BRISAS PRAVIANAS – CAÑEDO (PRAVIA) – 113 HABITANTES
Ana Fernández forma parte de la tercera generación que gestiona un bar-restaurante que abrió sus puertas en 1927 y que, hoy en día, es el único de Cañedo, su pueblo natal

MARÍA JARDÓN

Casi un siglo, desde 1927 llevan abiertas las puertas del bar-restaurante Brisas Pravianas, aunque la historia de Ana Fernández, que supone la tercera generación que está al frente del negocio, empezó mucho más tarde. Al volver de Cuba, sus abuelos paternos alquilaron la casa y pusieron en marcha este negocio, hoy histórico del concejo praviano, que, entre las múltiples anécdotas que atesora, destaca que fue el lugar de origen de la fiesta del Xinringüelu, «al lado del bar se celebró la primera jira», antes de trasladarse al Prau Salcéu, donde se celebra en la actualidad.

Como «punto de encuentro de los vecinos» al ser el único bar del pueblo, es un buen termómetro para medir la población de Cañedo. «Hubo una época que se perdió mucha, pero ahora ves que a la gente le gusta volver al pueblo», señala, y añade que «se están comprando muchas casas». Pero considera que para que se fije más población en este entorno rural sería necesaria una «mejor comunicación y que la fibra óptica funcione como debe hacerlo. Hay mucha gente que está comprando casa porque teletrabaja y necesita una buena conexión». Ella, que se crío entre los fogones de Brisas Pravianas, nota un importante cambio en la clientela, «antes todo el mundo era del pueblo en el bar; ahora está más diversificado, tienes gente del pueblo y gente de afuera porque nos movemos más».

Fernández trabajó muchos años junto a sus padres en el restaurante, pero cuando se jubilaron «para mí era el momento de formar una familia y tener hijos, lo que es un poco incompatible con esos horarios y decidimos alquilarlo», explica. En ese periodo abrió junto a su marido dos apartamentos de turismo rural en la vetusta casa ubicada al lado del local. «Tenía una cuadra abajo y arriba era el salón de baile. La rehabilitamos y abrimos los apartamentos en 2005», apunta y destaca que «fueron los primeros apartamentos de tres llaves en el bajo Nalón». Hoy en día continúan alquilándolos y atrayendo turismo al pueblo, ya que «tienen muy buena aceptación».

En 2013 y en plena crisis, «nos apetecía volver a recuperar el bar de la familia», así que Fernández cogió de nuevo las riendas del conocido bar-restaurante. Para esta nueva etapa contaron con una ayuda Leader que «supuso un gran empujón porque una subvención a fondo perdido cuando no sabes cómo van a funcionar las cosas y son muchos gastos, es fundamental», apunta.

Ana siempre ha sabido adaptarse al momento. «Abrimos en plena crisis y cuando pensamos que por muy malo que fuera no iba a ser peor, vino la pandemia», recuerda con tristeza. Comenzaron entonces a hacer comida para llevar y al tener terraza y merendero abrieron por tramos en cuando les dejaron, «fuimos capeando el temporal como se pudo», añade.

El negocio «da vida al pueblo porque siempre hay gente», destaca. Además, da la tranquilidad de que «si necesitas algo en un momento dado puedes acercarte a cogerlo o encargarlo» y, por otro lado, crea empleo en la zona. «En temporada baja trabajamos cuatro, todo el año, y en temporada alta metemos más personal», afirma.

Brisas Pravianas es un bar con mucha historia, pero sus platos no se quedan atrás, «en invierno viene la gente, sobre todo, al pote de berzas y a los callos, y en verano vienen al rollo de bonito, el cachopo y los chipirones», concluye.