EDUARDO CORTÉS MONTES. FINCA ECOJUSTO – SANTIAGO (VILLAVICIOSA) – 43 HABITANTES
DOP. Formado en Dirección y Administración de Empresas, dejó su empleo en una multinacional para apostar por el cultivo de manzana ecológica para la etiqueta autóctona de la sidra. En la parroquia de San Justo tiene hoy la mayor pumarada de Asturias de estas características
P. A. MARÍN ESTRADA
Eduardo Cortés Montes estudió Dirección y Administración de Empresas en Oviedo y durante dieciséis años trabajó en una multinacional francesa. En la actualidad cultiva en San Justo (Villaviciosa) la mayor pumarada ecológica de Asturias en variedades para sidra con Denominación de Origen Protegida (DOP) y explota en la misma finca una granja de gallinas, de producción también ecológica, además de una pequeña plantación de kiwis. No se considera un protagonista más del fenómeno neorurral, porque no lo es. Nació y se crió en Noriega (Ribadedeva) en una familia de ganaderos y afirma: «Yo vine al campo sabiendo ya lo que era, no por ninguna idea bucólica, y es duro. Si no lo mamaste, resulta difícil resistir. En mi caso fue una elección personal, había esta pumarada de la familia de mi ex mujer y de otros propietarios, la alquilé por un contrato a cuarenta años y fui compaginando mi trabajo en la empresa mientras ponía esto a tono, hasta que me cansé de aguantar gente, la producción ya la veía en línea y decidí dedicarme en exclusiva a la finca», explica.
Aquí, en un terreno en semipendiente de siete hectáreas situado en Santiago, sobre el valle de San Justo, ha ido plantando en sistema de bloques y calles catorce variedades de manzana de sidra DOP, cuya producción vende íntegra a llagares acogidos a la etiqueta autóctona. La distribución de cada variedad en una misma línea le permite recogerlas por separado y servirlas a los elaboradores según su petición, sin que se mezclen con frutos de otras, a la vez que trabaja con constancia para mejorar sus estándares de calidad. Por ello ha recibido premios como el de Mejor Productor de Manzana DOP en 2018 y al año siguiente el de una de las mejores plantaciones de la región. Es vocal de la cooperativa Campoastur y del Consejo Regulador de la DOP y desde su experiencia en el sector asegura que, «a día de hoy, la producción de manzana no es viable, el precio está igual o por debajo a hace veinte años, mientras la botella de sidra que entonces se vendía a 1,50 euros ahora está a 3,50. Una botella lleva un kilo de manzanas que se paga a 0,35 euros. Es decir: obtenemos solo un 10% en la cadena de valor del producto. Y nuestro principal competidor no es la cerveza o el vino, es la sidra que se elabora con manzana de fuera», explica.
Su formación académica y su sentido común le llevaron en su momento a echar cuentas. «Como los números no acababan de salir, pensé en meter ganado y hacer compatible con el pumar las gallinas fue la solución. Aparte de cereal se alimentan de pación, las frutas que caen y el abono lo utilizo para la plantación», detalla. Cultiva también variedades asturianas de manzana de mesa y kiwis Hayward. Y comercializa sus productos conjuntamente con pequeñas empresas como Asturcilla y Funginatur. Apostó desde un principio por la producción ecológica. «Los vecinos me decían: ‘Yes tontu’. Y, echando números, se te pasa por la cabeza hacerlo en convencional, pero por responsabilidad estás alimentando a la gente». El futuro del campo lo ve «apostando por cosas de mucha calidad y tenerlo un poco diversificado». Es la suya. «Por lo demás, me veo aquí hasta que me jubile». Eso también lo tiene claro.