envejecimiento que sufre toda la Asturias rural, lo que también nos lleva a una pérdida de población. Hemos de preservar y conservar la base fundamental de nuestro concejo, que es la ganadería, con la agricultura y el sector forestal. Ahí está nuestra fortaleza y nuestro futuro, en mantener vivas esas actividades e intentar reorientar y cambiar para mejor. Mantener cuatro bancos en Boal demuestra que el concejo tuvo pujanza, que había movimiento de capital, y aún puede ser así. Hemos de atraer emprendedores de turismo rural, en lo que nos falta muchísimo por trabajar, así como a nuevo pobladores que vienen a teletrabajar.
–Acabo de pasar por el actual centro de salud de la capital y veo que necesita mejoras…
–En cuanto a personal tenemos todas las plazas cubiertas, las dos de médico y las dos de ATS. Y, además, ahora se está redactando el proyecto para hacer el nuevo centro de salud, cuya obra se licitará el próximo verano. Va a estar en la avenida de Asturias, en una vivienda que ha donado una familia boalesa a la que le estamos muy agradecidos. La obra supondrá un gasto aproximado de millón y medio de euros. Es un edificio muy accesible y grande, de tres plantas, que va a dar para satisfacer todas las necesidades de Boal en ese sentido.
Emprendimiento y polígono
–En Llaviada estaba previsto hace años desarrollar un polígono industrial junto al campo de fútbol. ¿Por qué está parado?
–Es cierto que en su día había ese proyecto. Quedó parado cuando la crisis económica porque no hubo un compromiso real de los empresarios con la actividad en ese polígono. Sigue así porque es cierto que para atraer a empresas grandes seguimos teniendo el problema de la distancia a la autovía por la AS-12.
–Durante lo más duro de la pandemia parecía que la Asturias rural se iba a llenar de teletrabajadores… No fue así, ¿no?
–Pues, de hecho, lo estamos notando más ahora que durante la pandemia. Se están vendiendo muchos inmuebles que compra gente de fuera de Asturias, incluso gente de América. Y con ganas de ejercer una actividad aquí, no sólo para veranear, lo que también es importante. Con esto se están consiguiendo dos cosas relevantes; una, que vienen a impulsar el turismo rural. Otra, que hagan o no hagan algún tipo de actividad de emprendimiento, se están recuperando y restaurando el patrimonio, viviendas que habían quedado vacías y hasta abandonadas. También es cierto que el ‘boom’ que anunciaban algunos yo ya sabía que no iba a ser para tanto, porque para eso se necesitaba que en el entorno rural ya hubiese una actividad empresarial atrayente.
–Habla usted del patrimonio. Boal sorprende por sus casas ‘indianas’ de porte medio.
–Sí, es verdad. Tenemos un legado muy rico que dejaron nuestros emigrantes, que principalmente fueron a Cuba y a Argentina. Ese legado hemos de preservarlo, mantenerlo y darlo a conocer. Destaca lo que llaman ‘la milla indiana’, en la avenida que es el paso de la AS-12 por la capital, que es la zona donde quienes hicieron fortuna decidieron levantar sus mansiones para resaltar o dar a entender que habían triunfado.
–Se ve que querían a Boal, porque no sólo se hicieron mansiones…
–Cierto. Con donaciones de la emigración se levantaron en torno a veinte escuelas en el concejo. Entre ellas, esa tan bonita que hay a la entrada de la capital, las Escuelas Graduadas, gracias a los naturales de Boal en La Habana. Los impulsores de esas escuelas desde Cuba decían que ellos habían tenido problemas porque no sabían leer o escribir muy bien, y que querían que los que se quedaron en Boal tuvieran conocimientos suficientes para desenvolverse en la vida, cuando tuvieran que salir del concejo.
