ENTREVISTA A FRANCÉS BOYA (Secretario General de Reto Demográfico del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico)
«El ciudadano debe saber y entender que su poder reside en el carro de la compra y con él tiene una enorme capacidad de transformar y resolver muchos de los problemas que nos aquejan»

TEXTO: OCTAVIO VILLA
FOTOS: IÑAKI MARTÍNEZ

Ha sido síndico del Valle de Arán entre 2007 y 2011 y desde 2019 hasta que en octubre pasado la ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, lo situó al frente del área que ha de consensuar las políticas destinadas a recuperar la cohesión territorial, en la dura pugna contra el despoblamiento de las zonas rurales. Ser síndico del Valle de Arán, una zona coronada por la estación de esquí de Baqueira y tan a caballo entre España y Francia como Andorra, proporciona una perspectiva proactiva de lo que puede ser una zona rural no solo centrada en el sector primario, sino con una oferta turística integral en lo deportivo, lo etnográfico y cultural, y lo natural. Es escritor en el dialecto aranés de la lengua occitana y voz, acordeón y flauta en grupos de música tradicional aranesa como Sarabat o Es Corbilhuèrs.

Ante todo, felicidades y mucho ánimo por su nombramiento, para una de las tareas fundamentales para la cohesión territorial de España y de sus comunidades autónomas en los próximos años. ¿Estamos en un punto de no retorno del Reto Demográfico?
– Hablar de no retorno siempre es muy arriesgado, entre otras razones, porque no se puede hablar de una forma simétrica del Reto Demográfico. Lo que sí es cierto es que los cambios profundos de nuestras sociedades hacen que el concepto de la demografía no pueda ser el mismo de hace cinco décadas. Aun así, estamos ante un momento crucial para muchas zonas rurales que tienen un claro síntoma de agotamiento poblacional. Hay que reaccionar y hacerlo con rapidez.

Usted ha dicho que el de la despoblación es “un combate a medio y largo plazo” en el que »una década no será suficiente”. El envejecimiento de muchos municipios (en Asturias tenemos los más envejecidos de España, junto con algunos de Galicia y de Zamora) implica que el tiempo para actuar se acaba. ¿Podemos establecer prioridades en ese combate?
– Por supuesto, hay que priorizar territorios y políticas. La primera es devolver la funcionalidad a los territorios que la hayan perdido; la segunda retener a los jóvenes y las mujeres y la tercera desarrollar proyectos que estructuren los procesos socioeconómicos. Evidentemente, además, debemos tener territorios conectados, algo que doy por hecho ocurrirá, con servicios y con la capacidad de generar ecosistemas que impulsen y desarrollen la inteligencia territorial.

DEMOGRAFÍA Y SOCIOECOLOGÍA

Usted ha sido presidente de la Asociación Española de Municipios de Montaña. ¿Qué líneas de trabajo deberían fomentar los concejos de la montaña asturiana, especialmente despoblados, envejecidos, y con amplias zonas de protección ambiental como parques naturales y nacionales, para salir adelante?
– Yo he trabajado y he impulsado la idea de generar redes territoriales, el desafío es tan grande que no se le puede hacer frente en solitario. Las zonas de montaña deben, necesitan, tener reconocida una singularidad y, por decirlo de forma comprensible, su propio libro blanco. Sin duda es el reto más difícil del Reto Demográfico. Por ello, hay que prestar especial atención a estos territorios. De ello hemos hablado con el Comisionado del Principado para el Reto Demográfico, Jaime Izquierdo, y juntos vamos a trabajar para definir e impulsar una estrategia que el comisionado ya tiene diseñada. A su vez, respecto a las protecciones ambientales debemos hacer mucha pedagogía y hacer comprensible la idea de que sin gestión territorial no habrá biodiversidad. Es decir, si queremos hablar de demografía debemos hablar también de socioecología, porque no podemos separar las personas de los territorios. Precisamente, sin las comunidades que gestionan estos territorios, el futuro de nuestros valles y de nuestras ciudades será muy incierto.

Ante quienes, como usted, hablan de que España (igual que Asturias) está “descompensada” y con “disfuncionalidad territorial” hay quienes oponen la tristemente famosa frase ultraliberal de »Es el mercado, amigo”. ¿Nuestra España / Asturias vacía se cae por su propio peso?
– Creo que lo que cae por su propio peso es la idea de la España “producto de mercado”. Vivimos en una sociedad que cada vez es más consciente de los riesgos climáticos, ambientales y ahora especialmente, tras la pandemia de la covid, de los riesgos de la salud. El mercado no puede ser el valor absoluto. Las mayores aberraciones de la historia se han hecho en nombre del mercado. La política está para buscar los equilibrios y embridar la economía para ponerla al servicio de las personas. Con las lógicas territoriales ocurre lo mismo, es necesaria la política para establecer los equilibrios demográficos y un principio de cohesión territorial que recoge la propia Constitución Española.

