Foto: Juan Antonio Lázaro y María Díaz, junto a uno de los corros de Cuallagar. / O. Villa

Del Cubía a Marabio. Yernes y Tameza colecciona tonos de verde desde un buen río truchero al límite ganadero con Teverga. Y un profundo orgullo de vecinos que pagaron 12 millones de maravedís por su libertad

OCTAVIO VILLA

Un toro fosco (con el pelo rojizo oscuro y encrespado) procedente del pueblo de Yernes y otro, mucho mayor, casi monstruoso, que trajeron hasta la vega de Cueva Llagar (o Cuallagar) los vecinos de Proaza se enfrentaron allí para ayudar a los humanos a decidir el deslinde entre los dos territorios. El animal de Yernes, «que era de una casa que aún se levanta en el pueblo», dicen los lugareños, era mucho más pequeño que su rival, pero también más astuto. Y consiguió vencer en la contienda, llevando el límite entre concejos a donde querían los de Yernes, para disgusto de los de Proaza.

Era pleno siglo XVI cuando ocurrió esto, y con ello se aseguró Yernes los ricos pastos de Cueva Llagar quedasen de su lado, de modo que, en homenaje al toro, el gentilicio de sus gentes pasó a ser, precisamente, el de ‘foscos’. Pastos y una cómoda cueva kárstica al fondo de la vega, en la que las vacas siguen ‘moscando’ (protegiéndose de los calores y de las moscas) adentrándose en su fresquera en los momentos más duros del verano.

Foscos y tamezanos, muy orgullosos de su territorio, habían sufrido, como muchos otros, abusos por parte de los señores de turno. El Rey Ordoño había cedido en el año 857 la mayor parte del territorio de Yernes a la que luego sería catedral, la Iglesia Mayor de San Salvador de Oviedo. Más tarde, Alfonso VI añadiría Tameza a la donación, y en 1086 los nobles Froila, Pelayo, Osorio y Geloira Froilaz aumentaron los dominios de la Iglesia. En 1174 el Rey Fernando II sumó el realengo y los hombres al poder de los obispos de Oviedo. Al obispo pagaba cada vecino unos 80 maravedís anuales de fuero, y era también el obispo quien nombraba al justicia y los demás cargos. Un poder total, hasta que Felipe II, en 1579, desamortizó el territorio por un acuerdo con el Papa Gregorio XIII.

Cansados, tal vez, de no ser dueños de sus destinos, los vecinos de Yernes y Tameza compraron a continuación su libertad a la Corona, a través del ‘Real Privilegio de Venta del Concejo’, por 12.691.922 maravedís que pagaron entre 1581 y 1586, un esfuerzo notable. Desde 1584, Villabre es declarada Villa por la Corona, así como capital del concejo. Y fue entonces cuando una comisión real fue enviada para ultimar ordenanzas y deslindar el concejo de los limítrofes, con la famosa y no está claro hasta qué punto legendaria pugna de los dos toros.

Hoy, el escudo del concejo lo recuerda con dos toros enfrentados y la Cruz de los Ángeles que recuerda que fue dominio de la Iglesia. Y todo ello, que fue un territorio rico en recursos, que todos ambicionaban. Tiempos que deberían volver a este paraíso, en el que la cueva de Cuallagar sigue dando cobijo a vacas en verano y siendo un buen destino para una tarde apacible.