Eólicos sí, pero con tino
–Desde la Casa Consistorial vemos el pequeño parque eólico de la sierra de Penouta. En Boal no será por falta de viento en las cumbres…
–Sí, tenemos un pequeño parque eólico y hay otros dos más por colocar, también pequeños, de unos seis aerogeneradores. La aerogeneración supone un importante ingreso para el Ayuntamiento, para poder mantener los servicios que damos a nuestros vecinos. Yo creo que es una energía limpia y renovable, y que hemos de aprovechar en su justa medida. Así lo dije, lo dijo y lo mantengo. Boal nunca fue muy entusiasta de la eólica y, de hecho, denegamos un parque en Penácaros. Y también en Serandinas informamos de forma desfavorable, porque creemos que no era el sitio adecuado, porque está muy metido en el valle y afearía la belleza de nuestro valle del Navia. Pero en las zonas altas del concejo es otra cosa, y debemos aprovechar ese recurso que nos brindan la conformación geográfica de Boal y los vientos. Tanto aquí como en otros concejos, para recaudar fondos para los ayuntamientos rurales. Si tenemos ese recurso y podemos negociarlo bien y exprimirlo para mejorar la calidad de vida de los vecinos y de los servicios que prestamos, pues de maravilla.
–Usted fue ganadero. Entenderá bien el conflicto en torno al lobo, y en esta zona, también en torno al oso pardo.
–Fui ganadero y soy cazador aficionado. Y palpo bien el problema que hay detrás de la proliferación del lobo. Siempre hubo lobos por aquí, y siempre lo tendrá que haber, pero tiene que ser controlado. No puede ser que haga un daño como ocurre y que no se le ponga coto. Todo tiene un punto intermedio, y no podemos ser radicales ni del exterminio, ni de la conservación. Por cierto, los daños que le genera al ganadero hay que pagarlos de forma ágil y rápida. Y no puede ser, como pasa ahora, que se vean los lobos por medio de los pueblos, lo que hace daño a los mismos que pretenden conservarlo.
–Parece que el plan de gestión del Principado se va a poder reactivar.
–A mí me parecía que era el correcto, que era bueno. Que igual había que mejorarlo. Lo conozco en profundidad, y sí que hacía su tarea de controlar la proliferación allí donde el lobo hacía muchos daños.
–El oso es hoy un recurso turístico. El lobo también podría.
–Sí, pero de forma ordenada y controlada. Pienso que es malo legislar desde un despacho lejos del mundo rural, y también es malo no escuchar a la gente del mundo rural y aprender de ellos. Son quienes cuidaron de este medio espectacular que hoy tenemos, y se les escucha poco. Pido a quien corresponda que a quienes nacimos y vivimos en el medio rural se nos escuche más.
–Se habla, sin grandes concreciones, de que se debe apoyar el repoblamiento rural con privilegios fiscales, teniendo en cuenta que mantener la actividad en el medio rural cumple también con un servicio público. Un ejemplo: los bares de los pueblos.
–Desde luego, los bares tienda siempre dieron y dan vida al pueblo; son el centro social, porque aparte de ir a comprar lo que necesitas o a tomar un café o un vino, es donde se reúne la gente y donde socializa. Y para el propietario, hacerlo rentable a pelo es difícil. Hay que buscar formas de ayudarles a ser rentables desde la Administración, porque prestan un servicio esencial a los vecinos y porque sin ellos el turismo en la zona rural podría resentirse, también.
SU LUGAR ESPECIAL
El monumento a la emigración asturiana
En septiembre de 2012 se inauguró tras la Casa Consistorial de Boal esta obra de Favila, en honor no sólo a los emigrantes boaleses, sino a todos los asturianos que se jugaron la vida al otro lado del océano o de los Pirineos. Al alcalde le emociona cada vez que la observa, y deja traslucir que piensa en personas concretas cuando explica las actitudes de los cinco personajes del conjunto: «La madre que despide al hijo, que no sabe si volverá a ver; la esposa que, con un bebé, les mira con tristeza. El padre que se enjuga una lágrima un poco apartado…». Boal es, como Somao, como Malleza, como Colombres y como tantos otros lugares de Asturias, una ‘pequeña Habana’ gracias a los emigrantes que volvieron ricos, pero no se olvida de los que nunca pudieron volver o de los que lo hicieron con los bolsillos tan vacíos como al marcharse. o. villa