‘CALL FOR INTEREST’

El MITECO tiene abierta hasta el día 23 de diciembre una iniciativa, la »call for interest» para identificar los recursos y proyectos de atracción de actividad, población y servicios en las zonas rurales. Se trata de disponer de una foto fija de lo que se puede explotar y promover en el campo. ¿Qué esperan obtener de eso?
– Esperamos tomar el pulso a las iniciativas que puedan ser susceptibles de ser apoyadas por el mecanismo de recuperación.

¿De qué va a servir a quienes se inscriban?
-Evidentemente, si se inscriben, podremos valorar si sus proyectos se ajustan o no a los objetivos y por tanto ayudar en la maduración de los proyectos que lo necesiten.

¿Creen que está suficientemente publicitado como para que participen todos aquellos que deberían hacerlo?
– Nunca es suficiente, pero estamos haciendo todo lo posible para que la información llegue a todos los ayuntamientos. Para ello la FEMP ha tenido un papel muy importante comunicándolo a todos los ayuntamientos del país.

Y una última cosa a este respecto, para que quede claro: Las bases de la »call for interest» hacen alusión a que está destinada a municipios de menos de 5.000 habitantes. En Asturias tenemos concejos (municipios) muy grandes y muy despoblados. Un ejemplo: Cangas del Narcea tiene 12.743 habitantes y 823 kilómetros cuadrados (15 habitantes por kilómetro cuadrado). Según las bases, no podría optar, pero es el centro del cuasidesértico suroccidente asturiano… Y eso pasa en otros concejos similares, como Tineo, Valdés, Piloña, Parres o Cangas de Onís, por citar algunos. Todos ellos superan los 5.000 habitantes y todos ellos o tienen muy baja densidad, o tienen amplias zonas muy despobladas.
– Por supuesto esta es una variable que vamos a tener en cuenta: los municipios con población diseminada deberán tener un trato singular.

ASTURIAS, TRAS EL CARBÓN

 Usted parece apuntar muy directamente a Asturias cuando habla de que hay territorios “que han sido utilizados de una forma muy sectorial, con el monopolio de un único modelo productivo. Tenemos muchas experiencias, como pasó con el carbón. Debemos reinventarles con una economía diversificada. Es fácil decirlo y no es tan fácil hacerlo, pero no servirán de nada soluciones impostadas desde Madrid que no cuenten con la implicación de las poblaciones.” ¿Cómo reinventaría usted a una región como Asturias, o como la cornisa Cantábrica, que en buena medida comparte problemáticas similares?. La minería del carbón está agotada por cuestiones políticas y posiblemente medioambientales (siempre es posible la aplicación de la economía circular, con recaptación artificial o natural de carbono), pero la facultad de Geología de la Universidad de Oviedo afirma que »más de la mitad del Carbonífero sigue ahí abajo y bien explotable». Sobre la reexplotación de las minas, hay varias posibilidades: Hunosa ya ha planteado usar alguna como almacén logístico para la vacuna de la covid, pero también hay opciones interesantes como posibles -llamémoslas así- ‘pilas de energía’ (utilizando los grandes desniveles que tienen para remontar agua a reservorios en superficie o a poca profundidad con la energía sobrante de determinadas fuentes de generación en las horas valle de consumo y para utilizar esa energía cinética en la re-generación de energía eléctrica en las horas pico de consumo, algo que ya se está haciendo en Alemania y otros lugares y que tiene costes relativamente bajos, porque además optimiza la utilización de aerogeneradores y otros recursos energéticos no permanentes). Y el uso de las minas para el turismo cultural (véase el paradigmático ejemplo de las minas de sal de Hallstatt, en Austria) es también una interesante opción. En España y en Asturias tenemos minerías muy interesantes que se remontan al calcolítico (en Asturias, por ejemplo, las minas de cobre de la Sierra del Aramo, tienen más de 4.000 años de antigüedad, y en el Museo Arqueológico de Asturias se exhiben esqueletos completos de personas vinculadas a esas explotaciones, muy llamativos, porque los huesos son verdes, por la infiltración de óxido de cobre).
– Estoy de acuerdo: lo fácil es decirlo… pero aún así sabemos positivamente que si el territorio tiene una orientación sectorial, ya sea la minería, el turismo, o una determinada industria, las crisis, que inevitablemente llegan, son letales. Es cierto, como decía al principio, que no hay una receta única y cada territorio debe buscar su propio horizonte de desarrollo. Por eso, es imprescindible hablar no solo de inversiones, sino también de proyectos estructuradores para generar un nuevo paradigma de desarrollo. En este sentido creo que la oportunidad que tenemos en este momento es única. El mecanismo de recuperación, el acompañamiento del Instituto de Transición Justa y las políticas de Reto Demográfico pueden abrir nuevos horizontes para estas zonas. Sin duda, me reitero en que a estas posibles alternativas debemos acercarnos de la mano de las comunidades locales y por ello el trabajo de participación ciudadana es clave en estos procesos. En Europa existen ejemplos de transformaciones muy radicales tras la desaparición de actividades sectoriales intensas y con resultados muy positivos.

