CAFETERÍA, TIENDA, KIOSKO Y ESTANCO CAI MILIO, OVIÑANA (CUDILLERO), 494 HABITANTES
Alfonso Ruisánchez y Mara Cano son la tercera generación de lo que comenzó siendo una tienda de coloniales en 1925. Hoy es un chigre-tienda bullicioso y con mucho estilo, que encabeza una interesante iniciativa turística comarcal
OCTAVIO VILLA
Emilio Gutiérrez volvió de Cienfuegos de Cuba con una muy trabajada fortuna y muchas ganas de seguir trabajando. Era 1925, y en su casa indiana pronto habilitó una ferretería. Una tienda. Un colmado con multitud de útiles para los pescadores que pugnaban y pugnan con las rocas del cabo Vidío para sacar las piezas más sabrosas de sus encueves.
Poco a poco, Cai Emilio se convirtió en el corazón del pueblo. Oviñana latía, y late, con su pulso. «Nunca hemos cerrado, ni durante las obras», dice con orgullo su nieto, Alfonso Ruisánchez, hijo de la hija de Emilio, Mercedes, quien fue durante décadas el alma del negocio. Hace cuatro años, se fue, dejando huérfanos a todos los vecinos.
Ella fue quien fue dando paso, poco a poco, a la faceta hostelera del negocio. Se hizo con una licencia de estanco, también, y puso en marcha un kiosco. Todo en la misma casa, que fue cediendo zona habitacional y ganando espacio para los clientes.
Hace algo más de veinte años, Mercedes se jubiló. Por supuesto, seguía con un ojo y una mano en Cai Emilio, pero Alfonso, que había sido buzo en Lastres, que había hecho sus pinitos en hostelería (y organizando festivales, como el Centollo Rock) en el bar El Corso, se puso al frente. «No podíamos dejar que se perdiese la licencia de estanco, ni la tienda, ni el kiosco», explica Alfonso. «Mi madre aguantó con nosotros para ir liquidando lo que ella llamaba ‘los folios’, que viene a ser a lo que ahora denominan ‘outlets’. De tornillos a anzuelos».
Alfonso y su esposa, Mara Cano, renovaron completamente el negocio en lo estético. Le ganaron espacio. Lo remocicaron y lo hicieron sin perder la esencia, algo más que difícil. En su encarnación del siglo XXI se sigue viendo con claridad qué negocio fue hace 95 años, pero las fotos en blanco y negro que muestran al bueno de Emilio Gutiérrez con sus hermanos o lo que era un chigre tienda de los de la posguerra (galletas en cajas a granel, botellas de coñac, madreñes, botes de Titanlux…) han dado paso a un negocio a todo color.
La crisis les ha hecho pasarlo mal. Como a todos. «Sí, pero especialmente a los autónomos, a las empresas pequeñas… Ahora la emergencia ha pasado de ser la sanitaria a la económica, y a los pequeños autónomos nunca nos dieron nada. Somos los que estamos sacando esto adelante, peleando cada euro, mientras que empresas grandes vinieron solo a pillar las subvenciones del Leader y cerrar, como se puede ver en el polígono de Valdredo, sin ir más lejos».
El martes pasado, a media mañana, la cola de clientes que querían acceder a la parte de tienda incluía a un guardia civil (Alfonso solo tiene buenas palabras sobre «la ayuda que han supuesto durante la crisis»). En la terraza, los vecinos van retomando la normalidad, y se les nota. El ambiente distendido habitual de la zona rural lo era aún más claramente, por más que todos muestren su inquietud ante el nuevo escenario.
Con todo, Alfonso y Mara afrontan el verano con un cierto optimismo: «Hay mucho ya reservado, y los negocios de la zona estamos poniendo en marcha iniciativas para darle un empujón al turismo activo, a través de Oviñana Turismo (que Alfonso preside). Restaurantes, casas rurales, hoteles y tiendas de la comarca están unidas en una iniciativa en la que todos tienen claro que «aquí hay trabajo de sobra, aunque facilidades, cero. Así que lo tenemos que sacar nosotros adelante».
Por de pronto, tienen un entorno espectacular. El cabo Vidío es el paradigma de la costa quebrada occidental, en su máxima expresión de acantilados, playas de aguas cristalinas y unas vistas magníficas de la rasa costera a ambos lados del cabo. Y lo van a dotar de guías de ruta, cursos de buceo, de fotografía para profesionales y aficionados. De mil actividades que el turista pueda hacer en este paraíso. Con ideas y unidad, hay futuro.