EDEL RZEPKA Y ROBERTO ANGUEIRA. ARTISTAS. EDELTRAUD – VILLADEMAR (CUDILLERO) – 378 HABITANTES
Creadores. Un estudio de arte a las puertas de una de las villas con más tirón turístico de Asturias es el proyecto profesional y vital en el que se embarcaron estos protésicos dentales argentinos

PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA

Edel Rzepka y Roberto Angueira confían en los guiños del azar. Bonaerenses y protésicos dentales cruzaron el charco en su día para ejercer su profesión en una clínica de Talavera de la Reina. Allí ella descubrió la cerámica y, también, tal como cuentan, imbuidos de buen humor: «Nos dimos cuenta de que era más divertido esculpir nuestras propias obras que moldear dentaduras». Hace algo más de cinco años llegaron a Asturias para establecer en Villademar (Cudillero) su propio estudio de arte y la base vital en la que dar rienda suelta a su creatividad.

El nombre del taller y tienda, Edeltraud, remite al que llevó la abuela polaca de Edel, pintora, y con el que estuvieron a punto de bautizarla. En él, la artista argentina da forma a sus piezas de barro: «A veces utilizo el que encuentro por aquí cerca» y su compañero a esculturas de hierro o madera: «En realidad uso todo tipo de materiales, incluso reciclados, algo que hacemos los dos», explican. Acerca de las razones que les llevaron a dejar Talavera por nuestra región, Roberto afirma que «nos vinimos para Asturias porque esto es alucinante: el clima, la zona, los verdes, mucha inspiración para resolver problemas artísticos, para crear cosas nuevas y el contacto con la gente, si bien no hay tanta población, es bastante profundo». Ella coincide en los argumentos y en cuanto a lo que les aporta residir en un pueblo es igual de clara: «Sobre todo la riqueza natural, la de los paisanos y especialmente los tiempos tan distintos a los de la ciudad, nos proporciona también mucho espacio a nivel mental y a nivel de físico para poder trabajar», expresa.

La pareja invirtió sus ahorros en comprar la casa de dos plantas, la superior dedicada a vivienda y el bajo para su taller con exposición abierta al público. Venden sus creaciones a través de una tienda ‘online’ y en sus planes está el de impartir cursos de cerámica, talla de madera y otras expresiones artísticas. «Esto último lo frustró la pandemia y ahora lo estamos retomando, nos parece también interesante que la gente de aquí o de Cudillero que está a poco más de un kilómetros puedan contar con esta oferta, porque la cultura debe tener su espacio también en los pueblos», afirma Edel. En cuanto a las posibilidades que brinda el mundo rural para una iniciativa como la suya, Roberto opina que «por supuesto que se dan, pero hay que remar mucho, vencer bastantes trabas que afectan a núcleos rurales o neorrurales como este, pero sí se puede». En su caso, admiten que les beneficia el estar ubicados en una zona con notable afluencia turística: «Es muy positivo porque facilita el intercambio con la gente y que puedan venir a conocer lo que hacemos, nos cuenten también sus historias e inquietudes es muy bueno para nosotros, porque vienen personas de muchas culturas y siempre te aportan algo, no solo vienen, compran y se van», aseguran.

No solo en museos urbanos
Para revitalizar el medio rural, insisten en que el arte y su difusión pueden tener un potencial idóneo: «Debería incluirse como forma de vivir en los pueblos, tanto en obras –se me ocurren grafitis, esculturas– que los visitantes no esperan encontrarse ahí como en que la población local tenga acceso a la formación creativa con apoyo de una parte en recursos públicos. El arte no debe estar solo en los museos urbanos», reflexionan.