HYOTTOKO ARTESANÍA. SANTA EULALIA DE OSCOS – 431 HABITANTES
Jorge y Keiko llegaron a Santa Eulalia de Oscos y en 2013 abrieron su propio taller, Hyottoko Artesanía, donde trabajan el metal para hacer cuchillos, navajas y llamativas esculturas

MARÍA JARDÓN

Él es vallisoletano y ella, japonesa. Jorge Román y Keiko Shimizu unieron sus caminos y formaron un proyecto de vida que les llevó hasta Santa Eulalia de Oscos, desde donde continúan con la «tradición cuchillera de la localidad, que tiene más de 200 años», destaca Román.

Nació en Valladolid, pero le llamaba mucho la atención la artesanía asturiana, así que en cuanto vio que se ofertaba un puesto en una escuela taller de cuchillería en Taramundi «me acerque para probar suerte, porque sólo había once plazas», y lo cogieron. Estuvo cinco años viviendo allí, donde trabajaba haciendo navajas, hasta que conoció a Keiko.

Ella llegó al norte de España atraída por el arte rupestre. Visitó Asturias, Cantabria y el País Vasco y se quedó impresionada con lo que vio, «en cuanto volví a Tokio me metí en una academia intensiva para aprender español», ríe. Volvió a hacer otro viaje y, el último día, llegó a Taramundi, «conocí a un navajero y herrero y fuimos a Os Teixois para ver el Mazo, parecía como un mundo de cuento», recuerda Shimizu. Decidió quedarse, aprendió a hacer navajas y fue conociendo la cultura y las costumbres de la zona.

Tras crear un proyecto de vida juntos, Román conoció la tradición que tenía Santa Eulalia de Oscos en cuchillería, algo que vio como una oportunidad. «Sólo había un artesano, que ya estaba jubilado, Antonio Magadán, así que seguir con la tradición cuchillera habiendo menos competencia era muy atractivo», asegura. Eso fue lo que les llevó hasta esta localidad del occidente asturiano.

Nació así en 2013 Hyottoko Artesanía, que recibe el nombre de un personaje de la mitología japonesa. «En un viaje que realizamos a Sanyo, zona del oeste de Japón donde hacen cuchillos y herramientas varias, en un teatro de calle apareció el personaje Hyottoko, que es una especie de Dios de la fragua, me llamó la atención y me lo agencié», explica Román.

En su taller-tienda se pueden encontrar productos realizados a mano en la fragua, en la que fusionan técnicas de oriente y occidente. Román se encarga de fabricar principalmente cuchillos y navajas, mezclando la tradición de la zona con el estilo japonés y también algunos de sus materiales. Keiko por su parte, realiza esculturas, muchas de ellas inspiradas en su gusto por el arte rupestre, pero también en animales del entorno. Además, crea cucharas de todos los tamaños, incluso más largas para los tarros de miel, y se encarga de las decoraciones de las navajas.

Se trata de productos que se diferencian de otras navajas o cuchillos «por sus materiales, en cuestión de aceros y los acabados», afirma Román. «Además, cuando trabajo con material o acabados de Japón tengo un sello diferente, lo marco con mis apellidos», añade. Y es que hay piezas que puede tardar uno o dos días en hacer, incluso «si están hechas con hierro antiguo caldeado puedo llegar a tardar unos tres días», destaca.

En cuanto a sus clientes, principalmente son turistas y de diferentes puntos de Asturias, aunque también cogen encargos a través de la web y venden incluso en el extranjero. «Antes salíamos a las ferias y allí conocíamos a mucha gente», apunta Shimizu.

Este trabajo les da la posibilidad de «continuar con una tradición dentro del oficio que nos gusta y de vivir en un lugar privilegiado», explica Román. Además tienen una hija y este entorno «ha sido fantástico, tener colegio en el mismo pueblo, son todo comodidades». Y considera que para que más gente pudiera animarse a emprender en el medio rural sería necesario «que hubiese más acceso a viviendas, es un problema, hay gente que quiere venir, pero no encuentran casa», concluye.