FLORINA VASIAN – OBRADOR ARTESANAL FLORY – VILLAR DE ADRALÉS (CANGAS DEL NARCEA) – 53 HABITANTES
Sin gluten. La celiaquía de Flory fue el motor que la motivó a abrir su propio obrador sin gluten en la parte más alta de Cangas del Narcea, desde donde pide que la Administración no olvide a los pequeños artesanos

LUCÍA LÓPEZ PÉREZ

En la parte más alta de Cangas del Narcea. Ahí es donde Florina Vasian abrió hace apenas tres años su obrador artesanal de pan y dulces sin gluten, algo que nunca imaginó cuando hace veinte años vino desde Rumanía a Asturias «para trabajar». Florina, ‘Flory’ como le gusta que la llamen, asegura que «siempre me gustó el tema de la repostería para la casa», pero jamás pensó que un diagnóstico que confirmaba que era alérgica al trigo la llevaría a cambiar todo lo que había aprendido en la materia para elaborar un pan que sí pudiera comer. «Empecé a experimentar los primeros años para mí porque tengo una alergia muy fuerte, no puedo ni tocar el trigo», recuerda. Pero no hay mal que por bien no venga, y una vez que dominó la técnica, «se me ocurrió la idea de sacar algo de provecho». Así surgió el obrador artesanal Flory.

Aunque sus inicios no fueron todo lo buenos que se hubiese esperado, pese a contar con distintas ayudas como los Leader y el ticket rural, ya que «cuando estaba con todo el papeleo llegó la pandemia», una situación que, a pesar de que le sirvió para seguir practicando y perfeccionando su técnica, aún no se ha visto recompensada debido a la guerra, cuyo impacto lo ha notado en el coste de las materias primas. Flory afirma que a todo esto se suma que su producto «es bastante limitado porque aunque en esta zona hay bastantes celiacos, es un pan que no compra todo el mundo» debido, en muchas ocasiones, al escepticismo de algunos clientes que antes de probar el producto ya dan por hecho que no les va a gustar.

Pero si hay algo que para Flory supone una auténtica odisea, eso son los inviernos, pues «los proveedores no llegan hasta aquí y los clientes están todos fuera», una situación que no solo hace que sea ella misma la que deba bajar sus productos «a rastras» hasta Cangas por la nieve, sino que también hace que las ventas bajen considerablemente, a pesar de que horas diarias de trabajo nunca disminuyen. Junto a esto, la repostera tampoco duda en destacar las malas comunicaciones que no le permiten, por el momento, ni la venta ‘online’, ya que «los portes son carísimos porque estamos en una zona muy apartada en la que apenas tenemos autovía», ni ampliar los cinco puntos de venta que actualmente tiene en Cangas del Narcea a Oviedo o Gijón.

Flory asegura que además de llevar el pan a las tiendas de su zona, algo que hace todos los días del año, también le gustaría proveer a los restaurantes para que todo el mundo pudiera tener un acceso más fácil a este producto. Sin embargo, es consciente de las limitaciones de «un producto que hay que proteger mucho y que sí es verdad que tiene otro sabor» al que «hay que acostumbrarse». Pese a ello asegura que «es una producto que al final gusta» y así lo demuestran sus clientes, quienes «llegaron y se quedaron».

No obstante, afirma que, aunque no se queja «porque tuve muchas ayudas», echa de menos que desde la Administración «nos vean un poco más, que no nos olviden» una vez que se han cobrado esas subvenciones. «Hay temporadas bajas en las que cuesta tirar con el día a día y vivimos al día», asegura, por ello reivindica que desde el Principado «nos ayuden para que no nos queramos marchar». Asegura que «es muy bonito decir que hay que quedarse en los pueblos, pero no todo el mundo puede porque no dispone del capital para ello», por ello pide «que no nos olviden, que se entienda que lo que hay ahí fuera en el mercado, sale de aquí».