SANTOLAYA (CABRANES), 336 HABITANTES
Leandro Meléndez y sus amigos Gerárd Nierga y Macario Iglesias tienen en dos bosques de Cabranes la base de un negocio, Funginatur, con una clara orientación ecológica, que busca vivir del comercio de proximidad y la calidad
OCTAVIO VILLA
Si un efecto positivo está teniendo la crisis generada por el coronavirus es que está dejando claramente a la vista el valor estratégico de las producciones agroalimentarias de cercanía. Le da la razón a quienes vienen defendiendo desde hace años que los alimentos no son solo nutrientes que ingerir al mejor precio posible, sino la base de la economía. Aquí y en cualquier lugar. Por eso, practicar el consumo local supone ya no solo un ahorro para la región, sino romper una lanza por su enriquecimiento y otra más por el medio ambiente.
Le da la razón, también, a emprendedores como el biólogo Leandro Meléndez, el arquitecto Macario Iglesias y el socio de ambos, Gerárd Nierga. Hace ya casi siete años, con Leandro como fuerza motriz más activa, pusieron en marcha Funginatur en Cabranes. Es una empresa que cultiva setas shitake (muy proteicas, complejas y largas de sabor y, en crudo, hasta dotadas de efectos antibióticos) con un criterio muy alejado de las producciones masivas que buscan optimizar costes a costa de la calidad.
La seta que buscan Leandro y sus socios es una shitake de óptimo sabor y tamaño (no grande, para no perder aromas). Para ello, la siembran en troncos de roble joven en lugar de en sacos de sustrato. El roble lo obtienen de «una gestión de los bosques del entorno para la que nos ponemos de acuerdo con los vecinos. Nosotros clareamos y podamos el bosque, lo que permite que los árboles se desarrollen mejor y el bosque esté más limpio», y el producto de dichos clareos es un cargamento de troncos finos de roble que usarán durante dos o tres años para cultivar en ellos el hongo shitake. Cuando estos maderos ya no dan más de sí «quedan secos y quebradizos, y vuelven al bosque como abono de una nueva generación de robles».
La comercialización también se sustenta en criterios de proximidad: «Tratamos de que la seta llegue al consumidor con la menor huella de carbono posible, minimizando los transportes», explica Leandro. Para ello, «no vendemos fuera de Asturias, y la mitad de nuestra producción va (o iba) a la hostelería. La otra mitad, a tiendas de barrio y negocios especializados, pero no a la mediana ni a la gran distribución».
También colaboran con empresas que comparten filosofía con ellos, como Asturcilla, Con Raíz, Ecojusto y Hortalizas del Valle. Comparten filosofía… y costes logísticos. También la materia prima y los equipamientos técnicos (Funginatur ha comenzado a elaborar conservas, como paté de seta y nuez, setas en escabeche o shitake en aceite de oliva, que esterilizan con la maquinaria de Asturcilla).
Llevan seis años en activo y se les nota. Leandro, Gerárd y Macario se entienden con la mirada, de la misma forma que las decisiones las toman «entre todos, porque aquí no hay jefes». No lo pasaron bien al principio, porque «legalmente no se contemplaba un aprovechamiento como el nuestro en un entorno de bosque autóctono». Solventar las trabas burocráticas fue largo y pesado, un proceso que «nos llevó dos años, porque nos pedían todo tipo de informaciones a cada paso». Y no solo eso, sino que las posibilidades de desarrollar otros cultivos paralelos o actividades ganaderas están «seriamente limitados» por la normativa regional, algo «difícil de entender».
Lo que sí hacen estos tres buenos amigos es cultivar pequeñas producciones de otras setas, como la nameko, la maitake o la medicinal reshi. También preparan y venden los troncos de roble, ya con el tratamiento natural previo preciso para que en ellos crezca el hongo shitake, para que se puedan usar hasta en un piso para criar setas. O reciben visitas para las que organizan talleres demostrativos de cultivo o gastronómicos. O enseñan su experiencia a nuevos emprendedores que compartan con ellos su concepto básico de trabajo: Crecer en natural, porque «es posible crear alimentos en armonía con el bosque».