CELIA SERRANO. BIÓLOGA Y EMPRENDEDORA – GRANDEÑU (CABRANES) – 4 HABITANTES
Ablana. Su interés por el aceite de avellana y su atracción por Asturias confluyeron para que la vida de esta bióloga madrileña encontrase su lugar en el concejo de Cabranes, donde ha creado su propia marca de cosmética natural
PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA
Celia Serrano abre su mano y muestra el pequeño tesoro que encontró en nuestra región: es un puñado de avellanas, el ingrediente ‘estrella’ de la línea de cosméticos naturales que elabora bajo su marca Ablana en Cabranes, una de las pocas manchas con brotes verdes en el mapa de la Asturias rural.
Hacia aquí se encaminó la vida de esta bióloga madrileña estimulada por una serie de azares e intuiciones: «Quería venirme, me fascinaba esta tierra y, mientras lo planeaba, estaba estudiando los aceites vegetales para cosméticos en principio de uso personal, de mi familia y amigos. El de avellana era uno de mis favoritos por sus propiedades, no genera grasa y es adecuado para todo tipo de pieles. Descubrí por estudios del Serida que las avellanas asturianas son de especial calidad. Todo fue encajando y pensé: ‘Quiero establecer mi proyecto ahí y hacerlo con un ingrediente local de esas cualidades’», relata.
Tras residir en Bimenes, encontró su lugar en Grandeñu, un caserío próximo a Torazu y, como espacio de trabajo, una oficina en el vivero de empresas de Santolaya, desde donde distribuye los productos por internet y gestiona su pequeña empresa. El laboratorio lo comparte con otros productores locales, una dinámica que singulariza a los diversos proyectos de emprendimiento asentados en el concejo. «Fue una de las razones por las que me moví a Cabranes. Es una zona muy activa, llega gente de toda España, incluso de fuera del país. Me llamó la atención la posibilidad de vivir en el medio rural y, a la vez, tener una red fuerte de gente joven que, en lugar de competir, coopera entre sí desde proyectos en una similar sintonía por el cuidado a la tierra, la producción sostenible y el consumo local», explica.
Celia desvela que, antes de embarcarse en su empresa, «trabajaba en un campo muy distinto, como el estudio y conservación de fauna. Concretamente, investigaba una pandemia en los anfibios. Pasé de la biología molecular a esta otra tarea de laboratorio que tiene mucho de artesanal». Su interés por los cosméticos naturales la llevó a observar «algo muy impactante, como los efectos en la salud de los ingredientes convencionales de la industria. Aunque en dosis bajas no son perjudiciales, al utilizarlos en el día a día por acumulación lo acaban siendo. Comprobé que los ingredientes naturales no solo son más saludables, sino de mayor calidad».
En la gama de productos que ha creado hay champú sólido, cremas faciales o de manos, aceites corporales, desodorantes, todos con base en la avellana, un fruto que, pese a su arraigo tradicional en Asturias, no resulta fácil de aprovisionar. «No están registradas las distintas variantes y eso impide que los viveros puedan vender planta local. Debería dinamizarse ese cultivo, porque sí hay gente interesada en hacer cosas con un producto tan asturiano», lamenta.
De su experiencia personal, opina que, «en las ciudades, hay una competencia brutal para emprender y mucha precariedad. En el medio rural no todo es fácil, fallan servicios básicos: ahora nos acaban de quitar el médico y es un lugar donde aumenta la población, pero no eres una hormiga más».
Su futuro: «Me veo en Cabranes, nunca he estado más a gusto y he vivido en Madrid y fuera de España. Aquí me quedo. No me imagino ya otra posibilidad».