La capilla de San Roque, edificada en el siglo XIII y remodelada en el XVI. / Foto: O. Villa
El paso de Obona. Tineo es el corazón de la parte media del Camino Primitivo, al punto de que Alfonso IX amenazaba a quien eludiese el paso por su Pola de Tineo y por Obona
OCTAVIO VILLA
En el siglo XIII se construyó la capilla de San Roque en el campo del mismo nombre, en la ladera orientada al Sur en la que la puebla de Tineo se asienta. Ese mismo siglo, la Pola de Tineo (Tinegio, en documentos anteriores) había sido beneficiada por el rey Alfonso IX de León con la concesión de su carta puebla. Buena parte de su importancia se derivaba de estar en pleno trazado del Camino Primitivo que lleva desde la Catedral del Salvador, de Oviedo, a la seo del Apóstol Santiago, en la capital gallega, que había sido parte del Reino de Asturias y que en ese momento lo era del Reino de León.
El propio Rey, por más que de León, era muy consciente de la asturianidad de su linaje, y era habitual que visitase Tineo y su gran centro monástico, el cenobio de Obona, donde despachaba y firmaba documentos, como uno en el que amenazaba a todo aquel que osase desviar a los peregrinos a Santiago de su Pola de Tineo y Obona, una obligación que para los peregrinos se estableció firmemente en la antedicha Carta Puebla de Tineo. No hacía otra cosa Alfonso IX que seguir la estela de un rey de Asturias, Alfonso II el Casto, que fue el primer peregrino a Santiago de la historia y que recorrió la ruta de Oviedo a Santiago por el camino más corto, atravesando Tineo, precisamente, y recalando en el entonces recién fundado Monasterio de Obona (se le atribuye su instauración religiosa al príncipe Adelgaster, hijo bastardo del Rey Silo, y su esposa, Brunilde, el 17 de enero de 780). Habría pasado Alfonso II también por la enorme ‘ponte vella’ (puente viejo) de trece ojos que, con probable origen romano, se erguía en la vecina Salas, en el pueblo que aún hoy se llama Casas del Puente. Y en Obona habría visto un conjunto monástico que se asemejaría mucho más a una villa señorial romana que a un monasterio renacentista.
Hoy el Camino de Santiago a su paso por Tineo está volviendo a tomar un auge muy merecido, incluyendo el paso por el humilladero de El Pedregal, la capilla de San Roque, el paseo de los frailes franciscanos hasta la iglesia de San Pedro de Tineo –un hermoso sendero recién enlosado que mantiene saludables a muchos ancianos tinetenses–, el propio monasterio de Obona (que clama a gritos silenciosos por una rehabilitación y por una protección para su cristo románico) y la iglesia de Borres.
Pero aunque la meta esté en Santiago, un peregrino inteligente no se apresurará a su paso por Tineo. Habrá de aprovechar para probar el chosco, ese embutido único y sabroso frío y caliente, deberá visitar el Museo del Oro de Navelgas (que este año acogerá del 3 al 9 de agosto el mundial de bateo), recordar al mártir liberal Del Riego en su pueblo natal de Tuña, impresionarse ante el dolmen de Merillés y sus 5.000 ó 6.000 años y hasta tomarse un rato para aprender a pescar en el Arenero. Tineo es un mundo.
Comentarios recientes