JORGE FERNÁNDEZ Y MARÍA JESÚS REDONDO, GANADEROS – LAS MURIAS (NAVIA) – 29 HABITANTES
Coger el relevo. Dejaron sus empleos estables como ingeniero forestal y enfermera en Galicia para hacerse cargo de la ganadería familiar en una aldea naviega. Han visto en la producción de leche ecológica una ventana abierta al futuro

PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA

Jorge Fernández admite con una sonrisa en los labios que su caso no es el más frecuente entre quienes en su día dejaron el pueblo para encontrar fuera de él un futuro. Él recorrió ese camino para formarse como ingeniero forestal y ejercer su profesión en Galicia. Allí conoció a la que hoy es su mujer, María Jesús Redondo, Chus, auxiliar de enfermería. Residieron hasta hace siete años en Outeiro de Rei (Lugo), la localidad natal de ella, donde ambos tenían empleos estables, y decidieron dar un giro vital para venirse con sus hijas –entonces de tres y seis años– a Las Murias (Navia) con el propósito de tomar el relevo en la ganadería familiar de Jorge. «Mis padres se iban a jubilar y habían empezado ya a vender vacas. Si no volvía, esto se quedaba abandonado. Para mí, era un ahora o nunca», desvela el actual propietario de esta pequeña explotación dedicada a la producción de leche ecológica.

Su mujer, Chus, asiente a la confesión del naviego: «En mi casa también había vacas. Lo normal en los pueblos, cuatro o cinco, pero no vivíamos de ello. Él se crió aquí y le tiraba; yo vine un poco a ciegas, tuve que hacer todos los cursos para incorporarme. Y la verdad es que no me costó mucho, creo que toda la familia ganamos con el cambio», afirma. Entre las circunstancias positivas destaca, en primer lugar, «la posibilidad de conciliar. En Outeiro dependíamos de mi madre para que nos echara una mano con las nenas, yo incluso había tenido que reducir la jornada para poder criarlas. Con la ganadería hemos podido estar más con ellas y disponer de un poco de tiempo libre organizándonos», apunta. En lo estrictamente laboral, ambos coinciden en señalar que «esta no es una empresa que haces ocho horas y te vas, no libras domingos, festivos ni vacaciones, pero es tuyo. Visto en conjunto, compensa», aseguran.

En un panorama incierto y lleno de dificultades para el sector, Jorge y Chus vieron en la producción ecológica una ventana abierta a la rentabilidad. «Es un mercado en auge y, ahora mismo, el precio del litro está a 51 céntimos, diez más que la convencional», afirman. El tamaño de su explotación les favorece igualmente en ese terreno: «Tenemos 36 vacas y 20 hectáreas de terreno. En convencional con eso poco podrías hacer, tendrías que meter más animales y aumentar los gastos para alimentarlos. Incrementar la producción es la fórmula que han tenido que seguir para poder ganar varios céntimos en el litro. Nosotros solo compramos pienso, usamos el forraje de los praos y no tuvimos que hacer inversiones porque ya teníamos la maquinaria e infraestructura de mis padres», explica el ganadero.

Comercializan el producto en la cooperativa Campoastur para su marca de leche ecológica: «Antes había que mandarlo fuera y puede ser una alternativa para muchos ganaderos de leche que puedan reconvertirse».

Cuando se le pregunta al naviego por fórmulas para revitalizar el medio rural, el ingeniero forestal señala los pinares llenos de maleza que se alzan frente a su casería: «El monte está abandonado, son recursos por explotar que podrían dar dinero. Nosotros vimos una oportunidad en las vacas porque las tenía, pero hay muchos proyectos que se podrían poner en marcha. Falta gente que se decida y que la Administración lo facilite eliminando trabas burocráticas. Lo natural podría dar mucho de sí en Asturias».