DELT4LAB. CADAVEDO (VALDÉS) – 438 HABITANTES
Impresión 3D. Jaime López convirtió su afición en una startup. Hoy, desde su garaje en Cadavedo, realiza piezas para toda Asturias e incluso tiene clientes en León, Cáceres o Ribadeo
MARÍA JARDÓN
La pandemia fue lo que llevó a Jaime López a iniciar un camino que, en principio se tomó cómo hobbie, pero que sin darse cuenta le abrió las puertas a un emprendimiento. «Encontré unas impresoras 3D y pensé que podía ser divertido». Compró una con mucha ilusión y poco conocimiento, montó la máquina y se puso a imprimir. «Fíjate si no sabía que la puse a imprimir a las seis de la tarde en mi habitación. Estábamos con mis suegros en un piso en Oviedo y me arrepentí en cuanto ví que tardaba 18 horas y era mucho más ruidosa que las que tengo ahora», ríe.
Empezó a ver que con una máquina no le llegaba porque tras trasladarse a Cadavedo, la gente empezó a pedirle cosas. «Mi idea era hacer piezas para mis drones y proyectos, nunca pensé que fuera a tener en el garaje seis máquinas y una averiada, siete, ni intención de comprar más. Era como un hobbie, aunque un poco más caro», afirma. Sin embargo, un vecino le pidió que le hiciera una pieza que estaba descatalogada. Lo hizo replicando la rota y «marchó encantado, lo empezó a contar a todos y poco a poco empezaron a venir más vecinos».
Lo más complicado al comienzo fue compaginarlo con el trabajo que tenía en Gijón, donde estaba muchas horas: Después, cada vez que salía un material nuevo «o se me presentaba un reto costaba, porque cuando tienes pocos conocimientos te eternizas». No puede evitar comparar el tiempo que le llevó hacer algunas piezas al principio y lo que tarda ahora. «Pero es que empecé de cero, aunque al ser algo que me gusta lo coges con más interés y aprendes rápido», apunta.
Desde pequeño en su casa siempre estaban con radiocontrol y reparando cosas, lo que le da la oportunidad de comprar las máquinas por piezas en lugar de montadas. «Me pueden salir entre 300 o 400 euros más baratas pero claro, tardo unas 16 horas en montarlas», específica.
Actualmente, desde su garaje realiza todo tipo de piezas porque «la versatilidad que ofrece este tipo de máquinas es impresionante». Carteles luminosos para negocios, trofeos personalizados e, incluso, piezas para barcos y gracias a la web y las redes sociales tiene clientes en toda España. «La ventaja que tiene es que no soy como las empresas grandes, que hay un mínimo de 500 piezas. Te puedo hacer una porque el tiempo va a ser el mismo, sale un poco más caro, pero es que ¿quién quiere tener 500 tapas de estas en casa?», destaca. También realiza diseños propios y repara máquinas averiadas.
No entiende por qué en los pueblos no hay este tipo de emprendimientos innovadores. «Al final yo lo único que necesito es una conexión a internet y un garaje», afirma. Achaca este problema a las trabas que ponen, en su caso, por ejemplo, por estar en el garaje. «Si se pusieran menos trabas todo este tipo de negocios van a crecer, pero no en ciudades, en pueblos gracias a gente como yo que sabemos apreciar la calidad de vida que tenemos aquí». Algo que sería bueno para todos, ya que «al concejo le interesa porque son startups, empresas de nuevas tecnologías y cuanta más industria, más nivel adquisitivo».
López se está formando en el grado superior de diseño y fabricación mecánica porque su idea es «elevar el proyecto al nivel industrial». Para ello, compagina el trabajo con los estudios gracias al apoyo que le brinda su familia. Y es que, haría falta más flexibilidad a la hora de emprender, «vas a hacer papeles o pedir una ayuda y te desesperas. Yo acabé desistiendo de la ayuda del Leader porque me quitaba más tiempo de lo que me daba. Decidí hacer caso a mi abuelo, vivir con lo que saque y comprar en función de lo que tenga», concluye.