Foto: Una persona camina por uno de los túneles de la vieja ‘línea trazada’ ferroviaria, a su paso por Bimenes. / O. Villa

Tierra de montes. Concejo minero sin minas, dominado por los montes y con viejas hazañas que justificarían el hermanamiento que le ha propuesto a la ciudad más antigua de Europa

OCTAVIO VILLA

Tiene la capital, Martimporra, con menos población de Asturias. Apenas algo más de una docena de vecinos viven allí, una de las pocas zonas más o menos llanas del concejo, pero con un nombre que hunde sus raíces en una historia probablemente legendaria. Se dice que el caballero Suero de Bimenes (de Viniens o Vinieres, porque Vimenes se escribió con V hasta el siglo XX) fue quien dio nombre al lugar de Martimporra en honor al hijo del noble Menén Porra. Con Martín Porra, Suero dirimió un combate por causa de su hermana, Elvira Porra, en las inmediaciones de la actual capital.

Suero venció la justa, pero tras la lucha nació una amistad entre ambos hombres, y el victorioso Suero –cuyo nombre lleva uno de los ríos del municipio, así como un grupo de montaña–, bautizó el campo de la justa como Martimporra.

Dos líneas trazadas
Hazaña mucho mejor documentada es la del hidalgo Jerónimo de Estrada, que marchó de Bimenes a Sevilla en busca de fortuna. Tras enviudar de Juana de Angulo se fue a Cádiz, donde fue un importante comerciante con las Indias, dueño de barcos que traían piedras preciosas de América. Capitán de infantería en la provincia de Tierra Firme (la actual Colombia), fue procurador general en Cartagena de Indias, tras lo que se le nombra primer marqués de Casa Estrada. Con las ganancias del comercio, se construyó un palacio en Martimporra, que hoy es el edificio más imponente del concejo, la primera escuela de Bimenes y un hospital de peregrinos.

Jerónimo de Estrada elevó tres capillas en honor a Nuestra Señora del Camino. Una, en el palacio de Martimporra. Otra, en León, y una tercera en el viejo baluarte de San Felipe, en Cádiz, conocida hoy como ‘El Caminito’, sede de una popular cofradía gaditana. En esta y en la de Bimenes hay lápidas de mármol idénticas para el caso de ser enterrado en cualquiera de ellas, que rezan ‘Esta es la casa de Estrada, fundada sobre un peñasco, más antigua que Velasco y al Rey no le debe nada’. El marqués está enterrado en la gaditana, aunque hasta hace no más de 15 años se suponía que estaba en Martimporra. En su honor, el alcalde propuso al de Cádiz, la ciudad habitada más antigua de Europa, un hermanamiento entre ambas localidades que está en tramitación. Curiosamente, las tres capillas forman una línea recta casi perfecta en el mapa de España.

Y una línea trazada es uno de los tesoros escondidos entre los montes de Bimenes. Proyectado a finales del siglo XIX, el ferrocarril minero que inicialmente debía unir la cuenca con Villaviciosa y luego con Gijón, se construyó sólo a medias y hoy sobrevive en forma de caminos relativamente transitables y túneles de bella factura, vacíos y visitables. Y también en la forma de una canción popular que reza así: ‘San Martín del Rey Aurelio/hay una línea trazada/sube por Lieres arriba (la Quintana, en otras versiones)/y atraviesa La Collada’.