 

SENTIDO HUMANISTA DEL DESARROLLO

En este último siglo y medio el criterio de éxito más extendido está vinculado a una visión capitalista del mundo. ¿Hasta qué punto es posible cambiar el paradigma en Europa de forma que valores que tiene la vida en el campo sean tenidos en cuenta de nuevo como un atractivo, en lugar de una rémora? ¿Cómo hacerlo?
– Es cierto, pero también lo es que nunca como ahora habíamos tenido la certeza de que nuestro planeta y la especie humana se la juegan en estas próximas décadas si no somos capaces de cambiar esa visión de un capitalismo deshumanizado. La crisis climática, la pandemia sanitaria, los desequilibrios planetarios o la mercantilización del agua que se avecina son los efectos colaterales de ese capitalismo. Necesitamos recuperar un sentido humanista del desarrollo. En el mundo rural es mucho más fácil que en las ciudades y muchas personas ya lo han entendido, por eso algunos municipios rurales están aumentando su censo.

-Asturias tiene cerca de 250 castros prerromanos identificados, así como unos cuantos ‘castra’ o campamentos romanos. De los primeros, ni una decena están excavados, estudiados con criterio arqueológico y visitables. El resto están bajo tierra y maleza, por no hablar de que hay casos, como el Chao Samartín, en el que las administraciones están promoviendo actuaciones que alteran completamente el valor científico de los yacimientos. Tenemos un patrimonio histórico único, como los templos y construcciones del Prerrománico. Tenemos minería romana del oro, del carbón y del hierro, fraguas y mazos hidráulicos iguales que las que se usaban hace 2.500 años (algunos tienen muchos siglos), molinos hidráulicos en activo en casi todos los ríos. Y no se le saca partido turístico, por una clara dejadez de las administraciones. ¿Podrá usted hacer algo para ayudar a poner en valor el patrimonio cultural del país?
– Haré todo lo que esté en mi mano. Evidentemente debemos trabajar junto con las Comunidades Autónomas y el Ministerio de Industria Comercio y Turismo. Los Planes de Sostenibilidad Turística tienen este cometido y habrá una dotación muy importante en las próximas convocatorias. La idea es precisamente poner en valor nuestro territorio interior, su patrimonio y reconvertir el turismo en una actividad distribuida en el conjunto del país y hacerla sostenible. Asturias es un “paraíso”, nunca mejor dicho, y sus posibilidades son inmensas. Podemos y debemos hacerlo posible.

¿Podemos aprovechar la inercia de este momento histórico para generar en el público urbano una apetencia por un tipo de turismo de relativa proximidad, basado en los recursos culturales, naturales y etnográficos de nuestros entornos rurales? ¿Puede la iniciativa privada hacer frente sola a un desafío tan amplio?
– Debemos crear un nuevo paradigma. El objetivo ya no es el consumo, el objetivo es la experiencia y la felicidad que nos genera. Para conseguirlo necesitamos autenticidad y esa autenticidad está en lo rural, donde residen las culturas ancestrales que nos conectan con lo que fuimos. Creo que nuestra sociedad huye cada vez más de lo prefabricado, de la satisfacción instantánea del consumo fácil. En ese cambio reside la oportunidad, el reto es saber formular esas nuevas propuestas del turismo de lo “auténtico”.

