JORGE MARTÍNEZ MARTÍNEZ. ALCALDE DE RIBADEDEVA – 1.702 HABITANTES
«Envidio a Cantabria y a Galicia. Si el Principado hubiera hecho bien su trabajo, tendríamos una salida digna a la meseta por Cangas de Onís»

OCTAVIO VILLA

Colombres (Ribadedeva). Es uno de los alcaldes de partidos municipales (Juntos por Ribadedeva, en este caso), que desmienten las ideas preconcebidas sobre lo que es un alcalde clásico. Jorge Martínez (Trescares, Peñamellera Alta, 1981) habla con escasa corrección política (suelta frases como «envidio a Cantabria y a Galicia por sus infraestructuras» o críticas como «ahora nos ha dado por la oficialidad». Versatil hasta extremos curiosos, trabaja como conductor de rutas escolares de Alsa, tiene ganado de carne, trabajó durante 25 años para el Ayuntamiento y hasta ha tenido una plantación de 6.000 arandaneros, así que en algunos aspectos de las posibilidades de empleo en la comarca habla con conocimiento de primera mano.

– Uno mira alrededor en Colombres y se ve un lugar agradable para vivir, con cierto movimiento, sobre todo en fin de semana. Turístico, con el Archivo de Indianos en el centro, bien comunicado. Pero también con un 60% de población por encima de la edad de jubilación.
– Esa imagen es un tanto irreal, porque es cierto que Colombres la da en los fines de semana o verano, pero aquí hay poca opción de negocio. No sólo la capital, todo el concejo, que se ve como zona de descanso y turismo, pero si los vecinos tienen que hacer algo acaban yendo a Llanes o a Sanvi (San Vicente de la Barquera), porque aquí hay pocos servicios.

– Cierto que hay menos negocios que hace años.
– No hay pescadería, cerró la carnicería, la zapatería… Más allá de dos supermercados de muy pequeño tamaño no hay nada. Y eso se lleva la gente, hay un vacío pese al aspecto fabuloso de Colombres, con el Archivo, la plaza tan bonita y bien segada…

– ¿Un vacío que también se manifiesta en cierta carencia de vivienda para venir a trabajar?
– Sí, y además, como todos los que vienen lo hacen para tener una segunda residencia, las viviendas o las destinan a un alquiler turístico, o las pretenden tener cerradas, lo que disminuye mucho las oportunidades de alquiler continuado.

– Me dicen que hay un proyecto para hacer viviendas sociales en el antiguo cuartel de la Guardia Civil.
– Pues eso es otra muestra de lo que hablamos. Tenemos un cuartel con una casa principal, que era la del sargento, y dos pabellones de seis viviendas. Está abandonado, y la alternativa que tenemos es que sean viviendas de alquiler accesible, que fue el compromiso que adoptó el consejero Ovidio Zapico con el Ayuntamiento. Por cierto, para mí Zapico es un ‘crack’.

– ¿Y en qué situación está?
– Hicimos una propuesta a través de apitanía, y tenemos un presupuesto, hecho por el ministerio, en el que calcula la intervención necesaria en 1,3 millones de euros, lo que conllevaría la cesión de seis viviendas al Ayuntamiento. Ahora mismo, la pelota está en el tejado de la consejería.

– Esa cantidad viene a equivaler al presupuesto municipal de un año, ¿no?
– Sería el 80% del presupuesto anual, sí, es inabarcable para nosotros. Pero no para el Gobierno regional, que hace veinte años compró el edificio de San Emeterio por 750 millones de pesetas. Donde ahora está el centro de interpretación. Creo que dar servicios básicos como la vivienda es prioritario.

– Un problema común en los municipios turísticos es que tienen que garantizar servicios públicos, como recogida de basuras, abastecimiento de agua o tratamiento de aguas negras, para una población a veces muy superior a la oficial.
– Es cierto, y como alcalde, aunque lo sea desde hace dos años, tengo que asumir lo que se ha venido haciendo. Una mala gestión, en la que apostamos por la construcción. El gobierno socialista hizo 90 viviendas sociales de precio tasado, de protección, las autorizó y luego dejó que el 80% las comprasen madrileños. Eso no es hacer una política social de vivienda. Eso se puede atajar desde el Ayuntamiento con una ordenanza, por ejemplo, que marque precios públicos dobles o triples para las viviendas no habituales. Lo contrario es dejar crecer los municipios sin gravar ese tipo de viviendas.

