DIEGO HERRERA Y MÓNICA GARCÍA. ZEBRA DESIGN SD – COLOMBRES – 1.310 HABITANTES
Sin opciones. Tras más de una década desarrollando aplicaciones de realidad aumentada, Mónica y Diego lamentan la falta de viviendas y propuestas de ocio a la hora de atraer personas al entorno rural

MARÍA AGRA

De pequeño, Diego Herrera soñaba con ser animador 3D de las películas de Pixar. Aunque no fue así, desde hace más de quince años se dedica, junto a Mónica García, a crear todo tipo de aplicaciones de realidad aumentada para distintos sectores a nivel internacional. Operan en 34 países y sus clientes son, principalmente, hoteles a los que ofrecen soporte en la comercialización y creación de eventos online. «Mediante una aplicación llamada Virtual Planner, creamos una página en la que están todos los espacios para eventos del hotel en 3D, de tal forma que nuestros clientes puedan entrar y ver cómo van a quedar esos espacios para saber si les interesa alquilarlos o no», explica Diego. También se dedican a la capacitación en el sector industrial, desarrollando simuladores que combinan la realidad virtual y el uso de las manos para así poder enseñar a nuevos operarios a manipular una máquina sin tener que parar el proceso de la fábrica.

Y, lo mejor, es que todo eso lo hacen desde una casa indiana en Colombres. Aunque ambos son mexicanos, estaban en Madrid cuando les pilló la crisis de 2008. Aprovechando que la familia de Mónica es de Cantabria y ella siempre había veraneado en Colombres –donde la vida era mucho más barata que en la capital–, en 2012 decidieron asentarse allí. «Lo único que necesitábamos era teléfono e internet», indica Mónica.

Al principio fue complicado, porque no había fibra óptica y «teníamos que esperar un montón para descargar o enviar trabajos al cliente», cuenta. Pero el mayor reto de todos, aseguran, siempre ha sido «conseguirle alojamiento a la gente». «Cada año que pasa es mucho más difícil. No sólo porque casi no hay, sino por los costos que tienen», afirma Diego. Al ser un entorno de segunda vivienda y muy vacacional, muchos propietarios buscan sólo profesores o personas que no vayan a estar en el inmueble durante el verano. «Esto es un grito de ayuda; necesitamos algún tipo de viviendas para incentivar que podamos traer trabajadores para acá, porque, si todo es vacacional, es muy complicado convencer a la gente», remarca. Otro problema que han detectado es la falta de opciones de ocio. «Cuando veníamos de vacaciones había mucha más vida, pero hemos ido viendo que esa parte de ocio, en meses que no son verano, baja muchísimo».

Afortunadamente, el formato híbrido de trabajo (a distancia y presencial) les ha beneficiado mucho. Tras el impacto que supuso la covid-19 para su empresa –pasaron de 28 a 11 trabajadores–, consiguieron reconstruir el equipo y ahora tienen varios colaboradores en México y el País Vasco.

Fue en ese momento cuando Mónica y Diego decidieron sumergirse en el metaverso (un mundo virtual que fusiona la realidad física con la realidad virtual) y ofrecer «entornos a medida» para grandes marcas. Poco a poco, consiguieron desarrollar una plataforma en la que crean un mundo virtual, con la imagen corporativa del cliente, al que puede acceder gente desde distintas ubicaciones y dispositivos para encontrarse y hacer actividades juntos. «Por ejemplo, jugar o ver un concierto», apunta Diego.

Incluso llegaron a elaborar un cortometraje en realidad virtual para el Ayuntamiento de Ribadedeva, donde una simpática gaviota, de nombre Deva, va contando al usuario la historia del concejo.