CONFITURAS DE FELECHOSA (FELECHOSA, ALLER) – 546 HABITANTES
Paula y Jesús García Megido son el presente y el futuro de Confituras de Felechosa, aunque la semilla es la incansable Rosa Megido, a la que se le puso entre ceja y ceja, hace ahora un cuarto de siglo, que Asturias tuviera su turrón más lógico

OCTAVIO VILLA

En Asturias hay auténticos especialistas del turrón, y no de cualquier turrón. El Gaitero y Verdú, sin ir más lejos, tienen productos que ningún artesano de Jijona puede mejorar. Pero sus clásicos son de almendra y miel, y en Asturias miel hay, mucha, pero almendra, bien poca.

Por eso, cuando en una tienda de ‘delicatessen’ asturianas uno se encuentra con un turrón de avellana bajo la marca ‘Confituras de Felechosa, el paladar se llena de Asturias. Porque sí, porque de avellana sí que se alfombran nuestros bosques, y de muy buena avellana. Así lo vio hará el próximo año ya un cuarto de siglo Rosa Megido, la ‘ro’ de la clásica cafetería Jeyro, uno de los templos de la hostelería de Felechosa, tan queridos por miles de esquiadores asturianos, junto a su marido, Jesús, ‘Chuso’. La cafetería lleva en activo desde 1977. En 1996, una joven Rosi se lanzó a elaborar empanadas, casadielles, pastas y, poco después, se atrevió con tartaletas, mantecadas y el turrón, que solo elabora «desde octubre a enero». ¿Por qué turrón? «Por un capricho de mi madre», anota Paula, con un gesto en el que se ve con claridad la admiración por Rosa: «Dijo ‘yo también puedo’, y lo que se propone lo consigue». La autora del turrón lo ve de otra forma: «En Aller tenemos miel y tenemos avellana, como en casi toda Asturias, así que ¿por qué no asturianizar el turrón?». Cierto es que la avellana es algo menos aceitosa que la almendra, pero no le va a la zaga en aromas. El resultado es un turrón blando delicioso, de largo recorrido gustativo, sorprendente y muy, muy asturiano. Quienes hayan evocado los bosques de la montaña regional disfrutando de un carajito del profesor de Cornellana llorarán de gusto con este turrón, que añade a las avellanas del concejo de Aller la miel, también allerana, de los productores Olaya y El Ayerán.

No hay que equivocarse, no es el producto fundamental de Confituras Felechosa, pero sí el más arriesgado. El turrón se reviste en manos de Rosa y Paula de asturianía en su gusto y en su materia prima. Y el obrador le da empleo, además de a la propia familia, a dos reposteras incansables, María y Laura, madre e hija, y a dos repartidores que llevan los pedidos a domicilio por todo el centro de Asturias.

El aprovechamiento de la avellana y la nuez autóctona (en les casadielles y en alguna otra receta) generan, además, una cierta actividad adicional en la zona. Es una buena forma de que los ganaderos del concejo que gestionan montes obtengan un ingreso siempre bienvenido, y ayuda a que esos bosques se mantengan cuidados.

Felechosa vive un momento agridulce, con todo. El corte de actividad que ha supuesto la pandemia ha proporcionado a sus habitantes momentos más que suficientes de sosiego para pensar en el modelo económico de la zona. La conversación en la recién reabierta cafetería Jeyro se centra en lo que ocurrirá en el futuro próximo con las estaciones de Fuentes de Invierno y la leonesa-pero-no-tanto de San Isidro. Muchos abogan por la unidad, «aunque se pierda algo el carácter familiar de Fuentes», para crear de una vez «la mayor estación de la cornisa Cantábrica» y hacer despegar las inversiones en hotelería y hostelería que «se mantienen a la espera», anota Paula. Un parroquiano tercia: «Y hay que llenar de actividades deportivas las estaciones también cuando no hay nieve». Ideas hay…

Hoy el testigo del Jeyro y de Confituras lo van recogiendo con entusiasmo dos de sus cuatro hijos, Paula y Jesús, pero Rosi sigue siendo el motorín, el cofre de los secretos y el alma de la confitería. Y también la prudencia: «Para crecer deberíamos llevar el obrador a una nave, y eso sería incómodo». Será decisión de Paula y Jesús crecer, si lo consideran pertinente, cuando Chuso y Rosi decidan jubilarse. Si es que eso ocurre alguna vez.