FISCALIDAD Y BUROCRATIZACIÓN

El campo (y por ‘el campo’ no me refiero solo al sector primario y a las industrias transformadoras agroalimentarias, sino a todas las opciones de actividad que tiene la zona rural, equiparables a la urbana) pide una fiscalidad adaptada para fomentar su reactivación, una armonización fiscal entre comunidades autónomas. También pide, prácticamente todo emprendedor de la zona rural, que se reduzca la burocracia, que en algunas ocasiones es directamente contradictoria entre diversas administraciones, o abiertamente ridícula en las cosas de usos del campo que se regulan desde un despacho de alguna capital. ¿Avanzaremos en estos sentidos, y cómo?
– Totalmente de acuerdo. Hay que adelgazar los marcos normativos, necesitamos menos corsés y normativas más claras y coherentes. En ese sentido hay que pedir, en general, un esfuerzo para hacer posible la simplificación y aplicar a todas las nuevas leyes la lupa de la despoblación para evaluar su impacto demográfico. Además, estamos trabajando en un estatuto para los pequeños municipios y queremos abordar una ley que ayude a garantizar la cohesión territorial. La fiscalidad es un vector importante y, es cierto, necesitamos un marco con un grado razonable de armonización fiscal. Pero no solo es una cuestión fiscal, debemos habilitar más herramientas para facilitar el emprendimiento rural y evitar que el proceso de iniciar un emprendimiento requiera que cerca del 50% de la energía utilizada deba destinarse a resolver temas administrativos.

Cuando desde el campo se escuchan anuncios como »el 93% de la población tendrá cobertura 5G en »x» meses», la respuesta es evidente: “Sí, pero nosotros seguiremos siendo ese 7% de la población que vive en el 80% del territorio que sigue sin cobertura ni 3G ni nada G». Visitar amplias zonas montañosas de Asturias es volver al siglo XIX en ese sentido, porque no hay ni cobertura de telefonía móvil en sus carreteras de acceso. Así es imposible competir, máxime en un mundo de mercados globalizados.
– Habrá y ya se han destinado importantes cantidades a resolver los problemas de conectividad. Es una prioridad absoluta.

Y tampoco resulta fácil diversificar e implantar nuevos negocios, empresas e iniciativas en la zona rural, especialmente aquellos en los que la I+D+i tiene mayor peso, si no hay una cobertura eficaz, constante y fiable de internet.
– Es cierto y además déjeme añadir que la tecnología es el gran aliado para combatir la despoblación. Por tanto, es necesario y el Gobierno es consciente de que la conectividad es clave. Y añado, en la medida de lo posible con infraestructuras que sean públicas.

Usted pide »fronteras flexibles» entre comunidades e incluso entre países para optimizar los servicios (ese es otro debate interesante, la falta de servicios públicos en zona rural, por su coste, que acaba siendo un círculo vicioso: »como no hay población, no pongo servicios, como no hay servicios, nadie pueba este territorio»). Situaciones como la de la Vall de Ará y los hospitales franceses se viven en Asturias y Cantabria, o con León o incluso con Galicia. ¿Hay que repensar el modelo de municipios, de comarcas, de mancomunidades e, incluso, de comunidades autónomas para facilitar las cosas?
– Yo parto de la base que el ciudadano debe estar en el centro del escenario político. A partir de aquí, cómo se prestan los servicios, quién los presta o dónde están los equipamientos públicos, debe ser irrelevante. Lo fundamental es la atención a las personas. Acordar sobre este principio no debería ser difícil. Es cierto que nuestro sistema político nos exige distintos niveles de multigobernanza y el nivel local debe reforzarse para garantizar espacios de cooperación que garanticen escalas suficientes y eficientes en la prestación de servicios básicos.

Formación profesional y universitaria, y servicios públicos. Infraestructuras de comunicación y de telecomunicaciones. En Asturias, una mejor concentración parcelaria y una clarificación de las propiedades a causa de una tradición hereditaria que exacerbó el minifundismo. Faltan muchas cosas para hacer del campo cantábrico un remedo de lo que es hoy el campo francés, en el que se miran mucho los asturianos del rural. Anímelos de alguna forma para que permanezcan en sus pueblos, por favor:
– Sí. Francia es un buen ejemplo en muchas de las cuestiones relacionadas con la gestión de la ruralidad, pero no olvidemos que los “chalecos amarillos” fueron una manifestación del inconformismo rural. Creo que estamos en un tiempo nuevo, tras las grandes crisis llegan cambios profundos en las sociedades, y estoy convencido de que el mundo rural va a salir reforzado. Pero debemos concienciarnos de que somos los habitantes del mundo rural los primeros que debemos creer en nosotros mismos, en nuestras posibilidades, en nuestros territorios. Debemos empezar por ganar la batalla en nuestros propios corazones. Luego vendrá lo demás.

