GANADERÍA LEBREDO. VILLACONDIDE (COAÑA) – 154 HABITANTES
José Antonio Lebredo diversifica. Enamorado de su tierra, planta todo tipo de frutales en sus fincas de Villacondide y cría gochos asturceltas como complemento y como solución a la rata-topo. Le falta, a esta ganadería, un mejor canal de venta

OCTAVIO VILLA

Dese usted el gustazo de subir al mirador de Bustabernego, en Coaña. Desde allí se aprecia un pequeño país, el de la desembocadura del Navia, y se entiende mejor lo que protegían los habitantes «del castro de Villacondide, como se debería llamar el de Coaña». José Antonio Lebredo es el generoso y orgulloso guía que muestra ese trozo de paraíso, pleno de elogios hacia su tierra, en la que vive «muy bien, sin una perra en el bolsillo, pero con una gran calidad de vida».

La veiga del Navia es un dechado de riqueza, potencial y real. La capital naviega, ENCE, Reny Picot, los astilleros Armón, el polígono de Río Pinto y el hospital de Jarrio son grandes motores económicos, y además proliferan las explotaciones agroganaderas. El resultado, que Navia y Coaña están recuperando pujanza. Tal vez mucho se lo deban a que la autovía lleva ya años completa tanto hacia el centro de Asturias como hacia Galicia, porque también es cierto que tomar la torturada As-12, que remonta el río Navia desde la desembocadura es hacer un viaje hacia el despoblamiento, el envejecimiento y la desilusión, según se avanza hacia el sur por un valle que solamente en paisaje, en recursos naturales y en yacimientos y patrimonio cultural tiene un capital inexplicablemente dejado de la mano de Dios por los sucesivos gobiernos.

José Antonio Lebredo hace lo que puede y está orgulloso, decíamos. De su parroquia, Villacondide, en la que «despues de muchos años de no nacer ningún niño, en los dos últimos años han nacido al menos siete pequeños, bastante gente joven ha venido a vivir aquí y la Asociación de Vecinos y la Comisión de Fiestas están resurgiendo con mucha vida social y muchas fiestas, la mayoría en torno a la mesa».

El propio Lebredo es un retornado, aunque no de muy lejos. Durante dos décadas, trabajó en una tienda de informática en Navia. Con sus padres ya mayores, se hizo cargo de las vacas y de los terrenos que tenían. E innovó. Plantó tres hectáreas de pomaradas que hoy nutren de manzana ecológica al gijonés Llagar Menéndez. Luego vinieron los castaños micorrizados para producir castaña y setas, las cerezales, los guindos, perales, ciruelos, manzanos de mesa, kiwis, arandaneras, physalis, frambuesos, naranjos, limoneros, mandarinos, limas, kakis, nashis, carapanos, avellanos, madroños y seta shitake, todo en ecológico. Y el año que viene, 20.000 metros cuadrados de aguacates en la veiga de Porto, junto al río Navia, donde el maíz forrajero y el raigrás tienen al menos algo de producción, algo que otras vegas de río asturianas deberían copiar.

Diversificar y complementar, esa es la clave de Lebredo: «Algunos de los frutales que tengo no son para vender. Los tengo porque atraen a la velutina y a los pájaros más que otras frutas, así que me dejan en paz a los demás árboles».

Todo esto le llevó al gocho asturcelta. «Siempre tuvimos algún cerdo blanco para casa, pero los asturceltas los traje en 2012 para que comiesen la manzana del sapo (la que no sirve para sidra) y para prevenir los enormes daños que causa en los árboles el ataque de la rata-topo», cuenta. Y, además, para vender. Las cinco madres que tiene dan unos veinte cochinillos al año. «Podrían ser más, pero no hay que forzar». Él va cambiando al padre para evitar la consanguineidad, y los animales viven en semilibertad en sus pomaradas y en 15.000 metros cuadrados de monte de castaño, cuyo sotobosque mantienen limpio y con los suelos oxigenados, a base de fozar en busca de alimento.

Es un tipo de complementariedad de explotaciones que podría parecer intuitivo, pero que el Serida está sometiendo a investigación. Castaño y gocho asturcelta, como la encina y el ibérico. Lebredo lo suscribe: «El asturcelta criado así es, al menos, tan bueno como el ibérico y tiene demanda, aunque lo que le falta es volumen de explotación y un buen canal de comercialización». Vamos, que hay nicho de mercado.