CERVECERA DEVA (SANTA EULALIA DE TINEO) – 87 HABITANTES
José Flórez es el hombre orquesta de Cervecera Deva. Maestro cervecero, biólogo, comercial y, sobre todo, paciente elaborador de una empresa que es ejemplo de las muchas que hoy conforman el microcosmos de la cerveza asturiana, al alza

OCTAVIO VILLA

Asturias se ha subido a una ola nacional en la que proliferan las cerveceras artesanales. Hoy en el Principado son más de una treintena las pymes que se han lanzado a la elaboración de la que probablemente es la bebida alcohólica más antigua. Y lo han hecho con creatividad, asumiendo que la herencia cervecera no es territorial, sino de toda la humanidad.

Así, la cervecera Deva, ubicada en el polígono de La Curiscada de Tineo, tiene como principal producto una cerveza de trigo (cerveza blanca o ‘weissbier’) «de la que dicen que se parece más a las blancas belgas que a las alemanas», pero que no se enraiza en una tradición astur. Lo explica José Florez, un biólogo cangués que es el alma de la empresa.

Deva nace hace seis años de la afición de tres amigos (los ovetenses Mario Lada y Luis Carlos y el vallisoletano Alfonso Herrero) por la elaboración casera de cerveza. Cuando quisieron profesionalizar el asunto, algo tan prosaico como los costes y el hecho de que el polígono industrial de La Curiscada tiene una buena parte de especialización agroalimentaria les llevó a decidirse por Tineo.

No es mala apuesta. Hoy tienen una factoría que puede crecer con facilidad y que cuenta con una capacidad de elaboración de aproximadamente 200.000 litros anuales, en un mercado, el de la cerveza asturiana, que muestra signos claros de tener un buen desarrollo por delante: «A los clientes de este tipo de cerveceras, que son muy fieles, les gusta probar tipos diferentes, y eso nos lleva a hacer diversas producciones, de lager a stout, de ipas a cervezas blancas», comenta José Flórez.

Él ve también indicios interesantes de crecimiento en lo que en otros ámbitos podría considerarse la competencia, pero que hoy por hoy es el germen de una posible tradición cervecera asturiana: el resto de empresas de nueva generación. «Cuando nosotros empezamos, los tanques de fermentación que se estaban usando en las cerveceras artesanales eran de 2.000 litros. Hoy el mercado dicta que los que se están implantando ahora lo hagan con tanques de entre 6.000 y 12.000 litros».

La nueva cerveza asturiana, con exponentes como Caleya, Ordum o La Xana, entre otros muchos, está generando una corriente interesante, tanto por la profusión de tipos de cerveza con los que está sondeando el mercado como por un aspecto que están trabajando con intensidad: el marketing. En el caso de Deva, los diseños son rompedores y casi tan atractivos como la propia cerveza. Son obra de uno de los tres fundadores, Alfonso Herrero, que ha bautizado algunas de las cervezas con los nombres de playas asturianas (Gulpiyuri o Torimbia, por ejemplo), ha optado por homenajear a la minería (la cerveza grisú, una porter con café de la vecina empresa Cafento) o por nombres que van de lo rompedor (Apocalypse) a lo simpático (‘Born to hop’, cuya etiqueta muestra un casco militar que hace referencia a la frase ‘nacido para matar’, pero que en este caso se traduciría por ‘nacido para el lúpulo’).

Las cerveceras artesanales asturianas han afrontado un paso del desierto muy dificultoso con la práctica paralización de la demanda generada por los tres meses de confinamiento. Esto ha llevado a algunos a ralentizar o moderar sus producciones, pero también ha servido para darles un tiempo para profundizar en lo que les distingue como artesanos y que José Flórez verbaliza: «Los cerveceros asturianos somos muy creativos».