– ¿Y ustedes han actuado en ese sentido?
– En el agua sí, tenemos una ordenanza que regula que si tienes una vivienda de uso turístico, el agua y la recogida de basura tienen importes superiores. El PSOE, en busca de votos, les cobraba a todos por igual, y nosotros eso lo hemos revisado. Eso nos ha llevado a tener cantidad de reclamaciones, curiosamente el 80% de ellas vinculadas a gente del PSOE que tienen viviendas de alquiler turístico. Alquílalas todo el año como vivienda habitual, y entonces te cobraremos como vivienda habitual.

– Aún hay núcleos en Ribadedeva que carecen de saneamiento. ¿Por qué?
– Así es. No se ha hecho nada en los últimos 50 años, salvo en las zonas más grandes, como Colombres. Ahora tenemos en La Franca una depuradora para parte de Pimiangoy de Colombres y una pequeña parte de La Franca. Y otra, en Vilde, que depura apenas diez viviendas.

– ¿Y el resto del concejo?
– Pues con decantadoras y fosas sépticas.

– ¿Quien viene a la playa a La Franca puede estar tranquilo?
– Sí, sí, está dentro de los límites. Tenemos un presupuesto de una ingeniería para hacer un plan director de la situación real del saneamiento del municipio y para intervenir en los focos grandes, pero es que no se ha hecho nada en muchos años.

– Por otro lado, falta terreno industrial, con un conflicto adicional en Noriega por eso mismo.
– Tenemos 100.000 metros cuadrados preparados para desarrollar suelo industrial, pero en más de 30 años no se hizo nada, porque la gestión del concejo se orientó a la construcción masiva de vivienda, al dinero fácil. Y este suelo municipal está calificado como suelo residencial en una zona alejada de los núcleos, lindando con la autovía y en la que se ha construido una gasolinera, con lo que no tiene ningún sentido hacer allí una zona residencial.

– ¿Y qué hará?
– Vamos a hacer una modificación del plan urbanístico para que ese suelo esté disponible como industrial. Y recurriremos al Gobierno regional o a la parte privada para que se desarrolle. Por fases.

– ¿Hay demanda?
– De forma masiva, no. Tenemos gran competencia por parte de Cantabria. Val de San Vicente tiene un megapolígono. Nosotros queremos ofrecer un suelo adaptable, quizá mejor para centros lógísticos que para industria, porque somos un punto intermedio en la costa cantábrica.

– ¿Y apoyo?
– Bueno, el Principado ha decidido que el centro de la región es industrial y las alas, turísticas, pero del turismo vivimos dos meses. No podemos competir en servicios con Oviedo, Gijón y Avilés. Tenemos un paraíso, pero no sabemos darle servicios. Si el Principado hubiera hecho bien el trabajo, tendríamos una salida digna hacia la meseta por Cangas de Onís.

– ¿Por el Pontón?
– Sí. Cantabria nos adelanta en todo. Por ejemplo, se está acabando la carretera del desfiladero de La Hermida, a Potes, mientras en Asturias hay un abandono sistemático de las infraestructuras, mientras que en Cantabria te das una vuelta por cualquier zona y están todas las carreteras bien y limpias.

– Ya me dijo antes de empezar que envidia a Cantabria y a Galicia.
– Pues sí. Es que cuando pasas de Cantabria o de Galicia a Asturias es como que vas a otro mundo. Y es que Asturias se ha centrado en tener una oficialidad, pese a que vas a cualquier zona y lo que hay es una jerga, diferente en cada lugar. Y vamos a centrar recursos en hacerlo oficial mientras resulta que tenemos las carreteras que se caen a pedazos. Y después quieres competir con el resto de España.

 

SU LUGAR ESPECIAL

La ‘Casa de Piedra’
Es, probablemente, uno de los edificios más llamativos de cuantos acogen servicios públicos municipales en Asturias. De una familia de emigrantes a Cuba bien acomodada, Ana Sánchez inició su construcción a principios del siglo XX. Casi cien años después, en 2004, el Ayuntamiento se hizo, a buen precio, con esta casa indiana que hoy acoge un centro cultural, con la biblioteca municipal, que le da mucha vida a Colombres. Un corto paseo desde la plaza mayor, que merece la pena por dentro y por fuera.