 

EL CONSUMO DE PROXIMIDAD

Si la pandemia ha tenido algún efecto positivo, ha sido una cierta concienciación en las zonas urbanas de la importancia del consumo de productos de proximidad, tanto por la pervivencia del campo en sí misma como a la hora de asegurar el suministro en tiempos en los que las estructuras logísticas pueden colapsar. ¿Cuando pase la pandemia todo esto se olvidará de nuevo, como ha pasado en otros casos? ¿Volveremos a buscar el producto barato económicamente, aunque hunda a los productores de nuestra proximidad y tenga una huella de carbono muy costosa a la larga?
– No, hay cambios que han venido para quedarse, nos va el futuro en ello. Además, el Gobierno acaba de asentar las bases para facilitar la venta directa de los productos de proximidad y de los pequeños productores. Es un paso largamente reivindicado que ya es una realidad. Ahora debemos hacer crecer la conciencia social de aquel eslogan: “Somos lo que comemos”. Y por tanto, que cada ciudadano sepa, entienda, que su poder reside en el carro de la compra y con él tiene una enorme capacidad de transformar y resolver muchos de los problemas que nos aquejan.

Centrándonos en el sector agroalimentario, nos encontramos con que la leche se está pagando a precios constantes de finales del siglo XX (unos 35 céntimos por litro al productor, por debajo del precio de venta de las aguas minerales de menor calidad en supermercado), y con que la carne se está pagando por parte de la gran distribución, que al final es la que marca el precio del mercado, a precios constantes inferiores a los de finales de la década de los ochenta (alrededor de 4,2 a 4,5 euros/kilo para la canal de ternera IPG). ¿Son sostenibles estos precios cuando, además, se supone que los estándares de calidad han de ser muy superiores a los de hace 30 años? ¿Es factible un cierto intervencionismo por la vía de la protección frente a productos sustitutivos importados? ¿Se puede dejar aún más claro al consumidor lo que está recibiendo cuando decide pagar menos o pagar más por lo que cree que es el mismo producto, aunque no lo sea?
– Es el resultado de las lógicas de un mercado insuficientemente regulado, el caso de la leche es paradigmático y un buen ejemplo. Algunos países ya han regulado para evitar los excesos de la distribución. La Ley de la Cadena Alimentaria de 2013 fue claramente insuficiente, por eso el Gobierno ha presentado ya una modificación que ayude a corregir estos excesos. Pero tal y como decía antes, el cambio más importante debe producirse en la conciencia de los ciudadanos y en las garantías que la administración da a quien produce los alimentos como un sector clave y estratégico para el conjunto de la sociedad.

LAS ALDEAS MODELO DE ASTURIAS

En Asturias hay dos experiencias de ‘Aldea Modelo’ (Moal, en Cangas del Narcea, y Asiegu, en Cabrales), en las que las comunidades vecinales están actuando proactivamente en conjunto para sacar adelante a sus pueblos con iniciativas proactivas y hasta cierto punto innovadoras. ¿Es ese el camino? ¿Se puede mejorar con lo aprendido de otras experiencias en el resto de Europa?
– Sin duda, ese es el camino, comunidades empoderadas que trazan su hoja de ruta y desarrollan un modelo propio porque saben quiénes fueron, quiénes son y qué quieren ser. En Europa hay ejemplos pero lo importante es saber gestionar, como dice Jaime Izquierdo, esa “retroprogresión”. La innovación es muy importante y en ella deberemos basar buena parte de los ecosistemas de desarrollo. Pero sería un suicidio olvidar los conocimientos y la experiencia de generaciones que han gestionado estos territorios con un grado de eficiencia extraordinaria.

Desde su perspectiva global estatal. ¿Cuáles son las fortalezas y las debilidades que percibe en el entorno rural de Asturias, en comparación con el resto de regiones?
– Conozco Asturias, aunque no sé si lo suficiente como para emitir una opinión en los términos en que plantea esta pregunta. Creo que el territorio asturiano tiene un potencial que está muy alineado con las nuevas tendencias y, por tanto, habrá oportunidades en el futuro inmediato. Sin duda debemos trabajar para mejorar la accesibilidad y la conectividad territoriales. Dicho esto, me quedo con la hospitalidad asturiana y un paisaje que la convierte en un lugar único.