CENTRO DE MASAJES – SOTO DE LUIÑA (CUDILLERO) – 399 HABITANTES
Belén Ferló, quiromasajista, decidió abrir su centro en Soto de Luiña en 2021. No es el típico negocio para un entorno rural, pero «algo me dijo que era esto» y su amplia clientela prueba que tenía razón
MARÍA JARDÓN
Llegó a esta profesión por casualidad, pero desde que Belén Ferló (Fernández López) empezó a formarse en quiromasaje y reflexología podal, fue un flechazo y la llevó a abrir su propio centro de masajes el 15 de noviembre de 2021. «Algo me dijo que era esto», afirma, y no hay más que escucharla para ver que la apasiona. Antes, «trabajaba en Cudillero en una tienda de recuerdos seis meses al año y pasaba otros seis en casa», relata. Buscando un trabajo encontró un curso de reflexología podal que le llamó la atención. Decidió probar y le gustó, encontró una oferta, «si hacía quiromasaje y drenaje linfático se me regalaba el curso de reflexología podal y me apunté», recuerda.
Así empezó en este mundo que la enganchó y la llevó a compaginar diferentes cursos hasta que «decidí hacer de esto mi profesión. Además, mis compañeros y la profesora decían que se me daba muy bien», apunta. Al principio realizaba masajes desde su casa y, a pesar de vivir en «una aldea apartada», la gente iba igual. Pronto tuvo la oportunidad de ponerse de masajista en el camping de San Pedro durante un verano, «vino muchísima gente, tanto del camping como de la zona, de Pravia, de Avilés, de La Felguera», una experiencia que le hizo decidirse a ponerse por su cuenta.
En cuanto vio este local le pareció «perfecto, pero grande», ese fue el motivo por el que, en un primer momento, decidió montar un herbolario por las mañanas y dar masajes por las tardes. «Lo más difícil fue la inversión previa de herbolario, aquí no hay tanta inversión, alguna máquina o la presoterapia, pero lo peor fue el herbolario», señala. Tras un año con ambos negocios comenzó a tener mucha gente para los masajes, «tenía que ofrecer venir por la mañana pero avisando que si entraba alguien a la tienda tenía que atenderle». Valoró que «a los masajes le dedicaba prácticamente el 90% de mi tiempo, así que en enero de 2023 empecé a liquidar el herbolario y lo cerré este año». Eso le dio la oportunidad de hacer una sala para la presoterapia.
El boca a boca es lo que ha llevado a esta quiromasajista, que se mantienen en continua formación, a tener la cartera de clientes con la que cuenta hoy en día, muchos incluso «vienen una vez al mes para su mantenimiento». Uno de los motivos de su éxito es que «hago masajes muy diferentes a lo habitual. Combino técnicas como masaje manual, bambuterapia y reflexología podal. Lo mejor de cada técnica lo englobo en un solo masaje», explica.
En su acogedor local donde «doy masajes a puerta cerrada, con cita previa por teléfono o whatsapp», está pensado hasta el más mínimo detalle. También se formó en cromoterapia, algo que se manifiesta en la decoración y durante la realización de los masajes, «al poner la cara en la camilla hay una luna debajo que cambia de color, eso es cromoterapia», apunta.
Cuenta con clientela de la zona, de los alrededores y turistas que «agradecen que les dé un servicio que no hay a no ser que vayas a Pravia o Piedras Blancas», algo muy agradece principalmente la población más envejecida. Y es que, son negocios que se echan de menos en los pueblos, pero es complicado llevarlos a cabo porque «dan ayudas para montarlos pero también hacen falta para seguir, para no cerrar», lamenta. Aún así, afirma «no me puedo quejar» y de cara a un futuro se plantea incluso, practicar la explotación compartida «durante el verano porque tengo mucha gente».